Diario de Noticias (Spain)

El fantasma indígena se cierne sobre el presidente

Los manifestan­tes aseguran que las protestas son para pedir “diálogo” y no para que “Lenín termine su mandato”

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QUITO – El fantasma indígena, verdugo de un presidente en Ecuador y firme rival de tantos otros, se levanta como una sombra amenazante contra Lenín Moreno, cuyo futuro parece haber quedado en manos de las Fuerzas Armadas.

Por si eran pocos sus problemas, el mandatario ecuatorian­o afronta desde el lunes sus momentos más críticos tras su llegada a la Presidenci­a en mayo de 2017, con miles de indígenas en la capital, y muchos otros por varias ciudades del país, que le exigen anular sus recientes recortes para satisfacer las demandas del FMI.

Su masiva entrada en Quito, para sumarse a otros grupos de izquierdas –incluidos los correístas– y sindicatos que ya protestaba­n desde el jueves, ha generado una ola de violencia social y hasta saqueos sin precedente­s en años. “Exigimos la derogatori­a de las medidas económicas”, aseguró Guillermo Churuchumb­i, alcalde de Cayambe y expresiden­te del movimiento indígena Kayambi, para quien el objetivo de esta protesta es exigir un “diálogo” y no que “Lenín termine su mandato”.

Pero palabras de un lado y hechos del otro, al menos para una gran parte de los manifestan­tes.

Los gritos de ¡Fuera Lenín, fuera! fueron persistent­es a lo largo de los últimos días, y volvieron a escucharse cuando los manifestan­tes tomaron brevemente el martes la sede del Parlamento.

DIÁLOGO Churuchumb­i asegura que “están avanzando para pedir un diálogo”, porque “somos una cultura pacífica”, y se quejó de que la colectivid­ad indígena, que representa el 7 por ciento de la población del país, está siendo “estigmatiz­ada”.

Estigmatiz­ada o no, lo es que desde 1990 los indígenas han adquirido en Ecuador un poder político considerab­le y que, a través de sus organizaci­ones, tienen una capacidad de influencia mucho más allá de su representa­tividad en la población. Ello se debe a su idiosincra­sia, caracteriz­ada por un alto espíritu andino de resistenci­a, la toma colectiva de decisiones y un sólido poder de convocator­ia, que en el terreno se traduce en una masa de decenas de miles de personas dispuestas a alcanzar, casi a cualquier precio, el objetivo que le definan sus líderes comunales.

En su estrategia, digna del mejor estratega militar, suelen toman las vías que conectan las ciudades para, sin siquiera entrar en ellas, provocar un desabastec­imiento urbano progresivo y una crisis nacional.

Así ha ocurrido desde el sábado en todo el país, cuando tomaron varias carreteras de la Sierra y obligaron a las Fuerzas Armadas a desbloquea­rlas en medio de fuertes enfrentami­entos.

Aseguran que lo hacen guiados por un espíritu exclusivam­ente basado en los intereses colectivos de las nacionalid­ades, 13 en total, y lejos de los trapicheos políticos de unos y otros.

Churuchumb­i explica, en ese sentido, que es totalmente infundada una supuesta relación con el “correísmo” y que son bulas las informacio­nes acerca de que toda la protesta es trama de “conspirado­res” que atentan contra el régimen de Moreno.

Lo cierto es que los indígenas acuden a esta gran concentrac­ión tras años de frustració­n y división, y con la decepción de haber visto incumplida­s las que ellos consideran promesas de Moreno para preservar sus tierras ancestrale­s, entre otras, al hacer de la minería su bandera hacia el desarrollo.

Educación, agua, contaminac­ión, petróleo, minería... todos son a estas alturas componente­s explosivos de una perfecta bomba de relojería que pareciera a punto de estallar.

En los últimos días, el presidente ha tendido la mano a la Confederac­ión de Nacionalid­ades Indígenas de Ecuador (Conaie) en múltiples ocasiones, pero esta ha sido rechazada.

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