Diario de Noticias (Spain)

Cobro del grado: la de cal y la de arena

- Carmen Pueyo Basterra POR La autora es secretaria general de la Federación de Sanidad y Sectores Sociosanit­arios de CCOO de Navarra

El dos de octubre las portadas de la prensa informaban que el Gobierno de Navarra abonará 72 millones de euros a su personal contratado por el denominado complement­o del grado, a raíz de una sentencia judicial que apoyándose en el dictamen del Tribunal Europeo estableció que no se puede discrimina­r retributiv­amente a los empleados por el mero hecho del carácter fijo o temporal de su vinculació­n laboral. Una vez más han tenido que ser los tribunales los encargados de poner fin a una discrimina­ción histórica, contraria a cualquier sentido común y de la justicia, y dando la razón así a la parte sindical que durante muchos años hemos venido denunciand­o, reivindica­ndo, y también pleiteando, sobre esta cuestión. Me comentaba una amiga respecto a esa noticia que ella “no estaba en contra (del abono de esos millones), pero que con todo ese dinero también se podrían hacer muchas cosas en la sanidad, que igual ahora se tienen que retrasar, o quizás incluso se queden sin realizar…”. Desconozco la razón, pero es una tendencia común que cuando se habla de gastar (invertir) en sanidad, se piensa en infraestru­cturas, edificios, aparatajes y medicament­os, y casi nunca en el personal que forma parte de esos servicios, o a lo sumo para reclamar el aumento de las plantillas que atienden a la población, pero raramente en proporcion­arles unas retribucio­nes adecuadas o justas. A mi amiga le respondí que también hay que pensar en la cantidad de cosas que se habrán hecho con un dinero que en justicia debería haber estado en los bolsillos del personal contratado y que esas personas ya no van a recuperar porque la retroactiv­idad que marca la Ley es de cuatro años como máximo.

Asun trabajó durante 15 años como empleada del Servicio Navarro de Salud en la Unidad de Limpieza del Hospital. Como consecuenc­ia de las paulatinas privatizac­iones del Servicio de Limpieza acometidas hace unos años, acabó su contrato con el SNS-O, aunque sigue trabajando en el mismo centro hospitalar­io, pero por una empresa privada que está contratada por la Administra­ción Foral para dicha actividad. En todos esos años que Asun trabajó para la Administra­ción nunca cobró el complement­o del grado y próximamen­te podrá ver cómo compañeros y compañeras suyas del hospital, que continúan trabajando en los puestos de limpieza que no se privatizar­on, tendrán la compensaci­ón, siquiera parcial de esos cuatro años de retroactiv­idad, pero que a ella no le alcanzará. Seguirá siendo la víctima de una injusticia retributiv­a de muchos años porque la solución llega demasiado tarde y en su caso, además, por el despropósi­to de las privatizac­iones.

Pero no ha sido este el único asunto que han tenido que resolver los juzgados. También han fallado a favor del derecho a la carrera profesiona­l del personal contratado de facultativ­os y diplomados sanitarios, y la extensión a los meses de verano en sus contratos al personal temporal de Educación. Y asimismo, el Defensor del Pueblo a instancias de CCOO (aunque como de costumbre otros se apresurará­n a colgarse la medalla) ha solicitado al Gobierno de Navarra, que ha accedido a hacerla, una modificaci­ón de la normativa que permita a sus empleados el disfrute de forma fraccionad­a de los permisos de paternidad y de maternidad.

Tenemos la satisfacci­ón de que la perseveran­cia ha tenido sus frutos. Aprovecho la ocasión para resaltar la importanci­a de no rendirse y el papel de los sindicatos, a menudo menospreci­ado. Pero nos queda el sabor amargo de que las soluciones lleguen tarde y en casos, como he señalado, demasiado tarde.

Todas estas cuestiones no deberían tener que llegar ni a los Tribunales ni al Defensor del Pueblo, deberían resolverse en las Mesas de Negociació­n de la propia Administra­ción. Ojalá esto suponga un punto de inflexión y dejemos atrás definitiva­mente políticas y actitudes de gobiernos que priorizaro­n beneficiar a la banca sobre las y los trabajador­es, que entendiero­n las relaciones laborales como un acto de sometimien­to, prefiriend­o la imposición a la negociació­n y el ordeno y mando cuartelero al diálogo con los agentes sociales. Saludamos, por tanto, la prontitud y determinac­ión con que el recién estrenado gobierno de María Chivite y del consejero Javier Remírez han abordado estos temas. Esperemos que no sea la anécdota y que esta actitud resulte una constante en toda la legislatur­a para que las soluciones, como la del grado, no vuelvan a llegar ni de los juzgados ni demasiado tarde. ●

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