Diario de Noticias (Spain)

LA HISTÓRICA EXHUMACIÓN DE FRANCO DERIVA EN UN HOMENAJE ULTRA Y DE EXALTACIÓN TELEVISADO AL MUNDO

● Un Borbón encabeza la histórica exhumación, convertida en acto de exaltación ultra ● La familia protagoniz­a una guerra de símbolos franquista­s con ‘vivas’ a la dictadura ● Una de las nietas acusa al Gobierno durante el acto y ante la ministra de “prof

- ARTÍCULOS DE JOSEBA SANTAMARIA, ALICIA EZKER, MAITE ESPARZA, JAVIER VIZCAÍNO Y JORGE NAGORE

● Las concesione­s a la familia hacen del acto un segundo funeral de Estado

● Un nieto quiso introducir en la ceremonia una bandera franquista

● Condescend­encia del Gobierno de Sánchez, que niega intereses electorale­s

● Una nieta acusa al Gobierno, ante la ministra, de profanar la tumba

● Alfonso de Borbón, familiar del rey, lleva el ataúd en primera línea

● Grupos de fascistas dan vivas a Franco y aclaman al golpista Tejero

PAMPLONA – Sin honores militares y en una ceremonia sobria pero solemne y llena de simbolismo, los restos de Francisco Franco abandonaro­n el Valle de los Caídos, el monumento de la dictadura en el que fueron enterrados hace 44 años, y descansan ya en el cementerio de El Pardo-mingorrubi­o, junto a su esposa, Carmen Polo. La familia, que desde un primer momento se opuso a la exhumación y planteó una batalla judicial que ganó el Gobierno en septiembre pasado en el Tribunal Supremo, llevó su enfrentami­ento hasta el final, convirtien­do la retransmis­ión televisada de la salida de Franco en una guerra de símbolos. El Ejecutivo prohibió a la familia cubrir el ataúd con una bandera de España, como pidieron, y también rechazó su pretensión de que Franco fuera despedido con honores militares, como los que tuvo en su funeral en el Palacio Real de Oriente.

La exhumación de Franco del Valle de los Caídos, un mausoleo edificado por presos del franquismo y en el que están enterrados más de 30.000 víctimas de la Guerra Civil de ambos bandos, era un objetivo que se marcó el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, nada más llegar al Palacio de la Moncloa. Tras más de un año de trámites administra­tivos, de obligadas reformas legislativ­as en el Parlamento y de una dura batalla con la familia en los tribunales, Franco reposa en un panteón discreto y sin acceso al público, propiedad de Patrimonio del Estado pero en el que ya no podrá recibir más homenajes.

El dispositiv­o diseñado por el Ministerio de la Presidenci­a y en el que también se vieron involucrad­os Patrimonio Nacional, Policía, Guardia Civil y las Fuerzas Armadas, se activaba a primera hora de la mañana en la basí

lica de Cuelgamuro­s. Una veintena de familiares del dictador, entre nietos y bisnietos, entre ellos la actual duquesa de Franco, Carmen Martínez-bordiú, y su hijo Luis Alfonso de Borbón, asistieron a la extracción del féretro, protegido desde 1975 bajo una losa de mármol de 1.500 kilos.

El Gobierno accedió a que el ataúd fuera portado hasta el exterior de la basílica por sus familiares pero no a que fuera cubierto por una bandera franquista como pretendía su nieto Francis Franco. Pese a esa prohibició­n, uno de los nietos del dictador, accedió a la basílica con una bandera preconstit­ucional en la mano que tuvo que dejar en la entrada a petición del Ejecutivo, que no permitía ningún símbolo de exaltación de la dictadura en el momento de la exhumación, no así en la inhumación en el panteón, al circunscri­bir ese espacio al ámbito familiar. De hecho, agentes de la autoridad transporta­ron la bandera a uno de los coches que trasladarí­an posteriorm­ente a los familiares a Mingorrubi­o, un barrio de El Pardo, donde el genocida tuvo su residencia oficial.

Sin cámaras de televisión ni teléfonos móviles, requisados a la entrada de la basílica, la apertura de la fosa, sobre la que se colocó una carpa techada y con paredes, se llevó a cabo con los operarios imprescind­ibles y en presencia de dos nietos, Cristóbal y Merry, que en el momento de levantar la losa clamó que era una “profanació­n”, un forense y la ministra de Justicia, Dolores Delgado, quien levantaba acta como Notaria Mayor del Reino. El cuerpo de Franco se conserva en una caja de zinc sellada en el ataúd original de madera y que el Gobierno no tenía intención de abrir dado que en 1975, el entonces ministro de Justicia, José María Sánchez-ventura, dio fe de que el cuerpo era el de Franco.

La salida del dictador de la basílica, con los familiares portando en hombros el féretro hasta la explanada vacía, fue diametralm­ente opuesta a su multitudin­ario entierro en aquella mañana del 23 de noviembre de 1975.

Sobre el deteriorad­o féretro original de madera y zinc –la familia no permitió que se cambiara pese a que las imágenes permitiero­n ver que al menos tenía una raja en su base– la familia colocó un pendón con el escudo que empleaba Franco como Jefe del Estado, que incluye la Cruz Laureada de San Fernando, la máxima condecorac­ión militar otorgada al dictador en 1939, así como una corona de laurel con la enseña nacional y la leyenda Tu familia. Junto a la corona, un ramo de flores decorado con lazos en forma de flor, también con los colores de la enseña nacional, que emulaban las cinco rosas de las que habla el himno de la Falange, el Cara al Sol, según explicó el letrado de la familia, Luis Felipe Utrera Molina.

Más allá de los símbolos que la familia quiso introducir en el acto desafiando las condicione­s impuestas por el Ejecutivo, los trabajos de exhumación se completaro­n en menos de dos horas, si bien esta fase del proceso no fue retransmit­ida por televisión ya que el Gobierno prohibió que se pudieran grabar imágenes o sonido. Para garantizar el cumplimien­to de esta norma el Gobierno instaló en la Basílica un detector de metales y un escáner por los que tuvieron que pasar todos los que accedieron al templo.

Por deseo de los Franco, el prior del Valle de los Caídos, Santiago Cantera, quien se ha opuesto en todo momento a su traslado, rezó un responso y bendijo los restos en el momento en que se introducía­n en el coche fúnebre. Allí, en la explanada de Cuelgamuro­s donde se enterró al dictador el 23 noviembre de 1975, totalmente blindada por las Fuerzas de Seguridad, se volvió a escuchar después un solitario “Viva España, viva Franco”, secundado por los familiares.

Tal y como estaba previsto, el transporte del féretro hasta Mingorrubi­o se realizó en un helicópter­o militar Superpuma, empleado habitualme­nte para transporte de personalid­ades. Dentro compartier­on espacio los representa­ntes del Gobierno junto a Francis Franco y el letrado de la familia, a quien se vio discutir mientras esperaban a subir en la aeronave con el secretario general de la Presidenci­a, Félix Bolaños. Tanto en el momento de extraer el féretro de la tumba como en el momento de sacarlo del helicópter­o que lo trasladó a Mingorrubi­o fue necesario asegurarlo para evitar desplazami­entos colocando una tabla de madera bajo su base.

Lejos del desfile militar presidido por el rey Juan Carlos y el largo cortejo por carretera que acompañó al féretro de Franco en 1975 desde la Plaza de Oriente al Valle, escoltado por agentes a caballo y motoristas, el traslado de los restos del dictador se sustanció en un corto vuelto de 16 minutos. En Mingorrubi­o aguardaban la llegada de los restos varios centenares de nostálgico­s del régimen, a los que no se permitió acercarse al panteón, tuvo lugar la reinhumaci­on en estricta intimidad.

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Foto: Efe Portan el féretro, a la salida de la basílica, Cristóbal Martínez-bordiú (nieto) y, al otro lado (de adelante a atrás): Luis Alfonso de Borbón (bisnieto), Francis Franco (nieto) y Jaime Martínez-bordiú (nieto).
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Luis Alfonso de Borbón y sus tíos y primos sacan de los Caídos el féretro a hombros.
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HELICÓPTER­O DE AUTORIDADE­S
El féretro con los restos de Franco viajó en un helicópter­o Cougar del Ejército del Aire reservado al traslado de autoridade­s y personalid­ades, normalment­e miembros de la Casa Real y el Gobierno. Fue necesario asegurar el ataúd con una tabla para evitar desplazami­entos.
g HELICÓPTER­O DE AUTORIDADE­S El féretro con los restos de Franco viajó en un helicópter­o Cougar del Ejército del Aire reservado al traslado de autoridade­s y personalid­ades, normalment­e miembros de la Casa Real y el Gobierno. Fue necesario asegurar el ataúd con una tabla para evitar desplazami­entos.
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RESPONSO Y VIVAS A FRANCO
El prior del Valle de los Caídos, Santiago Cantera, pronunció unas palabras en el momento en que nietos y bisnietos introducía­n el féretro del dictador en el coche y, tras ellas, los familiares gritaron en la explanada “¡Viva España! ¡Viva Franco!”.
g RESPONSO Y VIVAS A FRANCO El prior del Valle de los Caídos, Santiago Cantera, pronunció unas palabras en el momento en que nietos y bisnietos introducía­n el féretro del dictador en el coche y, tras ellas, los familiares gritaron en la explanada “¡Viva España! ¡Viva Franco!”.
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ESCUDO PARA UN ATAÚD DAÑADO El ataúd estaba abombado y presentaba un raja. Fue embolsado con una cubierta de lona púrpura y adornado con un pendón con el escudo del Ducado de los Franco, que incluye la laureada de San Fernando, máxima condecorac­ión militar que le fue denegada dos veces.
g ESCUDO PARA UN ATAÚD DAÑADO El ataúd estaba abombado y presentaba un raja. Fue embolsado con una cubierta de lona púrpura y adornado con un pendón con el escudo del Ducado de los Franco, que incluye la laureada de San Fernando, máxima condecorac­ión militar que le fue denegada dos veces.
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BANDERA FRANQUISTA Uno de los nietos, Francis Franco, accedió a la Basílica con la bandera preconstit­ucional con la que fue enterrado el dictador y que tuvo que dejar en la entrada a petición del Ejecutivo. En la inhumación, los familiares la desplegaro­n en el exterior del panteón.
g BANDERA FRANQUISTA Uno de los nietos, Francis Franco, accedió a la Basílica con la bandera preconstit­ucional con la que fue enterrado el dictador y que tuvo que dejar en la entrada a petición del Ejecutivo. En la inhumación, los familiares la desplegaro­n en el exterior del panteón.

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