La verdadera y la falsa democracia
El origen de la democracia lo encontramos en la Grecia Antigua. En sus inicios fue asamblearia, participativa y electiva por sorteo. Este sistema contrasta con el de la elección de representantes que define a las democracias actuales, razón por la cual podrían ser consideradas como pseudodemocracias o falsas democracias.
El sistema democrático lo inició Solón en el siglo VI a.c., lo continuó Clístenes, y en el siglo V se consolidó con Pericles. A mí me gusta definir a estos tres gobernantes como los primeros filodemócratas: fundadores de la democracia real y de la idea de ciudadanía. El nuevo movimiento político, impulsado por estos legisladores atenienses, emergió sustentado en tres principios éticos: Eunomía o Buen Gobierno, Isonomía o Igualdad ante la ley e Isegoría o Libertad de pensamiento y de palabra. Fue en el monte Areópago, en la colina del Pnyx y en el Ágora de Atenas donde germinó, nació y se desarrolló la verdadera democracia: la filodemocracia.
Solón de Atenas, uno de los siete sabios de Grecia, comenzó su tarea aboliendo las deudas que los campesinos tenían con los aristócratas; y con él la ciudadanía adquirió potestad en los ámbitos políticos, sociales y económicos. Pero tal vez sus logros más innovadores fueron: instituir la Asamblea Popular y fundar la Eunomía o Buen Gobierno que velaba por el bien común del pueblo, por su bienestar y por su felicidad.
Este proyecto lo continuó, años después, el progresista Clístenes. Su reforma consistió en fortalecer la dimensión participativa, basada en el principio ético de la Isonomía o Igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. Inspirado en este precepto, Clístenes –además de mantener la Asamblea General, compuesta por miles de personas– erigió una serie de transformaciones sociales que incrementaron el papel colaborativo de la gente: todas las poblaciones de la región del Ática pasaron a pertenecer a comunidades locales que fueron agrupadas en 10 tribus; así todas las distintas zonas de la comarca obtuvieron representación –cincuenta miembros de cada tribu, elegidos por sorteo– en la Asamblea de los 500. Con Clístenes la semilla de la genuina democracia comenzaba a crecer. Pericles, a quien se considera el máximo representante de esta revolución filodemocrática, llegó al poder apoyado por los atenienses y se mantuvo en él, elegido por la Asamblea, durante 32 años. Por su gran labor fue uno de los gobernantes más renombrados, influyentes y ejemplares de la historia de Grecia y de la posteridad. Su régimen se distinguió por la entrega del poder político y social al pueblo, para que éste pudiera contribuir directamente en los asuntos concernientes a la Polis. Y su mandato transcurrió con honestidad, rectitud y un alto sentido de la justicia, de la virtud y de la tolerancia. Siempre defendió una democracia auténtica y sin demagogias: una filodemocracia basada en el principio de Isegoría o Libertad de pensamiento y de palabra. Pericles se convirtió en un referente político que llevó a Atenas a su máxima expansión, a su más alto nivel cultural, social y económico y a su mayor esplendor artístico que vistió a la ciudad de gloria y belleza. El principio de Isegoría–iniciativa que garantizaba que los miembros de la Asamblea fueran seleccionados por sorteo y no por elección de candidatos políticos– adquiere con Pericles su principal objetivo: el derecho de todo ciudadano a expresarse en las instituciones públicas y a pensar libremente sin necesidad de secundar ideología alguna ni de pertenecer a ningún partido político. Como orador no deja lugar a dudas y el célebre Discurso fúnebre, que pronunció en el Cerámico, merece la pena conocerlo. En esta oración hace un gran elogio a las virtudes éticas del ideal democrático de Atenas y de sus habitantes, y resalta también el compromiso mutuo que debe existir entre el comportamiento moral de los ciudadanos y la ética de sus representantes políticos.
Te invito a reflexionar, considerado lector, después de ver el espíritu con el que nació la verdadera democracia –participativa, asamblearia y electiva por sorteo– sobre el funcionamiento de la práctica democrática actual.
¿Crees que nos encontramos ante una falsa democracia? ¿Ante una pseudodemocracia partidista que nos divide en ideologías y que tiene una tendencia al Totalitarismo y a la Tiranía, donde nuestra opinión no es tenida en cuenta?
Desde mi punto de vista, veo la necesidad urgente de recuperar los principios éticos fundacionales de la filodemocracia y de superar las distopías que actualmente está generando el mal uso del poder. Una manera acertada y directa de conseguirlo sería atendiendo a la propuesta sobre una democracia integral, que la nueva corriente de la extrapolítica nos presenta como parte del transhumanismo ético que comienza a emerger. ●