Diario de Noticias (Spain)

La caza como deporte, un derecho por el que luchar

ES NECESARIO QUE EL SECTOR APARTE SUS RENCILLAS Y REME DE MANERA CONJUNTA PARA AFIANZAR UNA ACTIVIDAD CON DECENAS DE MILES DE AÑOS DE HISTORIA

- Un reportaje de José Luis Garrido

La Constituci­ón ampara los derechos que tienen todos los ciudadanos de disfrutar del medio ambiente, del ocio y del deporte. La caza es una actividad voluntaria que reúne los tres disfrutes para el practicant­e y que se puede ejercitar cuando se cumplen una serie de requisitos. Cazar requiere, en principio, de disponer de una licencia de caza que expide la administra­ción que regula en cada comunidad autónoma las actividade­s extractora­s de los aprovecham­ientos forestales renovables, como son las piezas de caza.

La administra­ción deportiva asegura, por su parte, el derecho a practicar un deporte y, como todo deporte reglado, este posee unas normas que los cazadores aceptamos en el caso de competir o de pertenecer a una asociación de la estructura federativa. Nos legaliza el derecho a cazar, a competir y a asociarnos la licencia federativa que expiden las entidades deportivas y que controla el Consejo Superior de Deportes (CSD).

Gracias a esta licencia federativa, los cazadores tenemos unas formas sociales de agruparnos con otros federados en clubs deportivos y federacion­es, que son algo similar a un sindicato de cazadores. Por estar federados, estamos obligados a tener un seguro de daños propios, que se hace cargo de lo que nos pueda producir la actividad cinegética, mientras que los no federados, en el caso de que una persona que no posea esta clase de seguro padezca una lesión durante la caza, el coste de los servicios sanitarios va a cargo de la sanidad pública, que pagamos entre todos los ciudadanos.

La Real Federación Española de Caza se fundó en el año 1940 y, en marzo del 2008, tenía unos 350.000 federados, que fueron el núcleo más visible de una exitosa manifestac­ión con cientos de miles de participan­tes que organizó la propia entidad, la Oficina Nacional de la Caza y la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultor­es. Aquello fue un rotundo aviso de unidad para el gobierno de ese momento y contribuyó incluso a la dimisión de una ministra.

Últimament­e, las federacion­es se dirigen a los grupos políticos para pedirles programas sobre la caza y, como estas formacione­s saben muy bien que la caza también vota, responden de manera positiva. Aunque cada uno vota a quien le parece, a ningún partido se le escapa la importanci­a de esa fuerza votante y reivindica­tiva que dan las asociacion­es deportivas, como las federacion­es.

Cuando cazamos con las modalidade­s más clásicas y hacemos kilómetros entre tabones o sardón y monte, somos parecidos a senderista­s esforzados y, si subimos o bajamos la ladera, nos encarnamos en montañeros, con una carga adicional de escopeta o rifle, en lugar de una vara de apoyo ¿Y alguien pone en duda que cazar así no sea deporte? Cuando vamos a cazar con reclamo, o a un ojeo o a hacer una espera, la parte deportiva es más difícil de encajar para los que no son cazadores. Para la caza, la espera es una modalidad eficaz para el control de especies peligrosas, mientras que las otras dos son herramient­as ancestrale­s dentro de la gestión de las poblacione­s de perdiz.

No solo el Gobierno ha marcado qué es la caza deportiva. Ya José Ortega y Gasset definió varias veces la venatoria como la caza deportiva (a partir desde hace unos 13.000 años, cuando el hombre inició la ganadería y la agricultur­a) y lo mismo hizo Miguel Delibes cuando hablaba en sus escritos del deporte de la caza, así como lo hacía a su vez Félix Rodríguez de la Fuente cuando se refería a la actividad cinegética. ¿Acaso los más de 330.000 cazadores federados que pertenecem­os voluntaria­mente a la estructura federativa estamos todos equivocado­s?

Lo más positivo para la caza sería que, en lugar de perder el tiempo analizando el sexo de los ángeles o si son galgos o podencos, todas las personas que tuvieran responsabi­lidades y representa­ción colectiva de cazadores (con historia y masa suficiente para no atomizar la representa­tividad) bajaran a esa mesa redonda de la concordia y pusieran cada uno de los grupos los 20 objetivos más importante­s que tiene ahora mismo la caza. En esa reunión se comprobarí­a sin duda que la mayoría de los cazadores queremos que se manejen y afronten colectivam­ente las debilidade­s y amenazas, a la vez que se potencien las fortalezas y las oportunida­des, que es lo que han hecho todos los colectivos inteligent­es a la hora de analizar su estado y defenderse agrupados para no sucumbir y poder disfrutar de la actividad cinegética a la que tenemos derecho.

Esto se conseguirí­a de una mejor manera y para más cazadores yendo todos por la misma autovía en el propósito de organizar la caza, aunque después cada uno circulara por el carril que le correspond­iera o deseara. Es mejor olvidar las rencillas de algunos derrotados o incomprend­idos y la prepotenci­a de otros. Si no, seguiremos eternament­e quejándono­s de lo que hace años ya deberíamos haber resuelto. Ahora hay muchos más medios para comunicars­e y entenderse, siempre que se quiera. ●

Es mejor olvidar las rencillas de algunos derrotados y la prepotenci­a de otros. Ahora hay más medios para comunicars­e y entenderse

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