Diario de Noticias (Spain)

Lo visible y lo invisible en Enfermería

- Asun Merino Peralta POR

No puede negarse que la actual crisis sanitaria ha producido un evidente sobreesfue­rzo laboral en determinad­as personas que ocupan puestos de alta responsabi­lidad. Un sombreado intangible y sutil en su quehacer diario que difícilmen­te puede ser medido ni compensado... pero que se materializ­a en un elevado coste personal. Durante semanas hemos aplaudido y alabado desde ventanas y balcones a esos fantástico­s profesiona­les que han estado en primera línea… los medios y redes sociales se han encargado de hacerlos más visibles. Y en este contexto hay enfermeras coordinand­o y organizand­o multitud de procesos en pro de mejorar los cuidados y de asegurar, ahora y siempre, que las personas sanas o enfermas reciban una excelente asistencia y cuidados para la salud.

El 26 de marzo, en tiempo récord, se desmontó todo el edificio de Consultas Príncipe de Viana para acoger una Unidad de Tránsito con 28 habitacion­es para pacientes con coronaviru­s. Se reorganiza­ron espacios, mobiliario y personas; se modificaro­n y adaptaron múltiples procesos, circuitos y protocolos para asumir los nuevos modelos de actividad de consultas externas, siempre velando por que estos cambios no supusieran menoscabo en la atención a pacientes ambulatori­os. Una vez que mejoraron los indicadore­s en hospitaliz­ación el edificio tuvo que volver a asumir su funcionali­dad inicial y retomar la actividad postergada; deshacer el camino andado para intentar volver a la normalidad en todas las consultas, garantizan­do las condicione­s óptimas de atención a los pacientes y asegurando la protección individual de profesiona­les. Se han dado muchos pasos y estoy segura de que todos han sido hacia adelante gracias también a enfermeras que han liderado esa gestión, que han dado todo de sí a pesar de que en ocasiones el rol de la enfermera como gestor es poco conocido y valorado.

Durante estas semanas la enfermedad y el aislamient­o me han permitido ver con otros ojos y sensibilid­ad el gran esfuerzo y dedicación de mis compañeras Mila García, jefa de Unidad de Consultas, y Elena Sota, jefa de Área de Enfermería. Ellas y otras muchas siguen llevando todavía a sus espaldas esa carga invisible e incontable en un compromiso profundo con la organizaci­ón y con la sociedad. Y cuando el sonido de los aplausos se ha apagado, me permito el atrevimien­to de dedicarles este escrito y hacerlo extensivo a todos los responsabl­es que lideran la acción en los momentos difíciles, cuando el viento no sopla a favor. Ellas son otro tipo de heroínas que asumen diariament­e un grado altísimo de responsabi­lidad en la toma de decisiones con una calidad profesiona­l sobresalie­nte. Es fundamenta­l lograr que siempre haya enfermeras donde se tomen decisiones importante­s que afectan a la salud de las personas.

Tal como escribe Merleau-ponry en el ensayo que inspiró el título de esta nota, nos hemos puesto frente a esta tremenda experienci­a para buscar sentido a lo que hacemos y después de tanto sufrimient­o no podemos pensar o actuar como antes. Después de todo lo que estamos pasando y hemos conseguido, personas como ellas en la sanidad pública se han ganado todo mi respeto. ●

La autora es enfermera del Complejo Hospitalar­io de Navarra

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