Las incógnitas de la sentencia del ‘procés
EL TRIBUNAL SUPREMO DEBERÁ PRONUNCIARSE EN UNA RESOLUCIÓN HISTÓRICA SOBRE OCHO INTERROGANTES
Con la sentencia del procés en un horizonte inmediato, son muchas las incógnitas que deberá despejar el Tribunal Supremo en una resolución que se antoja histórica y cuyas consecuencias –y la respuesta que preparan los sectores independentistas– pueden determinar la campaña electoral del 10-N.
1.-¿REBELIÓN, SEDICIÓN O UNA ALTERNATIVA? Tal vez sea la principal incógnita a resolver. Hay varias opciones encima de la mesa. La Fiscalía siempre defendió la rebelión; la Abogacía del Estado, en representación del Gobierno, apostó por la sedición; y las defensas argumentaron la mera desobediencia. El delito define los hechos, pero aquí servirá también para calificar lo ocurrido en aquel otoño de 2017 en Catalunya. Los jueces deberán justificar si hubo un ataque al orden constitucional (rebelión) o contra el orden público (sedición). Sin descartar la escala de grises que representan la conspiración para la rebelión (se planea pero no se inicia) o la tentativa para cometerla (no se llega a consumar), opciones viables y que no se antojan lejanas.
Un factor clave será determinar si hubo violencia y cuantificar en qué grado. Y ver si los magistrados entran a dibujar un nuevo concepto penal de violencia, menos física y más intimidatoria o amenazante, para decantarse por cualquier de las opciones. Y todo sin descartarse que el Supremo sugiera al legislativo que actualice el delito de rebelión al siglo XXI.
2.- ¿HABRÁ SORPRESAS?: ABSUELTOS O IMPUTADOS POR FALSO TESTIMONIO Desde las filas independentistas no hay margen para la esperanza: creen que la sentencia se escribió antes del juicio. No obstante, no se descartan sorpresas en forma de alguna absolución parcial (dado que para el delito de desobediencia se antoja inapelable para la mayor parte de los acusados). Esa hipótesis proyectaría una imagen distinta del tribunal a la que han presentado esos sectores.
Otra duda es si habrá imputaciones por falso testimonio, una opción que planeó sobre más de un testigo por relatos inverosímiles que forzaron a Marchena a advertir de las consecuencias que podrían acarrear en caso de faltar a la verdad, pues hubo contradicciones entre testigos que trascendieron de lo habitual.
Lo que no será una sorpresa es que la sentencia será firme. No se puede recurrir ante el Supremo y pedir una aclaración de sentencia no paralizaría su ejecución. Solo cabe acudir al TC en busca de una medida cautelar, algo poco plausible en este tribunal, que no acostumbra a interrumpir la aplicación de una sentencia.
3.- DUI; ¿SIMBÓLICA O CLAVE PARA LA REBELIÓN? Culmen de la supuesta rebelión para la Fiscalía; algo meramente simbólico y sin efectos jurídicos para los acusados. El valor que el tribunal dé a la declaración unilateral de independencia, proclamada por el Parlament el 27 de octubre de 2017, será una de las piezas clave que determine uno u otro delito.
Tendrá que decantarse entre dos vías: si fue realmente una declaración política y por tanto no afectó en el desenlace de los hechos, o si fue determinante y se consumó, elemento necesario para que la supuesta rebelión se culminase.
4.- ¿EN QUÉ LE AFECTARÁ A PUIGDEMONT? Más allá de las alusiones al expresident por su rol en hitos del procés, el futuro procesal de Puigdemont y los otros seis políticos fugados estará condicionado por la resolución, que abrirá previsiblemente la puerta a reactivar las euroórdenes, un cuadro para el que el que dicen estar preparados desde hace un año.
Sería una consecuencia inmediata de la sentencia, cuya competencia recae en el juez Pablo Llarena, a quien la Fiscalía podría solicitar una nueva OEDE, ya no amparada en indicios sino en una sentencia firme del más alto tribunal español. Lo que suceda con Junqueras dará la pista a seguir para actuar contra Puigdemont.
5.- ¿LOS MOSSOS, AL SERVICIO DEL ESTADO O DEL ‘PROCÉS’? Acusados de seguir las directrices de los líderes soberanistas, los Mossos enfrentaron un juicio dentro del juicio para desmarcarse de la pasividad y la politización que le arrojan compañeros de otros cuerpos y altos cargos políticos y policiales.