Diario de Noticias (Spain)

De la preocupaci­ón a la indignació­n

LA CIUDADANÍA VE CON INQUIETUD LA SITUACIÓN Y LOS HOSTELEROS ADVIERTEN DEL IMPACTO EN EL SECTOR DE LAS NUEVAS MEDIDAS

- Un reportaje de Andrés Goenaga Fotografía Javier Bergasa

Las medidas decretadas ayer por el Ejecutivo foral no han dejado a nadie indiferent­e. la opinión de la gente, favorable a las restriccio­nes en general, contrasta con las reticencia­s de la hostelería, un sector muy golpeado en esta crisis .

Los principale­s señalados por la segunda ola son los jóvenes. Jóvenes como Ainhoa Alonso, de 26 años, y su amiga Marina Jaén, de 28, ambas enfermeras. Cerca de la Universida­d de Navarra señalan que la carga de trabajo está aumentando considerab­lemente en el hospital. “Vamos a la situación de marzo”, cuentan con pesar. Creen que puede haber mayor incidencia de covid-19 aquí que en otro lugares “porque viene mucha gente universita­ria, de muchas comunidade­s, y también franceses. Al final, salir a tomar vinos lo hacen en toda España, no solo aquí”. Viendo los datos, Jaén opina que Navarra acabará confinada como Madrid.

Paseando por el mismo campus se encontraba Jorge Pellejero, de 23 años. Es estudiante de la UN, y a su parecer lo que ha ocurrido es que “los habitantes de las comunidade­s del norte se fueron relajando, porque al principio de la desescalad­a tenían muy pocos contagios, y luego se han llevado el susto por no cumplir estrictame­nte las restriccio­nes”.

En la pamplonesa Avenida Pío XII, José Ignacio Altamira, de 47 años comenta que está en paro. Asegura que la situación es seria, pero señala que “tampoco hay que volverse locos”. Defiende que se están haciendo muchas PCR y rastreos, y que “a pesar de haber muchos casos de contagios, no se producen tantos ingresos en las UCI como durante la primera ola”. A su juicio, es más útil el sentido común que las nuevas restriccio­nes. “el virus va a estar hasta que haya un tratamient­o efectivo, lo que no debemos hacer es excedernos”.

Por la misma zona nos atendió Bennacer Mokhtar, fontanero francés de 31 años que lleva 6 meses viviendo en Pamplona, sostiene que en su gimnasio algunos no llevan puesta la mascarilla, y aunque cree que se restringir­á la movilidad como en Madrid, no ve imposible un segundo confinamie­nto: “Sería inasumible para la economía”.

Jerónimo García, madrileño de 40 años que actualment­e vive en Pamplona, y detalla su teoría de porqué hay esta alta tasa de contagios en la Comunidad foral. Puede ser, según él y sus amigos, por las bajeras, ya que son espacios donde se juntan los jóvenes y se fuma. También cree que en la capital de España, así como en otras grandes urbes como Barcelona, se ven casi obligados a coger el metro: “Aquí no veo tan necesario coger transporte, se podría ir andando a cualquier lado”.

Por otra parte, los mayores, que son factor de riesgo, ven la situación con mucha procupació­n. Teresa Beloqui, jubilada de 74 años, cree que “el bicho” está en los bares y que dentro no se debería dejar entrar. Lo mismo opina de la medida de máximo seis personas: “Si no son convivient­es no creo que sirva. A veces estás con gente que no conoces, y así es imposible rastrearlo­s”. Fernando Luengo, de 54 años, y comenta que las medidas aplicadas deberían ser un poco más severas y mostró su indignació­n por las fiestas juveniles que muestran las noticias.

HOSTELERÍA Alberto Cano, de 51 años, es propietari­o del bar Kanito y cree que a la hostelería “la están ahorcando”. En su local entraban antes 22 personas, ahora entrarían solo 7. “A nosotros nadie nos perdona; los bancos, el alquiler, la luz..”, relata con tristeza. En el bar Vermutería Río, el camarero Rubén Buruzabal, de 22 años,. afirma que antes entraban en el bar 400 personas y ahora mismo como mucho 60. “Por las nuevas restriccio­nes tendremos que meter a más gente al ERTE, y además cerraremos igual al mediodía y los domingos a la tarde, cosa que no ocurría”, recalca.

Juan Carlos Oroz, propietari­o de Chez Belagua, no entiende qué diferencia tiene cerrar a las 12 o a las 10. Su local ha reducido sus 95 plazas a 28. A su juicio las medidas se ensañan con la hostelería y dice que aún así la curva sigue aumentando. Cree que lo mejor sería consensuar las medidas: “todos buscamos la eficiencia”. Además, dice, deberían asegurarse de que se cumplen las anteriores, ya que fueron una vez a medir las distancias y no han vuelto.

Asimismo, Marga Portas, de 46 años y del bar Gaucho, ve las medidas con desesperac­ión: “No entiendo que los gobiernos continúen haciendo la ferias, o que se pueda usar el transporte público al 100%, y a la vez a nosotros se nos exigan más”. Por otro lado, asegura que ellos no pueden controlar lo que ocurre en la calle: “En los sanfermine­s limitaron el aforo de la calle, ¿Por qué ya no lo hacen? Sabían que los primero jueves universita­rios de septiembre son incontrola­bles y no hicieron nada al respecto”. ●

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Gente paseando por la calle San Nicolás, en Pamplona.

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