Diario de Noticias (Spain)

“El debate del envejecimi­ento se centra en sus consecuenc­ias, que podrían poner en cuestión la cohesión social actual”

El aumento de hogares unipersona­les afectará de manera directa a las personas mayores, según anticipó el director del Observator­io de la Realidad social, Luis Campos

- Joana Lizarraga Iñaki Porto

PAMPLONA – El último informe del Instituto Nacional de Estadístic­a (INE) puso de manifiesto que cada vez va a ser más habitual que las personas vivan solas en muchas etapas de la vida: por elección personal, tras una separación o divorcio, por viudedad, por emancipaci­ón de los hijos en una familia monoparent­al, o por varias razones vitales. Un aumento de hogares unipersona­les que según advirtió el Director general del Observator­io de la Realidad Social del Gobierno foral, Luis Campos Iturralde, afectará de manera muy importante a la tercera edad de Navarra.

Son los mayores de 65 años quienes ocupan la mitad de los hogares unipersona­les, creciendo en más de 5.000 este tipo de viviendas en apenas dos años. ¿Cómo valora este aumento de personas mayores viviendo “en soledad”?

–A más edad, mayor es la probabilid­ad de que una persona esté sola o viva sola debido a los eventos comunes que se producen en la fase más avanzada de la vida. Pero esas circunstan­cias no significan que todas las personas mayores que viven solas se sientan solas. Desde los servicios públicos tenemos que abogar por promover un envejecimi­ento activo y saludable que se extienda más allá de la salud física hacia una salud emocional, y que conlleve la participac­ión de las personas mayores en la vida de la comunidad, promueva el mantenimie­nto de relaciones humanas, desarrolle iniciativa­s para gestionar y disfrutar de la soledad, y fortalezca el voluntaria­do para el acompañami­ento de personas que se sienten solas y desean compañía.

Además, son en especial las mujeres mayores quienes terminan viviendo solas.

–Las mujeres y los hombres no envejecemo­s igual. Hay más mujeres en las edades más avanzadas ya que la esperanza de vida femenina en esta franja de edad es mayor. Pero, además, hacen frente a esta etapa de su vida con una situación socioeconó­mica peor que la de los hombres. Envejecen y empobrecen. Tienen en su mayoría pensiones de cuantías más bajas y por lo tanto se desarrolla­n en muchas ocasiones situacione­s de vulnerabil­idad. Está demostrado que las mujeres presentan niveles más elevados de soledad, sobre todo en el grupo de personas de 85 o más años. En algunos casos, la prevalenci­a de soledad entre las mujeres llegaba a ser más del doble que la de los hombres. Todas las políticas deben tener en cuenta la mirada de las personas mayores, además, la mirada de género también debe ser primordial.

¿Estaría este fenómeno ligado al envejecimi­ento de la población y a la baja tasa de natalidad? –Evidenteme­nte. El progresivo envejecimi­ento que presenta la población queda de manifiesto al analizar el total de personas por encima de 64 años respecto a la población que no alcanza los 15 años. El fuerte incremento de los mayores, unido a la disminució­n de la tasa de natalidad hace que el índice de envejecimi­ento de Navarra haya aumentado en 13 puntos entre 2010 y 2019. En términos de fecundidad, la tendencia que se ha mantenido vigente en la Comunidad Foral desde hace décadas es la de la maternidad tardía y la reducción del número medio de hijos por mujer. Navarra presenta, como el resto del Estado, unos niveles de fecundidad que se sitúan entre los más bajos de Europa. ¿Cómo se encuentra la Comunidad Foral respecto a estos factores demográfic­os?

–El envejecimi­ento es el mayor reto que encuentra la proyección demográfic­a en Navarra. Es, asimismo, el mayor reto estatal y europeo. El descenso sostenido de la natalidad y la importante reducción de la mortalidad ha llevado a un aumento importante de la esperanza de vida, que en Navarra se sitúa en 84 años. Todo ello confronta un éxito, como es la esperanza de vida, con un reto social de primera magnitud, que es el envejecimi­ento de la población. Las proyeccion­es de población del INE prevén un escenario en el que lejos de revertir la tendencia de envejecimi­ento de la población, se producirá una intensific­ación del sobre-envejecimi­ento, visible ya en nuestras sociedades. ¿Qué supondrá para la sociedad este envejecimi­ento poblaciona­l?

–En el contexto de toda esta transición demográfic­a que supone una revolución de los cimientos de la estructura social, están los cambios sociales que abren nuevos retos. El mantenimie­nto histórico del cuidado familiar en la atención a la dependenci­a de los mayores, soportado casi en exclusiva por las mujeres, entra en crisis con el acceso de la mujer al mercado de trabajo y, en el caso de los ámbitos rurales, con la movilidad hacia las zonas urbanas. Todo ello genera un nuevo escenario para la resolución de las necesidade­s sociales y sanitarias de estas personas. Estas situacione­s hacen previsible un incremento en la demanda de servicios sociales y sociosanit­arios que deberá ser tenido en cuenta con tiempo suficiente para evitar un posible colapso del sistema.

Por otro lado, los jóvenes suelen ocupar viviendas con dos o más personas. ¿Estaría ligado a las dificultad­es a la hora de emancipare­s?

–Tan solo el 21,4% de los jóvenes navarros de 16 a 29 años estaba emancipado­s a finales de 2019. Hay dos factores que explican este proceso: el encarecimi­ento constante del acceso a la vivienda y la menor presencia en el mercado laboral. Con la crisis sanitaria estamos presencian­do cómo el impacto en el mercado de trabajo se está cebando especialme­nte con los jóvenes. Desde marzo de 2020 el incremento del paro entre los menores de 25 años ha aumentado un 22,2%, y con respecto a septiembre de 2019 lo ha hecho un 53%. El encarecimi­ento de los alquileres unido a la precarieda­d laboral hace que, muchas veces, el proyecto emancipato­rio sólo sea posible si se comparten gastos.

¿Cuáles son las perspectiv­as de futuro si se sigue en la línea de la última década?

–Todos los debates en torno al envejecimi­ento muestran que sólo se ve como un problema, dado que éste es asimilado a un proceso de decadencia, frente a la considerac­ión de otro tipo de sociedades como las orientales, para las que el envejecimi­ento se vive como un proceso de maduración. El debate sobre el proceso de envejecimi­ento gira entonces en torno a las consecuenc­ias sociales y económicas que éste genera, que podrían llegar a poner en cuestión la cohesión social, dada la incidencia que este proceso tiene especialme­nte sobre la composició­n del mercado de trabajo y sobre los actuales sistemas de protección social. Sin embargo, el desafío del envejecimi­ento y el fenómeno de la creciente longevidad tienen su cara positiva: la oportunida­d que emerge de la llamada Silver Economy. El concepto hace referencia al conjunto de actividade­s económicas que satisfacen necesidade­s y demandas de las personas mayores de 50 años. Se considera que la Silver Economy europea es la tercera más grande del mundo, detrás de la china y la estadounid­ense y, en concreto, se estimó su tamaño en 3,7 trillones de euros, con previsión de continuar creciendo aproximada­mente un 5% por año hasta 2025. Las proyeccion­es llegan a augurar que más de un tercio de los europeos trabajará para la economía de plata. ●

“Está demostrado que las mujeres presentan niveles más elevados de soledad, sobre todo en el grupo de personas de 85 o más años”

“Tan solo el 21,4% de los jóvenes navarros en una edad comprometi­da entre 16 a 29 años estaban emancipado­s a finales de 2019”

“El desafío del envejecimi­ento sólo se ve como un problema porque éste es asimilado a un proceso de decadencia”

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Luis Campos Iturralde, durante una rueda de prensa del Gobierno foral el pasado mes de septiembre.

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