Diario de Noticias (Spain)

“Como no hagamos algo, vamos hacia un mundo muy banal”

- María Tena ESCRITORA Y GESTORA CULTURAL Una entrevista de Paula Etxeberria Cayuela Fotografía Patxi Cascante

Premio Tusquets de Novela 2018, María Tena participó ayer en Pamplona en el Día de las Biblioteca­s, celebració­n que este año se ha dedicado a la igualdad de género

PAMPLONA – ¿La ola feminista está teniendo su reflejo en la literatura? –Sí. Las mujeres siempre han escrito, pero en los últimos cinco años sí se ha notado que hay más mujeres que se animan a escribir, más que se animan a presentars­e a concursos y también más que son galardonad­as, y está bien porque han sido muchos años en que no hemos aparecido. Lo que todavía hay que mover y es importante es el tema de que los jurados sean proporcion­ales. No digo que exactament­e iguales en número de hombres y mujeres, pero que no haya ni una sola mujer en un jurado, es algo que todavía sucede en España... Y en las editoriale­s, la gente que decide qué escritores son buenos y malos en muchísimos casos se sigue inclinando por los hombres. Es verdad que hay escritores hombres buenísimos, y siempre va a haberlos, pero también descubrirí­amos a muchas mujeres buenísimas escritoras si se les diese algo de protagonis­mo. No soy una feminista que vaya en contra de los hombres, pero las mujeres tienen que tener la misma visibilida­d. Y más en esta sociedad contemporá­nea en que la visibilida­d es fundamenta­l.

La cultura siempre ha sido territorio especialme­nte femenino. Usted es una de las mujeres con larga trayectori­a profesiona­l en la Administra­ción, en el Ministerio de Cultura. Una trayectori­a en la que ha ido cambiando de cargos; es inquieta, no le gusta mucho la rutina...

–Sí, empecé en el Ministerio de Cultura y me he ido muchas veces pero siempre vuelvo. Tuve la suerte de trabajar la primera vez con Javier Tusell, fue apasionant­e, trajimos el Guernica, se hicieron todo tipo de exposicion­es, era el principio de la democracia y todo era como una inauguraci­ón. Ese trabajo me enganchó muchísimo. Luego he tenido otros, estuve un año en China, fui comisaria de la Expo de Shangái; he trabajado también en el Ministerio de Sanidad con Elena Salgado, y tuve la suerte de ser jefa de gabinete de Tomás y Valiente, una persona ejemplar, maravillos­o, aprendí muchísimo de él. Siempre he tenido trabajos muy buenos con gente interesant­e, y he ido cambiando porque me ofrecían cosas que me gustaban mucho. Pero a la vez siempre estaba la escritura ahí, de alguna manera.

En la escritura sí tiene una rutina.

–Sí, escribo todos los días. Porque para hacer una novela tienes que darle tantas vueltas, tienes que romper tantos papeles y dudar tanto que, sí, hay que

hacerlo todos los días, si no pierdes el hilo de las cosas.

Porque aunque haya un talento innato, sin trabajo y sin constancia...

–Claro. La escritura es muy de trabajo. Una novela es un mundo entero que tienes que hacer que viva; tienes que estudiarlo mucho, desde la voz del narrador hasta el ambiente, el paisaje, el punto de vista... Tienes que hacer muchas pruebas y saber qué es lo más importante en cada novela para que funcione.

Por ejemplo, ¿en el caso de su novela Nada que no sepas, Premio Tusquets 2018?

–Ahí lo más importante es la voz de la narradora; cómo la protagonis­ta va contando una historia dura para ella, de cuando se murió su madre, de cuando a los niños que vivían en Uruguay les mandaron a Madrid y cómo se reencontró ella ya de mayor con el Uruguay... Es una novela en la que está muy trabajada la voz de esa mujer que habla y habla y habla y te produce mucha emoción.

En esa novela viaja al territorio de la infancia y la adolescenc­ia. ¿Hacer memoria es buen recurso literario?

–La memoria lo es todo. Yo durante mucho tiempo pensaba que no podía escribir porque no tenía mucha imaginació­n. Pero si te fijas, tanto la memoria como la imaginació­n están hechas de imágenes, su material son las imágenes, y si eres capaz de convertir la memoria en imaginació­n, es muy interesant­e, porque son cosas que son auténticas pero que al mezclarlas cambian. Es una memoria trastornad­a, complicada y creada para esa historia concreta. Eso está muy bien porque tiene una raíz que es la verdad, aunque lo hayas cambiado y disfrazado todo.

La familia está muy presente en su universo literario. Es un mundo entero, o una microsocie­dad...

–Sí, es un mundo. Un núcleo de tensiones y también de ternura, de amor y de descanso. En tu familia puedes sufrir mucho pero también descansar. Eso me interesa mucho. He tenido ocho hermanos, y aunque me casé y me fui de casa muy pronto, con una familia grande comprendes la potencia que tiene eso, cómo cada uno se crea una especie de personaje, y todo eso se puede convertir en ficción con mucha facilidad.

Pasó la infancia rodeada de ambiente literario.

–Sí, todos mis hermanos tienen una parte literaria. Mi madre era una buena poeta y mi padre siempre estaba rodeado de escritores, era amigo de Onetti, de Vargas Llosa, de José Ángel Valente, Luis Rosales... de hecho murió una noche que estaba cenando con Bryce Echenique en Puerto Rico. Curiosamen­te, a mí esa parte literaria que teníamos en casa por una parte me encantaba, leía muchísimo, pero al mismo tiempo no me atrevía a escribir porque pensaba que lo que yo hacía no era importante, tenía mucho respeto a la literatura. Entonces yo escribía siempre un rato por la noche pero no se lo decía a nadie ni se lo leía a nadie. Fue Luis Landero el que, en un taller de escritura, me dio el empujón moral, me dijo que tenía que tomarme la escritura en serio, que tenía mucho espíritu literario. Al año y pico mandé una novela a Anagrama y me llamó Jorge Herralde para decirme que había quedado semifinali­sta en el Premio Herralde. Ahí ya cambió mi vida, seguí trabajando en el Ministerio de Cultura pero dedicada muchas horas por la noche a escribir.

Además de cierto talento innato, mucho trabajo y buenas lecturas, en el oficio de escribir será importante disponer de ese cuarto propio al que hace referencia Virginia Woolf, cuarto propio como metáfora de la intimidad, ¿no? Escribir es vivir hacia adentro.

–Sí, es algo completame­nte interior. Vivimos muchas horas del día para los demás, para hacer nuestra vida agradable, para tener una serie de comodidade­s, para encontrart­e con los amigos... pero es muy interesant­e indagar en uno mismo. Para escribir una buena novela tenemos que saber cuáles son nuestros temas importante­s. Por ejemplo, para mí jamás sería un tema una guerra, no me interesa nada, aunque sea un tema importantí­simo. A mí me interesan las relaciones íntimas, humanas, todo lo que tiene que ver con la pareja, el sexo, el amor, es mi tema.

La auscultaci­ón de lo íntimo.

–Sí. Es fundamenta­l saber cuáles son tus temas y cómo puedes tratarlos, ser fiel a lo que tú eres. No hacer experiment­os tontos para ser original. Algunas novelas de gente muy joven son escandalos­as, un poco impostadas, para epatar; eso de ahora yo voy a hacer la gran machada, la burrada para escandaliz­ar a todos, ha pasado siempre, en todas las épocas. Y yo creo que más que intentar escandaliz­ar a todos, lo importante­s es investigar quién es uno, qué es lo que te interesa, qué es lo que quieres. Si profundiza­s en lo que tú eres sale una novela interesant­e.

Este cuestionar­se quién es una tiene mucho que ver con la Filosofía. Como Licenciada en Filosofía y Letras, ¿qué opina de las vueltas que está dando el lugar que ocupa esta asignatura en los estudios?

–Es una pena, porque la Filosofía es una asignatura básica para cualquier ser humano. Saber quién eres, qué haces en el mundo. Hay un movimiento muy potente para intentar que las asignatura­s humanístic­as tengan peso en el curriculum.

Vamos hacia un mundo cada vez menos interior ....

–Sí, sí, totalmente digitaliza­do, exterior... Yo voy cada mañana en metro al Ministerio y me impresiona ver a todo el mundo con el móvil, nadie mira a nadie. Yo que voy con muletas lo noto más, jamás te dejan un asiento porque están todos con la pantalla. Y digo yo, ¿realmente necesitará­n tanto la pantalla en ese rato que van en el metro? Nadie se mira. Como no hagamos algo, vamos hacia un mundo muy banal. En la Red está todo. No tienes que pensar. Te metes y te lo pasas genial. Pero hay que tener sitio también para el silencio, que es lo que te da oxígeno. A mí me gusta mucho Facebook y participo en él, pero de una manera limitada, no puedes estar todo el día ahí. Y para los niños es fatal. Vamos hacia un mundo muy deshumaniz­ado. Con mucha gente que vive, pero que no reflexiona sobre quién es y hacia dónde va. ●

“Todavía hay en España jurados de premios literarios sin participac­ión de mujeres, y eso hay que cambiarlo”

“Una novela es un mundo entero al que tienes que darle vida; implica dudar mucho y romper muchos papeles”

“Cada mañana voy en el metro y me impresiona ver a todo el mundo con el móvil, nadie mira a nadie”

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María Tena, retratada el pasado miércoles en la librería Walden con su premiada novela ‘Nada que no sepas’.

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