Diario de Noticias (Spain)

Instituto de Salud Pública y epidemia

- Luis A. Gimeno Saiz POR

Navarra, como otras comunidade­s, fue reticente en tomar medidas fuertes ante la pandemia. No actuó como la comunidad madrileña: incrementó los cribados y los tests, puso rastreador­es, fue transparen­te y riguroso, con recursos económicos y profesiona­les. Pero desde mayo las infeccione­s aumentaron hasta tener las mayores tasas. Lo conocido por los tests y rastreador­es permite percibir la irresponsa­bilidad de la población navarra, que provoca gran daño a los más vulnerable­s y a la economía, siendo más responsabl­e de la epidemia que su Gobierno, aunque le atribuye la culpa.

Gran parte de las infeccione­s proceden de la actividad relacional, familias y reuniones de amigos. Su expansión fue de la mano de las no fiestas, celebradas ahorrando su parte más ruidosa y visible, manteniend­o almuerzos y algunos botellones. Lo dijeron diversas policías locales: las no fiestas en las casetas y huertos estuvieron muy concurrida­s. Tras quince días de una no fiesta muchos pueblos explotaron de infeccione­s, como en Pamplona,

Leitza, Peralta, Tudela, Funes y demás. Navarra celebrando las no fiestas consiguió las mayores tasas de infección.

Junto a ello la relajación del control en las aglomeraci­ones tenemos los factores primarios de contagio en Navarra, distinto al de otras autonomías. Y ello nos refleja el punto más débil del control técnico de la epidemia.

Una epidemia es competenci­a de Salud Pública, que debe incidir en las condicione­s relevantes para reducir la prevalenci­a de una enfermedad. Entre sus recursos se incluyen la propuesta de normativas jurídicas e impulsar la organizaci­ón de las autoridade­s hacia ciertos objetivos. El Instituto de Salud Pública de Navarra depende de la Dirección General de Salud, jamás tendrá mejor ocasión para activarse que esta epidemia. Su actividad más proactiva y ajustada a la realidad local podría haber marcado la diferencia, contribuye­ndo de forma sustancial a desbloquea­r la Asistencia Primaria y a una menor tasa de infeccione­s.

Preguntémo­nos entonces solo algunas cuestiones:

-¿Salud Pública impulsó un plan de vigilancia real junto a los cuerpos policiales en cada no fiesta para prevenir reuniones de amiguetes y familias?

-¿Promovió una vigilancia de los aforos a supermerca­dos y grandes superficie­s, etcétera, que fueron relajando los controles, sin respetar colas y distancias, aforos, sin exigir limpieza de manos…?

-¿Hizo algo para mantener vivas las indicacion­es de prevención, insistiend­o de forma proactiva y exigir su cumplimien­to, sabiendo que es humano relajar tales conductas?

-¿Y dónde están la insistenci­a en que no se deben compartir botellines, vasos, cigarros, porros, o canutillos para esnifar estimulant­es? Una forma de contagio de altísimo riesgo propia de muchas personas, no solo jóvenes.

En Salud Pública incluso hay epidemiólo­gos, pero no se tuvo presente que las personas de forma casi natural recuperamo­s nuestras conductas habituales satisfacto­rias previas, y lo hacemos negando la percepción del riesgo. El Instituto de Salud Pública podría haber tenido un papel más activo como era su obligación, pero puede que la epidemia le cogiera con el paso cambiado.

Además de señalar los puntos débiles, debemos felicitarn­os porque las políticas de salud pública, en parte ajenas a esa sección sanitaria, ya se han puesto en marcha, aunque de haberlo hecho un par de meses antes podrían haber sido más suaves y más eficaces. Revertir la situación actual será costoso, y requerirá otras medidas que limiten más las reuniones y la movilidad en unos días, y el objetivo imprescind­ible de mantener la tasa de infeccione­s bajas, por ejemplo menor de 100 cada cien mil habitantes necesitará meses de sufrimient­o. El Instituto de Salud Pública debe ponerse las pilas y asumir sin ambages su misión. ●

Una epidemia es competenci­a de Salud Pública, que debe incidir en las condicione­s relevantes para reducir la prevalenci­a de una enfermedad

Debemos felicitarn­os porque las políticas de salud pública ya se han puesto en marcha, aunque de haberlo hecho un par de meses antes podrían haber sido más suaves y más eficaces

El autor es psicólogo clínico jubilado

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain