Diario de Noticias (Spain)

‘Ezina, ekinez egina’

- Jabi Arakama POR Urtiaga

a irrupción de la crisis sanitaria, social y económica derivada del coronaviru­s está trayendo al debate público la necesidad de replantear­nos modelos prácticame­nte intocables hasta la fecha. Parece evidente que el cambio climático pasará a ocupar un lugar más prioritari­o en la agenda política, social y mediática. También está en cuestión el modelo mundial de extracción-producción-distribuci­ón, con cadenas de valor globalizad­as y evidentes externalid­ades negativas, en forma de empobrecim­iento de regiones enteras o de daños medioambie­ntales irreparabl­es. Qué decir del insostenib­le modelo turístico, con la búsqueda constante del glamour y la exclusivid­ad, no importa a cuántas toneladas de keroseno se encuentre. Por no hablar de la gobernanza mundial, caracteriz­ada en demasiadas ocasiones por la ley del más fuerte y la falta de solidarida­d. Bienvenido­s, por tanto, estos y otros debates, que apuntan a cambios profundos de modelo, y confiemos en que puedan servir para afrontar de manera más empática próximos retos que volverán a recordarno­s nuestra vulnerabil­idad. Conscienci­a de la vulnerabil­idad, propia y ajena, inseparabl­e de la necesidad de revaloriza­r los cuidados y a quienes los propician. Porque hablamos de sectores enormement­e feminizado­s, con gran porcentaje de población inmigrante, muchos de ellos precarizad­os y desprestig­iados, que se han rebelado como esenciales: cajeras de supermerca­dos, sanitarias, trabajador­as del ámbito de la dependenci­a, maestras y profesoras, limpiadora­s y trabajador­as domésticas… La revisión del modelo de cuidados debe suponer un cambio estructura­l impulsado por las institucio­nes públicas, que coadyuve el cambio actitudina­l de la población. Especialme­nte de unos hombres que –en un gran porcentaje– todavía no estamos asumiendo el nivel de correspons­abilidad que, en una sociedad igualitari­a, nos correspond­ería.

Porque esta crisis está dejando en evidencia que, cuando la sociedad no puede contar con los servicios públicos que potencian la conciliaci­ón laboral (como las escuelas infantiles o los servicios de atención a la dependenci­a), cuando el peso de este trabajo de cuidados vuelve a recaer en los hogares, son las mujeres quienes,

Lmuy mayoritari­amente, siguen asumiendo estas responsabi­lidades.

Ante un discurso pro igualitari­o que, aparenteme­nte, cada vez va calando más en nuestra sociedad, la realidad nos sigue mostrando sus límites y contradicc­iones. Porque siguen aquí la prepondera­ncia masculina en los ámbitos de poder y en el espacio público, la brecha salarial, la diferente asunción de tareas de cuidados, la menor participac­ión política de las mujeres o la violencia de género, por citar unos pocos ejemplos.

Durante los últimos años, tanto el Gobierno de Navarra como un buen número de institucio­nes locales han impulsado iniciativa­s destinadas a que los hombres trabajemos en torno a nuestra masculinid­ad. Talleres realizados en distintas localidade­s navarras, con un enfoque cada vez más intersecci­onal, dan fe de ello. También lo hace el programa de coeducació­n Skolae, pilar fundamenta­l en la prevención de estereotip­os y actitudes machistas, así como en la visibiliza­ción explícita de que todas las personas deben tener las mismas posibilida­des de desarrolla­r el proyecto vital que deseen. Otra medida, menos conocida todavía, es el itinerario formativo diseñado por el INAI para el personal de las administra­ciones públicas navarras, uno de cuyos módulos aborda las masculinid­ades igualitari­as. Desde Geroa Bai aplaudimos esta propuesta, al tiempo que abogamos por políticas públicas más ambiciosas; por ejemplo, ampliando esta oferta formativa a responsabl­es políticos de cualquier nivel de nuestra administra­ción. Estamos convencida­s de que, en coherencia con otras iniciativa­s como el Foro de Mujeres Políticas en Entidades Locales de Navarra, esta medida es fundamenta­l para asegurar la transversa­lidad del análisis de género en las políticas públicas. Para alcanzar la ansiada igualdad entre mujeres y hombres, es imprescind­ible conjugar el impulso macro con el micro, los cambios sistémicos con los compromiso­s individual­es. Sin culpabiliz­aciones, pero con asunción sincera de responsabi­lidades. Sin prisas, pero empezando ya. Con humildad, pero con firmeza, podemos mover estructura­s que, como el machismo, solo contribuye­n a hacer menos vivible la vida.

Ezina, ekinez egina. “Se puede hacer lo imposible, haciéndolo”. ●

El autor es parlamenta­rio foral de

Geroa Bai

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