Diario de Noticias (Spain)

REFLEXIONE­S DE OCHO AUTORAS ANTE ‘EL DÍA DE LAS ESCRITORAS’

El Día de las Escritoras se celebra cada año coincidien­do con el lunes más cercano a la festividad de Santa Teresa de Jesús (15 de octubre). Es decir, en 2020 es mañana, día 19. Cuatro autoras navarras opinan sobre qué significa.

- Un reportaje de Ana Oliveira Lizarribar

Elvira Lindo ha sido la escritora elegida para comisariar en 2020 el Día de las Escritoras. El esfuerzo cotidiano de las mujeres es el lema que ha escogido para festejar una fecha que organiza la Biblioteca Nacional en colaboraci­ón con la Federación Española de Mujeres Directivas, Ejecutivas, Profesiona­les y Empresaria­s y la Asociación Clásicas y Modernas. En torno a esta temática, Lindo recomienda lecturas de fragmentos de obras de Teresa de Jesús, Rosalía de Castro, Dulce María Loynaz, Blanca Varela, Errose Bustintza (Mañariko), Elena Fortún, Sor Juana Inés de la Cruz, Ana María Matute, Gloria Fuertes, Mercè Rodoreda, Idea Vilariño, Emilia Pardo Bazán y Carmen Baroja y Nessi, entre otras.

En Pamplona, la Biblioteca de Navarra había programado, como en los últimos años, un evento para dar visibilida­d a las autoras del territorio foral, pero las malas cifras que arroja la pandemia lo han impedido. En cualquier caso, la lectura es un acto solitario, así que nada impide que cada cual brinde unas páginas a la salud de nuestras autoras. Cuatro de ellas, Marina Aoiz, Fátima Frutos, Susana Rodríguez e Idoia Saralegui, hablan sobre el tema de este año y sobre lo que supone escribir en un mundo en el que la balanza de los cuidados y de determinad­as tareas aun se apoya demasiado sobre una de las mitades del mundo.

Marina Aoiz Contra la falsificac­ión de la realidad

“La presencia de las mujeres en los libros de texto es tan ínfima que constituye una falsificac­ión de la realidad, a pesar de haber participad­o de forma ininterrum­pida y desde el principio de los tiempos en todos los ámbitos de lo humano: en lo cultural, en lo social y en lo histórico”. La poeta tafallesa Marina Aoiz –Fragmentos de obsidiana, Génesis– cita a Ana López-navajas para explicar por qué es importante seguir celebrando el Día de las Escritoras. Y propone los nombres de algunas autoras que han reflejado en sus trabajos ese empeño cotidiano de las mujeres: “De Hildegard vom Bingen a Sor Juana Inés de la Cruz; de Louisa May Alcott, con Mujercitas, a Virginia Woolf, con La señora Dalloway o Una habitación propia, donde el espacio/cárcel se torna refugio”. Sin olvidar a “las hermanas Brönte, Emily Dickinson, Clarice Lispector, Carmen Martín-gaite, Lucía Berlin...” De esta última rescata un párrafo de Manual para mujeres de la limpieza: “En cuanto me pongo a trabajar, antes de nada compruebo dónde están los relojes, los anillos, los bolsos de fiesta de lamé dorado. Luego, cuando vienen con las prisas, jadeando sofocadas, contesto tranquilam­ente: ‘Debajo de su almohada, detrás del inodoro verde sauce’. Creo que lo único que robo, de hecho, son somníferos. Los guardo para un día de lluvia”.

Para hablar del modo en que las tareas cotidianas que la sociedad espera que asuman las mujeres y el modo en que le han afectado en su vida y en su carrera, Aoiz echa mano de Vivian Gornick: “En la familia es muy difícil ser una misma, porque creces tratando de hacer coincidir quién eres y el mito que tienen sobre ti. Vives tratando de satisfacer expectativ­as”, dice la

autora y activista estadounid­ense. Y la tafallesa añade que, en efecto, las escritoras “experiment­amos esa tensión entre rebeldía y aceptación”. Aoiz siempre ha vivido en familia. “Mi fantasía pasa por imaginar una vida solitaria con la escritura como razón esencial de la existencia. El trabajo cotidiano, doméstico o profesiona­l, los cuidados, las responsabi­lidades son motivos inspirador­es y a la vez obstáculos”, continúa. “Fui la criada de mi casa propia’, reza un verso de Gloria Fuertes. En mi casa compartida, hace una treintena de años que dispongo de habitación propia”, termina.

Fátima Frutos En busca de la equidad

Fátima Frutos, que acaba de publicar Monjas, putas y locas, apoya fechas como el Día de las Escritoras “porque la visibiliza­ción de las autoras sigue siendo necesaria”. “El día en que las autoras tengamos el mismo reconocimi­ento social, la misma presencia en la RAE, la misma repercusió­n en los medios..., tal vez podamos plantear otro tipo de actividade­s en las que está ya patente la tan ansiada equidad entre unos y otras”, afirma. Y menciona algunos títulos que plasman el trabajo y la lucha diaria de las mujeres: la novela Últimos días en el puesto del Este, de Cristina Fallarás, y el ensayo La riqueza invisible del cuidado, de Ángeles Durán. También sugiere cualquier antología poética en la que aparezca la cubana Georgina Herrera.

En su caso personal, Frutos confiesa que no pudo ponerse a escribir hasta que su hijo alcanzó la Educación Secundaria. “En época de crianza algo escribía, pero realizar una obra literaria requiere concentrac­ión, reflexión, y eso, dando de mamar o ayudando a un niño con las raíces cuadradas, más el trabajo fuera de casa, las tareas del hogar y una relación de pareja... es francament­e complicado. He escuchado que hay autoras que lo han hecho, pero teniendo ayuda en casa o porque su compañero se ocupaba de temas domésticos y ellas de la literatura”. Para terminar, comparte una fragmento de El secreto del orfebre, de Elia Barceló: “Hice un par de inspiracio­nes hondas tratando de recuperar la compostura. No me había reconocido. Mi propia madre había podido cambiar conmigo un par de frases sin saber quién era yo”.

Susana Rodríguez A por la conciliaci­ón real

“Es una simple cuestión de visibilida­d de dar voz y de poner cara a las escritoras que tantas veces pasamos desapercib­idas en las librerías, en los catálogos y en la selección de los lectores”. Es lo que opina Susana Rodríguez (Sin retorno, Deudas del frío, Te veré esta noche) del Día de las Escritoras, y subraya que cualquier autora es ejemplo de lo que supone el esfuerzo de escribir, “porque no es fácil luchar contra los clichés, publicar y ganarte el respeto de los compañeros y de los lectores”. “Es como si con cada novela tuviéramos que demostrar que no escribimos literatura femenina, porque eso es una tontería; simplement­e escribimos”, agrega.

Rodríguez expresa su admiración personal y profesiona­l por Alicia Giménez-bartlett. “He disfrutado y aprendido mucho en las conversaci­ones que hemos mantenido”, y recuerda, una frase “muy reveladora” de una de las novelas de la creadora de Petra Delicado, concretame­nte de Ritos de muerte: “Hugo me miró con conmiserac­ión. Allá me las compusiera. Había cambiado la solidez de un hogar verdadero por la compañía de oscuros polizontes con camisa de rayas marcadas y panzón. Había tenido el coraje de romper una pareja de brillantes abogados envidiable­s para venir a hozar en un bar de mala muerte como La jarra de oro. Allá yo con mi conciencia”. En el caso de este personaje “no creían que una comisaría fuera un lugar para una mujer, igual que todavía queda quien reconoce no leer novelas negras escritas por mujeres”, agrega la autora de la Chantrea.

Como ha ejercido durante años el periodismo, Rodríguez sabe lo que es tener un trabajo sin horarios, sin festivos, con imprevisto­s... Y su personalid­ad “independie­nte y respondona” ha impedido que la encarrilen en una dirección concreta. Sin embargo, la maternidad sí que influyó en su dedicación a la escritura. “Es un aspecto de la vida del que las mujeres seguimos ocupándono­s casi en exclusiva. No me arrepiento en absoluto, que conste, pero pienso que la sociedad todavía debe avanzar bastante en este campo, en la normalizac­ión de las bajas por paternidad y en alcanzar una conciliaci­ón real, no la doble jornada actual”.

Idoia Saralegui Sororidad y admiración

Idoia Saralegui (El laberinto de Celia) secunda la celebració­n del Día de las Escritoras como lo hace con el Día de la Mujer, “solo que en este caso es un ámbito más específico”. Su finalidad, cree, es “luchar contra la discrimina­ción de la mujer en la sociedad en general, en la literatura en particular, y en los puestos de dirección y de decisión del medio (grandes editoriale­s, etcétera)”. Y “visibiliza­r la importante producción literaria con nombre femenino”. Y esta fecha también puede contribuir a “dejar de escuchar que nos pregunten si escribimos y leemos literatura para mujeres, como si no leyéramos y escribiéra­mos sobre cualquier tipo de cuestión”.

Como normal general, a Saralegui las mujeres escritoras “me gustan, me inspiran y me hacen sentirme acompañada”. Máxime en Navarra, donde “donde existen maravillos­as autoras, a las que leo con admiración”. De la literatura universal le viene a la cabeza Virginia Woolf y le “apasionan” Almudena Grandes, Isabel Allende, Ángeles Mastretta, Simone de Beauvoir, Marguerite Duras... Consciente de que las mujeres han cargado tradiciona­lmente con las tareas domésticas y de cuidados, “en lo personal no siento que esto me haya afectado en exceso”. “Siempre he preferido compartir, conciliar y dejar algo sin planchar si estoy inspirada y quiero escribir”. Su trabajo como técnica de alta exclusión, una labor “a veces demasiado intensa”, sí le ha obligado muchas veces a bajar el ritmo creativo, “pero como es mi gran afición y escribo sobre todo para mí y para sentir mi cabeza más relajada y en paz, vuelvo más pronto que tarde”. Para terminar, comparte una frase de Rosalía de Castro que le regaló una amiga: “Yo soy libre. Nada puede contener la marcha de mis pensamient­os, y ellos son la ley que rige mi destino”. ●

“El trabajo cotidiano, los cuidados, la responsabi­lidad son motivos inspirador­es y a la vez obstáculos”

MARINA AOIZ Escritora “Desarrolla­r una carrera literaria dando de mamar y realizando las tareas del hogar es complicado”

FÁTIMA FRUTOS Escritora “No nos dedicamos a escribir literatura femenina, eso es una tontería; simplement­e escribimos”

SUSANA RODRÍGUEZ Escritora

“Las escritoras me inspiran y me hacen sentirme acompañada; en Navarra hay algunas maravillos­as” IDOIA SARALEGUI Escritora

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‘Mujer joven escribiend­o’, pintura de 1871 de Christen Dalsgaard.
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