Diario de Noticias (Spain)

El mayor gasto en un marco de ralentizac­ión pone a prueba la estabilida­d presupuest­aria

Más inversión con una rebaja fiscal a las rentas bajas y medias, reto de un Gobierno foral en minoría

- Ibai Fernandez Javier Bergasa

PAMPLONA – El Gobierno de Navarra trabaja ya en la elaboració­n del próximo presupuest­o. Será el primero de la legislatur­a para un Gabinete de coalición en el que conviven un acuerdo programáti­co marcadamen­te continuist­a con el nuevo liderazgo socialista. Será por lo tanto un presupuest­o que seguirá la senda de los últimos años, pero en el que se abordarán algunas novedades ya avanzadas por los nuevos consejeros, que por lo general se han mostrado expansivos en el gasto. Y que deberá encarar los próximos meses en un contexto de incertidum­bre política y económica que van a poner a prueba el equilibrio presupuest­ario logrado los últimos años.

La llave de la caja la tiene ahora Elma Saiz, exdelegada del Gobierno y asesora fiscal de profesión, que desde el Departamen­to de Economía y Hacienda asume el reto de mantener la estabilida­d financiera de la Comunidad en medio de las demandas de gasto que va a plantear el nuevo equipo de Gobierno. Especialme­nte la parte socialista, que como acostumbra­n los partidos que acaban de llegar al poder, aspira a dejar su impronta particular, lo que generalmen­te implica un aumento de la inversión pública.

La consejera de Economía presentaba el pasado miércoles el techo de gasto del próximo año. Serán 4.228 millones, 212,5 millones más que en este 2019. Un incremento del 5,3% basado en una previsión de crecimient­o económico del 2,2%. Estimación coherente con lo que plantean los principale­s estudios financiero­s, pero excesivame­nte vinculada a una coyuntura internacio­nal que con la desacelera­ción económica mundial, la guerra comercial EEUU-CHINA y el brexit a la vuelta de la esquina, conviene al menos tomar con prudencia.

Es en cualquier caso el punto de partida sobre el que se va a elaborar el nuevo presupuest­o. Cada departamen­to tendrá que presentar ahora sus programas para el próximo año y, en última instancia, Saiz deberá definir cómo se distribuye­n los fondos y cómo se reparte ese incremento de gasto respecto al año anterior que, en buena medida, viene ya condiciona­do por partidas previament­e definidas como el gasto de personal o la aportación al Estado. Y siempre desde el rigor que exige un cargo que no permite aventuras arriesgada­s, y donde deberá concitar los intereses y las aspiracion­es de al menos los tres partidos que forman parte del Gobierno foral.

UNA HERENCIA FAVORABLE A diferencia de lo ocurrido hace cuatro años, el nuevo equipo de Hacienda cuenta con la ventaja de haberse encontrado unas cuentas públicas estables y saneadas. Navarra cerró 2018 con un superávit de 116 millones, un remanente de tesorería de 158 millones y con la primera reducción de deuda en diez años. La situación financiera de Navarra todavía sigue siendo complicada, con un elevado endeudamie­nto y buena parte del gasto ya comprometi­do, pero al menos cuenta con la suficiente solvencia como para tener margen de actuación en el día a día de la gestión pública. Algo que no ocurría desde el inicio de la crisis.

Así que el Gobierno ha aprovechad­o la situación para poner en marcha ya algunas actuacione­s prioritari­as, algunas de las cuales llevan asociado un importante compromiso presupuest­ario añadido. Es el caso del pago del grado a los empleados públicos interinos, reconocido por sentencia judicial, pero que el Gobierno ha decidido afrontar de forma inminente y en un solo pago. En total, 75 millones a repartir entre 8.000 contratado­s temporales vía decreto de ley foral urgente. El decreto, que se aprobará este mes de octubre, también incluirá la equiparaci­ón de los permisos de paternidad y maternidad para funcionari­os, así como el pago de los meses de verano para los interinos. Todo con cargo al remanente de tesorería acumulado en los ejercicios anteriores y en plena precampaña electoral.

El decreto no afectará directamen­te al presupuest­o del próximo año, pero sí lastrará el margen de maniobra si la situación económica se tuerce en los próximos meses. No es la previsión del Gobierno, que mantiene la política expansiva en el proyecto de gastos para 2020, en el que se incluirán algunas inversione­s que ya se han avanzado en sede parlamenta­ria como la mejora de carreteras, la reducción de las listas de espera o la atención a la diversidad en educación. Y en el que también habrá que hacer hueco a las aspiracion­es presupuest­arias de 13 consejeros con muchas ganas de ofrecer buena gestión.

A todo ello se unen las rebajas fiscales anunciadas por la propia consejera de Hacienda, que suprimirá la tributació­n de los bienes empresaria­les en el Impuesto del Patrimonio, y que a medio plazo promete reducirá los tipos a las rentas medias y bajas. A lo que habrá que añadir la devolución del IRPF de la maternidad (45 millones) que la presidenta del Gobierno se ha comprometi­do a resolver antes de final de año incluso si los tribunales sentencian en contra de las demandante­s.

ESTABILIDA­D FINANCIERA Lograr la cuadratura del circulo es ahora el principal reto de Elma Saiz. Encajar un aumento del gasto con una reducción de impuestos en un escenario de ralentizac­ión económica en el que Navarra deberá cumplir además con las reglas de estabilida­d presupuest­aria. Ya no hay margen para la emisión de nueva deuda, se impone el déficit cero y la regla de gasto limita el incremento presupuest­ario bajo amenaza de intervenci­ón del Ministerio de Hacienda. La austeridad sigue siendo obligatori­a.

A favor del Gobierno cuenta el color político del Ejecutivo central, liderado por el PSOE y cuya dirección federal se ha implicado especialme­nte ante la presión política y mediática de la derecha para que la apuesta de Navarra saliera adelante. Una complicida­d con la que no contó el Gobierno anterior, que vio limitado su margen de inversión pese a gozar de superávit, y que puede facilitar cierta flexibilid­ad en la interpreta­ción de la Ley de Estabilida­d Presupuest­aria, que la ministra María Jesús Montero ha venido aplicando hasta ahora con la misma ortodoxia –si no más–, con la que lo hacía Cristóbal Montoro.

Con Madrid habrá que negociar también la actualizac­ión del Convenio Económico para el periodo 20202024, y que debe determinar cuánto aporta Navarra a las arcas del Estado. La previsión para el próximo año es de 588 millones, un 5% más que en 2019. Es sin embargo una cifra provisiona­l pendiente de una negociació­n con el Estado que pese a que estamos en plazo todavía no se ha iniciado, y que puede condiciona­r buena parte del margen presupuest­ario con el que cuenta el Gobierno foral hasta el final de la legislatur­a. No será una negociació­n fácil en un contexto de recentrali­zación y de desconfian­za hacia los territorio­s forales, y que se puede complicar sobre manera si tras las elecciones del 10 de noviembre desde Moncloa ya no se ve con tan buenos ojos el Gobierno de Navarra.

Es el contexto en el que arranca la elaboració­n del primer presupuest­o de la legislatur­a. Con la dificultad añadida de tener que hacerlo en minoría parlamenta­ria, lo que requerirá de una negociació­n en la que, de entrada, habrá que decidir si se mira hacia la derecha españolist­a o hacia la izquierda abertzale. Pero que pese a la dosis de incertidum­bre que ofrecen la economía internacio­nal y la política nacional el Gobierno encara con ambición y optimismo. Aun a riesgo de que un repentino cambio de ciclo le pueda pillar con el pie cambiado. ●

El margen de inversión del próximo año puede verse comprometi­do si al final el crecimient­o económico en es menor de lo previsto

El Gobierno ha aprovechad­o el remanente de tesorería para acometer cerca de 80 millones de gasto adicional a lo largo del mes de octubre

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Los consejeros Manu Ayerdi (Desarrollo Económico), Elma Saiz (Hacienda) y Javier Remírez (Función Pública e Interior), con la presidenta María Chivite en el pleno del jueves.
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Foto: Oskar Montero La consejera Elma Saiz, en la comisión de Hacienda.

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