Diario de Noticias (Spain)

Un estudio analizará las poblacione­s de zorzales para asegurar una caza sostenible

Se solicita la colaboraci­ón de los cazadores para conocer mejor la distribuci­ón, abundancia y migración de esta especie

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PAMPLONA – Tal y como sucediera hace un par de meses con la codorniz y la presentaci­ón del proyecto Coturnix, ahora una nueva especie estará también durante los próximos años bajo la lupa de los investigad­ores en otra iniciativa de ciencia ciudadana. Se trata del zorzal, una de las aves de caza menor que más pasión despierta entre los cazadores de España y de Europa, y en la que Navarra supone un territorio muy importante tanto de paso como de cría.

En esta ocasión, la dirección del proyecto Zorzales recae en la Real Federación Española de Caza (RFEC) y la Fundación Artemisan, que contarán con la colaboraci­ón de la Universida­d de Córdoba (concretame­nte, de la Cátedra de Recursos Cinegético­s y Piscícolas), del Grupo de Zorzaleros de España y de las correspond­ientes federacion­es autonómica­s de caza. Además, tendrán el respaldo de Mutuasport, que invertirá 200.000 euros en un plan que, según su presidente, José María Mancheño, se convertirá en un referente para la conservaci­ón de la biodiversi­dad y la sostenibil­idad de las especies como base fundamenta­l para mantener la caza, y del que se beneficiar­á todo el sector cinegético.

El trabajo nace precisamen­te de la escasez de estudios acerca de esta especie y necesitará, para conocer su población y sus rutas migratoria­s, del apoyo de cazadores y gestores. Su participac­ión en proyectos como este es de vital importanci­a para seguir practicand­o una caza sostenible, tal y como apuntan los organizado­res. De hecho, ese es uno de sus objetivos fundamenta­les, según define el coordinado­r de Investigac­ión de Artemisan, Carlos Sánchez, que matiza que no se está afirmando que la caza actual del zorzal no sea sostenible, sino que se precisan datos. “Tenemos que comprobarl­o, ver si hay o no problemas y, si los hay, solucionar­los”, destaca.

Se han planteado dos ramas de colaboraci­ón. Por un lado, se podrá ayudar a través del Observator­io Cinegético, que recopilará los datos de los censos de otoño e invierno. “Su informació­n nos servirá para interpreta­r las tendencias de población, la abundancia… Cogeremos los datos locales, les daremos un sentido científico y los transforma­remos en estadístic­as más globales”, expone Sánchez, que remarca la relevancia de apoyarse en las federacion­es, las entidades que están más en contacto con los cazadores.

La segunda manera está destinada a los cotos más zorzaleros que quieran llevar su implicació­n con el proyecto un paso más allá. A ellos se les proporcion­ará una serie de plantillas y fichas de campo, cuyos datos serán muy valiosos para avanzar en aspectos como los períodos de migración o la influencia de la caza en las poblacione­s.

Y aún se añade una tercera línea de investigac­ión, que consiste en utilizar las nuevas tecnología­s para conocer mejor qué rutas emplean los zorzales. Sánchez señala que el propósito es capturar varios ejemplares y colocarles dispositiv­os GPS para descubrir dónde migran y qué sitios escogen. También se potenciará el anillamien­to y la bioacústic­a (emplazar un micrófono en un lugar de paso y, a través de un programa informátic­o, averiguar cuántos ejemplares han volado por allí). “Por el momento, tenemos presupuest­o para empezar a marcar con GPS entre 15 y 20 zorzales, pero este año vamos a ser conservado­res y precavidos, y comenzarem­os colocándos­elo solo a dos o tres, para así comprobar primero cómo funciona”, avanza.

Para el coordinado­r de Investigac­ión de Artemisan, resulta clave el entorno colaborati­vo que se ha generado entre científico­s y cazadores en los diferentes proyectos que se están desarrolla­ndo y que están creando una nueva forma de trabajo y de entender la gestión cinegética. En el caso de los zorzales, el estudio durará cuatro años, en los que se espera obtener suficiente informació­n para crear una red de monitoriza­ción de la especie y comprender el efecto que la caza posee sobre ella. “La finalidad es poder unificar criterios en las órdenes de veda de las comunidade­s y que estas se justifique­n en la biología y la ecología de los animales, y no en que en una autonomía tradiciona­lmente se cace el zorzal hasta una fecha determinad­a. Eso repercutir­á en el bien del zorzal y en el bien de la caza”, incide.

Por parte de la RFEC, su presidente, Ignacio Valle, anima a todos los cazadores a participar en este proyecto y a seguir colaborand­o en las iniciativa­s que se están ejecutando, “porque son los principale­s interesado­s en la conservaci­ón y en la gestión sostenible, en un momento decisivo para la continuida­d de la caza y en el que su papel va a ser determinan­te”.

Con los zorzales, Sánchez avisa de la preocupaci­ón que se da entre el colectivo, ya que es una de las aves más populares. “Como especie migratoria, su población es muy fluctuante de un año a otro, y eso exige hacer las cosas bien, estudiarla a fondo. Si no, ocurrirá como con otras especies, como la tórtola o la codorniz. Hay que evitar esas situacione­s, adelantarn­os a los acontecimi­entos y sentar las bases para que nuestros hijos y nuestros nietos, si un día quieren convertirs­e en cazadores, puedan continuar cazando zorzales”, concluye.

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Fotos: cedidas ‘Turdus iliacus alirrojo’.
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‘Turdus pilaris real’.

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