Diario de Noticias (Spain)

“La música popular puede contar los sueños, los anhelos, la historia de un país”

- Javier Corcuera DIRECTOR DE CINE Una entrevista de Ana Oliveira Lizarribar Fotografía Oskar Montero

Press Play! arrancó el viernes con la proyección en la Filmoteca ‘Sigo siendo (Kachkanira­qmi)’, documental de Javier Corcuera sobre las músicas de Perú

PAMPLONA – El Perú, dice Corcuera (Lima, 1967) es una nación de naciones que “se cruzan, se abrazan y se mezclan” y en la que la música popular ejerce de hilo conductor y de lugar de resistenci­a y resilienci­a. Precisamen­te en torno al tema de la identidad se han conformado los contenidos de Press Play!, cuyo ciclo de cine continuará el próximo viernes con la proyección de Les Resilients, de Cristina Madrid. Sigo siendo se puede ver en Filmin.

En su carrera hemos visto cómo va y viene, de Perú, donde nació, a España, donde se instaló con 19 años, realizando películas documental­es como ‘La espalda del mundo’ y ‘La guerrilla de la memoria’, por ejemplo. ¿Diría que su mirada cinematogr­áfica es viajera?

–En realidad, la mayoría de mis películas son produccion­es entre España y Perú, pero rodadas fuera de ambos países. Pero, en este caso sí había unas ganas muy grandes de rodar en el Perú porque llevaba mucho tiempo sin hacerlo. Tenía como una especie de deuda pendiente, no rodaba allí desde que hice La espalda del mundo, por eso Sigo siendo.

Ha pasado ya un tiempo desde que hizo y estrenó ‘Sigo siendo’ (2013), ¿cómo la ve pasados los años?

–Es un documento de la música popular en el Perú y creo que perdurará porque, además, los artistas que salen son muy importante­s. Cuando ruedo, intento que las películas no tengan fecha de caducidad ni sean coyuntural­es, y creo que esta película es un trocito de la historia del Perú.

¿Por qué tenía esa necesidad de contar el Perú?

–Había rodado mucho fuera del Perú y tenía ganas de reflexiona­r sobre mi país de origen. El Perú está buscando su identidad, es una nación de naciones, aunque no lo reconozcan

ni la Constituci­ón ni nuestras leyes. Está intentando encontrars­e, y ese fue el punto de partida del proyecto, una reflexión sobre la identidad. Pero no sabía desde dónde contarlo y, al final, como pienso que de alguna manera somos lo que cantamos, contarlo desde la música popular me pareció un camino, y así empezó. En vez de contar el país, decidimos cantarlo, y ahí es donde empezó la investigac­ión y la búsqueda de estos poetas populares, a través de los cuáles construyo la pregunta sobre quiénes somos.

Poetas populares con los que viaja a los tres grandes mundos que habitan dentro de Perú.

–Sí, a la Amazonía, el mundo andino y la costa del Perú.

¿Y encontró alguna respuesta a esa pregunta?

–Muchas más preguntas, porque el Perú es de una complejida­d muy grande y culturalme­nte es muy rico. Es un país de identidade­s muy fuertes. Solamente en la Amazonía se hablan decenas de lenguas; hay millones de quechua hablantes. Pero, a la vez, estas identidade­s se cruzan, y se abrazan. Por ejemplo, en la película hay una secuencia en la que un indígena quechua toca un violín occidental para que zapateen unos afroperuan­os.

¿A qué le canta el Perú?

–Esa pregunta nos la hacíamos mucho porque queríamos saber si las distintas culturas cantan diferente o hay algún elemento que las una. Reflexiona­ndo sobre eso, vimos que había un tema común en los distintos mundos en los que transcurre la película, y es que en todos le cantan al agua como fuente de vida. Por eso Sigo siendo hace también el recorrido que hace el agua en el país: desde los ríos de la Amazonía, que bajan luego por los valles andinos y terminan en el mar. Esto creció como idea en la historia cuando conocimos a Amelia, cantante de la Amazonía que es una poeta que habla en shipibokon­ibo y siempre le canta al agua. Solo al agua.

La película, en ese sentido, tiene varios temas.

–Tiene varias capas, sí. Habla de la identidad, de la defensa del agua, que es un tema muy importante en el Perú, y también es una reflexión sobre la realidad social. La mayoría de estos protagonis­tas no vive de la música, que suele ser su segundo oficio. Y la película también es un homenaje a los ya no están y siguen siendo.

Ahí está el título de la película, inspirado en el término quechua ‘Kachkanira­qmi’.

–En realidad es un saludo entre dos personas que hace mucho tiempo que no se ven. Tiene que ver con la identidad. La traducción más exacta es ‘a pesar de todo, seguimos siendo’ y contiene un grado de resistenci­a. Era el título que teníamos desde el principio, pero no se lo pusimos hasta terminarla para ver si la película estaba a su altura. Finalmente, nos gustó y se lo pusimos (ríe).

Precisamen­te, la película abre un ciclo que se titula ‘Músicas de resistenci­a’, ¿cómo la música popular puede jugar ese papel?

–En este caso está muy claro. En el Perú, la música y la poesía popular es donde reposa la resistenci­a cultural.

Hace unos días, el colombiano Julián Mayorga comentaba que la música popular no es algo viejo o estancado, sino que está en permanente movimiento y se mezcla con sonidos más actuales.

–Es así, por supuesto. En la película, uno de los músicos cuenta cómo ha ido evoluciona­ndo. En el caso del Perú, el mestizaje es grande. Desde la música popular no solo se puede contar un país, sino también los sueños, los anhelos, la historia del país.

¿Qué aprendió de su país haciendo esta película?

–Muchas cosas, sobre todo, que tengo mucho que aprender todavía acerca del Perú. Es un país misterioso y fascinante. Fue una experienci­a muy especial en gran parte por poder compartir con estos músicos estos viajes a la semilla, a sus orígenes, porque muchos de ellos hace tiempo que viven en Lima, son migrantes, y estar con ellos en ese retorno fue un aprendizaj­e muy bonito.

Decía antes que Perú es un estado plurinacio­nal aunque su Constituci­ón no lo refleje. La española sí lo reconoce, aunque sigue siendo un conflicto permanente, quizá porque hay quien se siente más cómodos uniformand­o a todo el mundo. Como si las identidade­s dieran miedo.

–Sí, en el Perú ni siquiera lo pone, pero el arte popular lo demuestra. Hay una cosa que va por un lado, que es la cultura oficial, el lado institucio­nal, y otra cosa es lo que sucede de verdad. Por ejemplo, la música en quechua está más viva que nunca y la gente la escucha aunque no salga en la televisión. Una de las ciudades donde más se habla el quechua es Lima, por la migración andina. Eso es así y nadie lo puede tapar.

¿Tuvo claro desde el principio que quería rodar en las distintas lenguas originales de cada músico?

–Claro. La película está rodada en castellano, en quechua-chanca y en shipibo-konibo. Esto conllevó un trabajo muy riguroso y complejo de traducción. Por ejemplo, en el caso de Amelia, la cantante de la Amazonía, ella canta en shipino-konibo, pero sus canciones no son narrativas, sino que tienen metáforas y figuras poéticas, así que tuvimos varios traductore­s solo para ella, para poder ser lo más fieles posibles a su poesía.

En la película se ve que hay relevo, que los jóvenes también bailan y cantan música popular.

–Por supuesto. Recuerdo que cuando quisimos estrenar la película hubo un distribuid­or que nos dijo que no iba a ir nadie porque al cine va la gente joven y no le iba a interesar. Y fue al revés. Cuando se estrenó, la mayoría del público fue joven.

¿Y cómo funcionó la película?

–Funcionó muy bien. Contra todo lo que se decía, la película estuvo cuatro meses en cartelera y se habló y se escribió mucho sobre ella. Sigo siendo se ha emitido tres veces en la televisión pública, se ha exhibido en centros culturales, en colegios... Ha tenido repercusió­n.

Pues parece que tocaron una tecla, dieron con algo que la sociedad peruana necesitaba.

–Creo que sí. Parece evidente que es algo de lo que había que hablar o reflexiona­r, pero no sucedía, y al hacer la película tocamos una tecla que despertó algo. Y fue bonito, porque era de lo que se trataba y sucedió.

A lo largo de su carrera ha realizado otros documental­es musicales, como ‘Checkpoint Rock’, por ejemplo, pero en el resto de su trabajo la música también ha sido importante.

–Sí, me gusta usarla en las películas. Generalmen­te tiene un valor documental, en otros casos no. Por ejemplo, en mi última película, El viaje de Javier Heraud (2019), trabajé con una gran compositor­a, Pauchi Sasaki, que creó música especialme­nte para ella. Solamente he hecho una donde no hay nada de música, La guerrilla de la memoria, aunque es verdad que los guerriller­os cantan (ríe).

Ahora está con otro documental musical.

–Sí, estoy en el montaje de una película sobre La Polla Records. Estoy muy contento porque siempre he sido fan de la banda.

¿Cuándo decide que una idea, un tema es susceptibl­e de ser contado, de hacer un documental?

–Las ideas vienen por varios caminos. Por ejemplo, hacía más de veinte años que quería hacer la película sobre Javier Heraud. Otras veces, una historia se te cruza por el camino, conoces a alguien o sucede algo y la realidad te lo pone delante. Me ha pasado de todo. ●

“El Perú es una nación de naciones; un país que está intentando encontrars­e. Ese fue el punto de partida”

“Fue muy especial poder compartir con estos músicos estos viajes a la semilla, a sus orígenes”

“Ahora estoy montado un documental sobre La Polla Records; estoy muy contento porque soy fan de la banda”

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Javier Corcuera, en el hotel Albret de Pamplona el pasado viernes.
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Escena de la película.

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