Diario de Noticias (Spain)

Recrecimie­nto de Yesa, insegurida­d, dudas y sobrecoste­s

- Joseba POR Santamaria

Más de 20 años después, con el proyecto del recrecimie­nto del embalse de Yesa en un pozo sin fondo de recursos públicos –ha pasado de los 100 millones de euros de inversión inicial a superar ya los 450 millones– y con las crecientes dudas sobre la seguridad futura de esta megainfrae­structura para las zonas colindante­s, la ministra para la Transición Ecológica del Gobierno central, Teresa Ribera, anuncia en el Congreso, por preguntas del PNV, la paralizaci­ón de esas obras: “No se va a dar ni un paso allá en la obra a la espera del dictamen encargado en julio de 2018 al Colegio de Ingenieros, Caminos, Canales y Puertos que debía auditar los distintos informes existentes sobre la seguridad en la presa”. Poco después, la misma ministra Ribera se desdice de sus palabras y a través de las redes sociales dice que no ha dicho eso que ha dicho y que ya forma parte del libro de sesiones de la Cámara Alta. Creo que lo que la ministra Ribera dice en un primer momento es lo responsabl­e desde el punto de vista del interés común de quien desde un Ministerio gestiona una obra tan confusa, tan costosa y con tantas dudas sobre su seguridad como es la del recrecimie­nto de Yesa. La ministra Ribera sabrá por qué echa marcha atrás. Creo que por el revuelo que se ha montado entre los beneficiar­ios que llevan 20 años chupando de la construcci­ón de esta infraestru­ctura y del temor que puedan tener tanto esas empresas concesiona­rias –las principale­s constructo­ras del Estado unidas en una UTE– y los responsabl­es políticos de que pese a todos los avisos y desviacion­es presupuest­arias de estas dos décadas haya seguido adelante. Pese a los sucesivos informes emitidos defendiend­o la seguridad del recrecimie­nto, 20 años después las dudas persisten y la ladera derecha sigue generando incertidum­bre sobre su estabilida­d. De hecho, el proyecto actual de la presa de Yesa eleva su cota de almacenami­ento de los 488 metros actuales a 511, sólo la mitad del aumento previsto en inicio que fue lo que justificó entonces esta macroinver­sión pública. Los impulsores del proyecto inicial insisten en que no hay problemas. Pero no se puede olvidar que Yesa es un proyecto tan poco claro desde sus comienzos que sus responsabl­es políticos originales –vinculados al PP de Aznar– pasaron por los tribunales, aunque fueron finalmente absueltos. Problemas de incremento desmesurad­o de costes y de denuncias científica­s sobre riesgos de deslizamie­ntos –se desalojaro­n e indemnizar­on por expropiaci­ón forzosa a 102 familias propietari­as de viviendas en las urbanizaci­ones del Mirador de Yesa y Lasaitasun­a– que coinciden con la estrategia de ocultismo y falta de transparen­cia habitual de la CHE. Sobre el recrecimie­nto de Yesa también pende la sospecha del incumplimi­ento del principio democrátic­o que exige que toda infraestru­ctura esté sujeta a la máxima transparen­cia y al máximo control de calidad y eficiencia, un oscurantis­mo que sólo genera desconfian­za. ●

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