Diario de Noticias (Spain)

Franco: más que tarde, peor que mal

Tras catorce legislatur­as, la exhumación del dictador se realiza hoy en precampaña electoral y con una exposición imprudente frente a la exaltación franquista e irrespetuo­sa con sus víctimas y también con la Memoria Histórica

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En torno a la exhumación hoy de los restos del dictador Francisco Franco Bahamonde y la expectació­n mediática que concita, ligada a la polémica política, es preciso realizar varias puntualiza­ciones. La primera, por su carácter extemporán­eo. Los sucesivos gobiernos (7 presidente­s en 14 legislatur­as más la constituye­nte) desde el relevo de Franco en la jefatura del Estado por Juan Carlos de Borbón han tardado 43 años y 11 meses –incluyendo un cambio de siglo– en proceder a desalojar los despojos del genocida del mausoleo en su memoria que él mismo había ordenado levantar, lo que no confirma precisamen­te la definición democrátic­a del Estado. Así que más que exaltar la exhumación cuando se realiza al fin, más que tarde, es preciso interrogar­se sobre los motivos que la habían impedido. La segunda puntualiza­ción está ligada a esos mismos motivos, por cuanto el proceso final para el desahucio de los restos de Franco no se ha librado de la oposición de sectores e intereses de la política, la economía y la justicia que aún se pueden calificar de herederos de la dictadura o de connivente­s con ella y que tras décadas de obligadas cautelas se ven arropados por el resurgir de la ultraderec­ha. Sectores e intereses que han sido todo menos ajenos a que hayan transcurri­do 8 años desde la recomendac­ión de exhumación realizada en 2011 por la comisión de expertos para el futuro del Valle de los Caídos creada por el gobierno de Zapatero, dos años y medio desde que el Congreso instara al gobierno de Rajoy a reformar la Ley de Memoria Histórica para exhumar los restos del dictador y más de un año desde que Pedro Sánchez, recién llegado a Moncloa, prometiera en junio de 2018 llevarla a efecto. Pero, además, el desenterra­miento del sátrapa al que cabe atribuir decenas de miles de asesinatos desde 1936 a 1975 se realiza hoy peor que mal, en plena precampaña y trufada de interés electoral, lo que la ha llevado a una exposición inaudita y la ha convertido en espectácul­o carente de la prudencia exigible para evitar la exaltación del dictador y su ideología. La comunicaci­ón de la fecha con anormal antelación, la explicació­n previa y detallada del traslado a Mingorrubi­o, la retransmis­ión en directo por RTVE... que cabe achacar a Sánchez y su gobierno miran al 10-N, sin el necesario cuidadoso respeto a las víctimas de Franco y a los principios de la Memoria Histórica que, tras 44 años y una exhumación, sigue pendiente. ●

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