La interminable historia de la tortura
El viernes 8, La Vanguardia todavía mostraba el equívoco fin de una historia interminable: “Podemos tratará de retirar las medallas a Billy el Niño a título póstumo” era su principal titular, escoltado férreamente por otros como el que nos recordaba “El final de Billy el Niño sin sentarse en el banquillo de los acusados”; y, en naiz.eus, Jon Ormazabal recordaba a “Billy El Niño, un funcionario que disfrutaba con su trabajo, la tortura”. No es para menos: “Antonio González Pacheco engrosa la lista de cargos franquistas que fallece en la cama sin llegar a ser investigado judicialmente por las múltiples denuncias de crímenes de lesa humanidad por torturas sistemáticas y con las cuatro condecoraciones que nunca le fueron retiradas”, añadía Ormazabal.
¿Qué era, de todo ello, el día anterior? En un trabajo de Juan Miguel Baquero del jueves 7 para El Diario, podía leerse: “La muerte por coronavirus del expolicía acusado de torturas Billy el Niño evidencia un síntoma que aqueja a la democracia española: la impunidad del franquismo. Así lo piensa el abogado de la Coordinadora Estatal de Apoyo a la Querella Argentina (CEAQUA), Jacinto
Lara”. Baquero: “España ‘ha protegido, premiado, condecorado y amparado a este criminal’, dice en esta entrevista con eldiario.es el también expresidente de la Asociación Pro Derechos Humanos de España sobre Antonio González Pacheco, uno de los símbolos de la represión de la dictadura de Francisco Franco que ha fallecido con sus medallas y sin ser juzgado”.
Por cierto: “Billy el Niño ha muerto sin rendir cuentas ante un tribunal” es una de las cuestiones planteadas a Jacinto Lara en esa entrevista, preludio de una semana llena de esperanzas y, sobre todo, de absoluciones.
Es ese 8 de mayo el día en el que Óscar López-fonseca recordaba en El País que una “respuesta parlamentaria del Gobierno al diputado de EH Bildu Jon Iñarritu detalla por primera vez el reparto de estas condecoraciones por cuerpos policiales y años”. “Así, la Policía Nacional concedió a sus agentes en estos últimos 41 años 4.593 de estas medallas, todas ellas al amparo de una ley de 1964”, explicaba López-fonseca pero ya diez días después, insurgente.org titulaba uno de sus artículos de esta manera: “Como si no fueran parte del mismo, PSOE y UP instan al Gobierno a retirar las medallas a Billy el Niño póstumamente”.
El lunes 18, dicho trabajo desperezaba al lector agazapado tras el conato de olvido interesado de la mayoría de los medios asegurando que lo “que es de juzgado de guardia es la actitud del PSOE y UP. Resulta que son parte del Gobierno actual y no se les ocurre otra cosa que instar al Gobierno a que retire de las medallas de manera póstuma al tal Billy el Niño”. Muy claro: “Billy el Niño torturó a muchísimos militantes revolucionarios. El Gobierno progresista (igual que los de la otra derecha) nos tortura con sus políticas diseñadas para favorecer a las élites, olvidándose de la clase obrera, además de con sus estupideces”.
Pero esa no era la única desaparición significativa de la semana, pues al siguiente día, en SPS podía leerse la nota de Sahara Press Service del sábado 16: “‘Para el Frente Polisario y el pueblo saharaui hoy es un día triste y de consternación por la pérdida de Julio Anguita, como militante, político, estadista, hombre de gran cultura y que durante su vida fue siempre solidario con las causas justas’, ha señalado el legítimo representante del pueblo saharaui”.
“El Frente Polisario ha sido testigo de la labor de Julio en favor de la justicia y de la paz, sobre los principios del derecho de todos los pueblos del mundo a la libertad, la igualdad, la soberanía y la democracia”, contenía “el mensaje enviado al PCE y a Izquierda Unida. ‘Julio, hoy más que nunca, los saharauis rememoramos tus palabras: Con la dignidad no se come, pero un pueblo sin dignidad se pone de rodillas y termina sin comer’, finaliza el Frente Polisario en un mensaje” según la escueta nota de Sahara Press Service.
Es la disyuntiva de todos los que, al igual que Julio Anguita, sufren y sufrirán vejaciones en manos de quienes, como Billy el Niño, han dado vida a la interminable historia de la tortura. ●