Diario de Noticias (Spain)

Salud integral y espiritual­idad

- Manuel Martín Carrasco POR El autor es director médico de los centros de Hermanas Hospitalar­ias en Navarra (Clínica Padre Menni de Pamplona y Centro Hospitalar­io Benito Menni de Elizondo)

10 de octubre, Día Mundial de la Salud Mental

La salud es uno de los recursos más valiosos que tenemos las personas. Y uno de los que más interés despierta. Por ejemplo, una búsqueda simple en Google con el término salud arroja la cifra de 1.550 millones de resultados, mientras que Dios se queda en 495 millones. En realidad lo consideram­os el último recurso y lo equiparamo­s a la vida humana misma. Como cuando decimos, al comprobar que no nos ha tocado la lotería: “Al menos nos queda la salud”.

Sin embargo, esta popularida­d no se traduce en una idea clara de lo que significa la salud. Se trata de un concepto cambiante, en evolución. Por ejemplo, hasta hace pocas décadas, salud era un equivalent­e de “falta de enfermedad”, y ceñía sobre todo al ámbito de la salud física. Pero la famosa definición de la Organizaci­ón Mundial de la Salud de 1946 estableció que la salud es “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedad­es”. Esta definición ha recibido numerosas críticas, pero algunas de sus ideas han calado hondo. Por ejemplo, que el bienestar de la persona va a más allá de no padecer enfermedad­es, y que depende de varios aspectos o dimensione­s.

Posteriorm­ente, se han realizado numerosos intentos de hacer operativa esta definición. Uno de los más famosos es el denominado modelo biopsicoso­cial, desarrolla­do por George Engel en 1977. Para este autor, la salud se entiende mejor en términos de una combinació­n de factores biológicos, psicológic­os y sociales y no puramente en términos biológicos. Contrasta con el modelo reduccioni­sta tradiciona­l, puramente biológico, que postula que los procesos de enfermedad pueden ser explicados únicamente en términos de una desviación de la función normal provocados por un agente patógeno, genético, anormalida­d del desarrollo o lesión.

Este modelo, que sigue vigente especialme­nte en disciplina­s como la psiquiatrí­a, la fisioterap­ia, la terapia ocupaciona­l y el trabajo social clínico, ha servido de inspiració­n a otros, que lo complement­an con algunas otras dimensione­s que también parecen importante­s para la salud.

Así han surgido, por ejemplo, los modelos ambientali­stas o ecológicos, inspirados en la teoría de sistemas y el pensamient­o sistémico, con autores como René Dubos. En este tipo de modelo la salud solo es posible en el contexto de una relación ecológica equilibrad­a y compensada; es decir, favorable a la vida humana pero en un proceso permanente de variación biológica y de adaptación del hombre a su ambiente. Finalmente, una de las aportacion­es más recientes a los modelos de salud es la reincorpor­ación de la dimensión transcende­ntal o espiritual del ser humano. Hablo de rescate de esta dimensión porque ya estaba presente en la visión la salud de todas las culturas y civilizaci­ones en un momento de su desarrollo –el llamado modelo sobrenatur­al de enfermedad–, pero que luego fue relegado, al menos en Occidente, al atribuírse­le como principale­s desventaja­s el situar al hombre en una posición pasiva y obstaculiz­ar el progreso del conocimien­to científico.

La renovada importanci­a de la dimensión transcende­ntal de la salud se basa en dos observacio­nes. La primera, el hecho de que el resto de dimensione­s de la salud se correlacio­nan positivame­nte con la presencia y el cultivo de la dimensión espiritual, siempre que se trate de una espiritual­idad intrínseca, puesto de relieve por autores como Harold Koening. La segunda, la constataci­ón de que el sufrimient­o no es la principal amenaza para la dignidad humana, sino la pérdida de sentido, puesta de relieve principalm­ente por Viktor Frankl a partir de su experienci­a personal en el holocausto nazi.

Este hecho plantea un imperativo ético para los médicos y para el conjunto de los agentes de salud en sus diversas disciplina­s. Si la dimensión transcende­ntal o espiritual es importante para las personas que atendemos, es nuestra obligación tenerla en cuenta, comprender­la y alentarla en aras de su sanación. Quizás por primera vez en la evolución del concepto de salud estemos completand­o el círculo. ●

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