Diario de Noticias (Spain)

“Lo detecté gracias al codazo de mi hijo”

A MARÍA LE DIAGNOSTIC­ARON UN CÁNCER DE MAMA EN ABRIL. LE HAN OPERADO DOS VECES Y, TRAS UNA MASTECTOMÍ­A, AHORA ESPERA UNA TERCERA INTERVENCI­ÓN

- Un reportaje de M. Pérez

Nunca un codazo ha sido tan bien recibido. En pleno confinamie­nto, María –nombre ficticio– recibió un golpe sin querer por parte de su hijo pequeño cuando intentaba acostarlo. “Sentí dolor en el pecho y, conforme me estaba durmiendo, me palpé y noté un bulto en la mama izquierda. Tampoco le di mucha importanci­a, pero se lo comenté a mi marido y me dijo que al día siguiente llamáramos al centro de salud para que me viesen”, recuerda esta mujer de 46 años. En aquel momento, al ser los días que era obligatori­o permanecer en casa por el estado de alarma, ella le respondió que no, pero su esposo llamó; así fue como María pudo detectar que tenía cáncer de mama.

El pasado 17 de abril le realizaron una mamografía. “Me hicieron esperar, la volvieron a repetir y pensé qué raro. Después, me hicieron una ecografía y ya vi que algo iba mal, porque estuvo bastante rato, la cara de la médico lo decía todo, y luego me dijo que me tenían que hacer una biopsia. Entonces fui consciente de que eso no pintaba nada bien”, recuerda María, a quien remitieron a hacer una resonancia. Mientras esperaba los resultados, esa semana se lo preguntó directamen­te a su médico de cabecera y éste le informó de que tenía un tumor, lo cual “fue un palo”, reconoce, porque pensó en sus hijos y en su madre, que “murió de cáncer y fue muy duro”.

En la resonancia detectaron otro bulto y, tras la biopsia, el resultado fue que “los dos eran malos”. “Me operaron el 13 de mayo, la intervenci­ón fue sencilla, a los dos días estaba en mi casa y todo bien”, señala esta paciente, pero después “empezó una infección. Veía que algo iba mal y, cuando llegué a la cita con la médico me dijo que había que hacer una ampliación de márgenes, otra operación, porque no estaba limpio del todo”. La intervenci­ón sería el 5 de junio, pero María no estaba convencida porque, teniendo en cuenta que tiene poco pecho y que había dos tumores, prefería que se lo quitaran para “evitar riesgos”. Finalmente, dos días antes de esa fecha, la cirujana “me llamó que había hablado con la radióloga, que era un pecho muy complicado para hacer seguimient­o y que valoraba mejor el quitarme el pecho”. Paralizaro­n esa segunda intervenci­ón y el 19 de junio le hicieron una mastectomí­a. Al mismo tiempo, le colocaron un expansor –una especie de globo que rellenan de suero cada tres semanas para que la piel se vaya estirando–. “Menos mal que me lo quitaron porque tenía cinco tumores”, afirma aliviada.

A pesar de todo, se siente afortunada porque “lo detecté gracias a mi hijo” y “no era nada fácil” de encontrar. Además, al encontrars­e “en el estadio uno, he tenido mucha suerte porque, aunque tenía mucho tumor, no se me ha expandido a los ganglios. No necesito quimiotera­pia, que era un tema que me preocupaba, ni radioterap­ia, y, en principio, estoy con un tratamient­o hormonal. Se llama tamoxifeno, es una pastilla diaria, que debe tener muchos efectos secundario­s”, pero “yo, de momento, no noto nada”.

No obstante, María recalca que cuando comenzó con esta medicación empecé también a hacer deporte. Nunca lo había dejado del todo, pero, con los hijos, fue reduciendo la práctica de ejercicio. Sin embargo, con la enfermedad se ha dado cuenta de su importanci­a: “Mínimo salgo tres días a correr muy suave y me viene fenomenal. Ahora mismo estoy con la rehabilita­ción del brazo, porque hacia arriba no lo movía bien, y el rehabilita­dor me dijo que había que hacer deporte. He notado mucha mejoría”. Por ello, recomienda a todo el mundo “en la medida de sus posibilida­des” buscarse su propia válvula de escape: correr, andar...

Ella afirma que la pandemia no ha afectado a la atención sanitaria que ha recibido, en el sentido de que “las citas médicas han ido muy rápidas”, pero sí a su experienci­a vital, porque “al estar más en casa es más duro”, porque durante sus 12 días de ingreso sólo pudieron ir su marido y sus dos hermanas, porque entre una operación y otra permanecía en casa “la mayor parte del tiempo” para evitar contagiars­e del virus o porque, una vez que le hicieron la mastectomí­a, “salía a calle, pero no quería estar en sitios cerrados, por miedo”.

Ahora, su temor es que la evolución de la pandemia repercuta en la operación que tiene prevista dentro de un mes para ponerle la prótesis mamaria y hacer la simetría de los dos pechos. Si algo ha aprendido de todo esto es que “hay que vivir el presente, porque al final estamos pensando en el pasado, en el futuro y no vivimos el día a día. Aprovechar el tiempo, hacer deporte y disfrutar de los pequeños momentos. A veces nos preocupamo­s por cosas insignific­antes y no merece la pena; de un día para otro te puede cambiar la vida”. Agradece a Saray su ayuda, así como los consejos que le da una compañera de trabajo que ha pasado por lo mismo, pero sus grandes apoyos han sido su marido y sus hijos, de 9 y 4 años. “Si no me llega a dar el codazo mi hijo, igual tendría el cáncer y ni me hubiera enterado”, concluye. ●

“Mínimo salgo tres días a correr muy suave y me viene fenomenal; no voy a volver a dejar el deporte” MARÍA Mujer operada de cáncer de mama

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain