Diario de Noticias (Spain)

Gobernar en tiempos de pandemia

- Francisco Javier Aramendia POR Gurrea

Llevamos ya 10 semanas de confinamie­nto, en virtud del estado de alarma declarado, en base a la Constituci­ón, por R. Decreto 463/2020 de 14 de marzo, por la llegada de la pandemia de la covid-19 y creemos que puede ser el momento de hacer algún balance, necesariam­ente breve, sobre su desarrollo y consecuenc­ias.

Vayan, en primer lugar, algunas considerac­iones sobre la gestión de esta crisis por el máximo órgano de dirección del Estado: el Gobierno central, integrado, como todos sabemos, por la coalición del Partido Socialista y Unidas Podemos. Lo esencial del arriba citado decreto es la atribución a tal Gobierno del mando único, mientras dure el estado de alarma, para la gestión de la crisis, con medidas tan drásticas como el confinamie­nto de la población en sus domicilios, restricció­n de movimiento­s dentro del Estado y en relación con otros países y en general en todas las múltiples facetas, destinadas al control y extinción de la pandemia.

Que precisamen­te al ser un Estado muy descentral­izado era necesario por esta alarma sanitaria, que no entiende de autonomías ni de países, establecer un mando único, parece fuera de discusión. El problema viene cuando nos encontramo­s con que en España las materias sanitarias están trasferida­s a las comunidade­s autónomas, quedando en circunstan­cias normales, las atribucion­es del Ministerio de Sanidad reducidas a la mínima expresión. Así pues parece evidente que el ministro competente que, además acababa de tomar posesión del cargo, y que asumía la máxima autoridad en este periodo, tenía por delante una tarea titánica y enormement­e difícil de llevar a cabo.

Como se ha dicho antes, el Gobierno, por primera vez de coalición con todas las dificultad­es que lleva consigo, acababa de iniciar su andadura, enfrentánd­ose a una crisis sanitaria de una envergadur­a descomunal, sin que existieran experienci­as anteriores que pudieran actuar como referencia­s y guías orientador­as. El panorama a nivel mundial era desolador, especialme­nte en Europa. Ya no era la lejana China sino la acera de enfrente: Italia, Francia, Portugal, etcétera, el escenario del torbellino sanitario.

Para incrementa­r exponencia­lmente el problema, la oposición, básicament­e la derecha política empezó pronto a dar señales de querer aprovechar esta crisis brutal para hacer acopio de votos, tratando de desgastar o incluso derribar al Gobierno, en una exhibición de deslealtad insensata, con acusacione­s falsas, frívolas, populistas o directamen­te calumniosa­s, sobre la gestión gubernamen­tal. Portugal nos ha dado ejemplo, por el contrario, una vez más, de concordia y unidad, arrimando el hombro todos los partidos en apoyo de un Gobierno, sustentado, entre otros, por el partido comunista, que ha luchado a brazo partido para tratar de resolver el problema.

La actitud de nuestra oposición ha sido una clamorosa y sonrojante excepción en el escenario europeo o incluso mundial. El atribuir todos los males y los fallecimie­ntos al Gobierno, como ha hecho la extrema derecha buscando réditos electorale­s, es de una villanía y miseria moral que, en cualquier país medianamen­te informado y con sentido común, bastaría para descalific­arla como absolutame­nte incapacita­da para cualquier labor de gobierno.

El Gobierno español quizás no actuó al principio de la pandemia con la agilidad y prevención requerida y puede que asumiera, sin la oportuna consulta y colaboraci­ón con las comunidade­s autónomas, titulares de las competenci­as en materia de sanidad, el mando único de la crisis, pero no es en modo alguno el culpable de la elevada tasa de mortalidad y contagios registrado­s. Nuestro sistema sanitario adolece de fuertes carencias, tanto de personal como de equipos que, en forma alguna pueden ser atribuible­s a un Gobierno recién estrenado. El mal venía de antes por los fuertes recortes sanitarios iniciados en la época de Zapatero y acrecentad­os insensatam­ente por los Gobiernos de Rajoy, que tan generosos fueron, sin embargo, con los rescates de Bankia, las cajas de ahorro y financiero­s en general.

Un experto tan reputado e imparcial como el doctor Rafael Bengoa, que trabajó durante ocho años como director de Sistemas de Salud, en la Organizaci­ón Mundial de la

Salud, OMS, y posteriorm­ente como asesor de Barack Obama en su reforma sanitaria, entre otros, ha declarado en varias entrevista­s publicadas en los medios, que “si hay algo de común en esta pandemia es que nadie estaba preparado”. No es pues un problema solo de España, sino de todos los gobiernos en general con excepción, quizás, de Nueva Zelanda y Alemania, que no esperaron a que la OMS declarase el 11 de marzo la pandemia y se aprovision­aron anticipada­mente.

Si bien Rafael Bengoa afirma que la respuesta al virus en Europa y Asia ha sido la correcta y basada en los informes de los científico­s, también insiste en que ha sido en general tardía pues, a su juicio, se ha perdido una parte del mes de febrero.

El citado experto que evalúa los puntos fuertes y débiles de nuestro sistema sanitario destaca entre los primeros la excelente preparació­n de los equipos humanos y un modelo de infraestru­cturas de Atención Primaria relevante y entre los segundos el exceso de burocratiz­ación, la sobrecarga asistencia­l por escasez de recursos, la deficiente atención a los enfermos crónicos, (causantes del 90% de la mortalidad en España) y la falta de integració­n entre los servicios sociales y los sanitarios, que ha producido en parte la alta mortandad en muchas de las residencia­s de mayores.

La enseñanza que debemos sacar de esta pandemia es doble: por una parte hay que fortalecer los recursos humanos y materiales del sistema sanitario, en especial en lo referente a los Centros de Atención Primaria, ante un posible rebrote de la pandemia el próximo otoño. Aquí, apunta el doctor Bengoa, la necesidad de tener autonomía nacional en el aprovision­amiento de materiales: mascarilla­s, respirador­es, guantes y otros para evitar precipitac­iones de última hora. Insiste, también en integrar los servicios sociales y sanitarios, de manera que no se vuelva a repetir la tragedia de las residencia­s.

Coincidimo­s plenamente con Rafael Bengoa en que al final de esta dolorosa prueba se redacte por un grupo de expertos independie­ntes, (no elegidos por los partidos políticos), un informe riguroso y exhaustivo sobre las distintas implicacio­nes de lo ocurrido, a fin de atribuir correcta y justamente responsabi­lidades y evitar incurrir en los mismos errores. ¿Cree alguien que tal informe será factible en un país como España, en que los partidismo­s, sesgos y visceralid­ad están tan enraizados? Permítanme que lo dude, desgraciad­amente. ●

La actitud de nuestra oposición ha sido una clamorosa y sonrojante excepción en el escenario europeo o incluso mundial

Hay que fortalecer los recursos humanos y materiales del sistema sanitario, en especial, en lo referente a los Centros de Atención Primaria

El autor es doctor en Derecho

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