SEGUNDO BROTE DE HONGOS EN LA CUENCA DEL BIDASOA
LAS ABUNDANTES LLUVIAS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS HACEN AFLORAR CIENTOS DE KILOS
El segundo brote de hongos, un mes después del primero, ha convertido la cuenca del Bidasoa en un huerto micológico que aporta cientos de kilos gracias a las abundantes lluvias de los últimos días. Para satisfacción de los aficionados a su búsqueda y de los gastrónomos que los aprecian como uno de los más sabrosos frutos que ofrece la Madre Naturaleza, el brote ha sido muy generoso entre Xareta, Baztan, Bertizarana, Malerreka y Bortziriak; propiciado cestas repletas para muchos.
En el país del Bidasoa, se considera que las épocas más favorables para que salgan hongos son la actual de otoño y primavera, aunque también en algunas ocasiones han brotado abundantes en verano si se dan las condiciones de lluvias, calor y humedad del suelo. En esta ocasión, tras las intensas lluvias (más de 80 litros/m2) de los últimos días y el calor que mantenía la tierra, este segundo “golpe” ha sido especialmente generoso.
Los que saben de esto ya advertían que tras las lluvias se daría un buen “golpe” de hongos, lo que en su favor hay que reconocer se ha cumplido. Y además ha coincidido con la fase lunar de menguante, que también es otra condición que se considera necesaria, aunque otros, más escépticos, afirman que, como los de Bilbao, “los hongos salen cuando les da la gana”.
El caso es que han brotado, para alegría de bastantes, de forma generalizada en todas partes y en grandes cantidades, lo que, además de para degustarlos solos o en revueltos en general acompañando algunas carnes, ha servido para llenar los congeladores y reservarlos para cuando se crea conveniente. Curiosamente, en el “golpe” anterior se recogió en algunos parajes, como en Sunbilla, llamativas cantidades de “gorringo” (Amanita Caesarea, la seta de los césares), especie considerada de gran calidad, lo que ahora no ha ocurrido aunque sí montones de Boletus Edulis (hongo beltza, en euskera) o Boletus aereus (txuria) algo más claro.
En la comarca, las especies de hongos que se recogen por creerse comestibles y seguras son contadas y los aficionados se limitan a las variedades citadas y algunas como el gibelurdiña (Russula virescens) y poco más. En este sentido, las costumbres siguen como hace unos 60 años, cuando Julio Caro Baroja decía en su La vida rural en Vera de Bidasoa: “Pocas clases de hongos se recogen aquí, aunque sean manjar muy apreciado”.
Ahora la gente recoge los que conoce y algunos más que antes al haber ampliado sus conocimientos en micología, y optan por no arriesgarse. En este caso merece ser recordado el muy apreciado amigo y txistulari Pepe Elizalde (+), experto doctor que trató numerosas intoxicaciones y salvó no