Las cosas por su nombre
Aeste paso voy a terminar siendo amigo de Casado, son tantas sus piedras que flagelan la fachada de Génova que hasta su propio mentor ha tenido que salir a la palestra desde su escondrijo en Marbella, porque ya no son suficientes sus llamadas estilo monarca, ni sus wassaps, para marcar el paso de un partido que se encuentra a la deriva, y que a la siguiente ciclogénesis sucumbirá por naufragio.
El PP de Madrid se ha quedado solo en su política tabernaria contra el Gobierno Central, y todas sus otras comunidades o han renunciado a la vía judicial para oponerse a las restricciones pactadas por el Gobierno de coalición, o directamente las han puesto en práctica, como la Comunidad de Castilla y León, con un índice de contagio muy inferior a Madrid, y ahora intentan cuadrar el círculo justificando algo que no lo haría ni el propio Donald Trump.
Existe una corriente de intelectuales en la capital, algunos progres también, que atribuyen el desbarajuste a los políticos en general, como si todos ellos tuvieran el mismo nivel de responsabilidad, rehuyendo el reto de separar el trigo de las paja, porque desde el primer instante que hizo su aparición la pandemia, el PP ha jugado a desgastar al gobierno por medio de la Torquemada de turno, la señora Ayuso, primero aludiendo a la existencia de un golpe de estado contra la democracia al instaurar el estado de alarma, sacando a sus huestes del barrio de Salamanca a la calle, y luego, a que las restricciones de la segunda ola de la pandemia están dirigidas contra el PP, y por tanto, contra Madrid, cuando resulta que 8 de las 10 primeras restricciones tenían que ver con las localidades gobernadas por el PSOE. La salud de los madrileños es lo de menos.
Son tan fatuos sus dirigentes, que se valen ellos solos para desacreditarse, como ese Madrid es España y España es Madrid, una frase que le perseguirá a la Ayuso por el tiempo que dure su carrera política, logrando fruncir el ceño a todas las comunidades autónomas sin excepción, y que Vox asista risueño a la contienda pensando en un futuro maridaje pilotado por ellos mismos. Quizás no esté tan lejos ese día.
El señor Casado se encuentra tan desorientado que admite públicamente su intención de seguir bloqueando la renovación del CGPJ, tamaña deslealtad ha pillado al señor Lesmes mirando al tendido, tratando de palurdo a Sánchez por no saber leer el art. 122 de la Constitución que le impediría tal renovación sin su consentimiento al no obtener los 3/5 de la Cámara baja.
Sabe Dios cómo sacó este hombre el título de abogado, porque el presidente del Gobierno no anda descaminado del todo, ya que 12 de los 20 vocales pueden ser sustituidos cambiando la ley orgánica del poder judicial, para lo que haría falta una mayoría absoluta del Congreso, del que ya dispondría el Gobierno, y no los 3/5 que exige la Constitución solo para el resto de vocales entre abogados y juristas de reconocido prestigio con 15 años
El señor Casado se encuentra tan desorientado que admite públicamente su intención de seguir bloqueando la renovación del CGPJ
La falsedad es la seña de identidad del PP, en la que se inició con Aznar y la autoría del 11-M, y prosiguió sin solución de continuidad hasta nuestros días