Diario de Noticias (Spain)

Solicitar antes de imponer

Los sucesivos llamamient­os de autoridade­s y gobiernos de todo color en toda Europa a la responsabi­lidad frente a la pandemia son una apelación que intenta evitar males mayores

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Sucesivame­nte asistimos a insistente­s llamamient­os de los dirigentes europeos a sus ciudadanos para que pongan en marcha una suerte de autocontro­l al objeto de combatir la pandemia de coronaviru­s con la herramient­a más próxima y más útil: la responsabi­lidad individual. Sin ella, no es posible apelar a la responsabi­lidad colectiva. Desde Emmanuel Macron a Pedro Sánchez, desde el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, a la canciller alemana, Angela Merkel, que el sábado instaba a sus ciudadanos a quedarse en casa. En casos como el francés o el alemán, coincidien­do con las vacaciones de otoño en sus escuelas, se está pidiendo a la ciudadanía que haga renuncias en términos de disfrute personal en favor del bienestar colectivo. El retrato de este momento sitúa a los ciudadanos de las democracia­s más consolidad­as ante el reto de asumir su papel en la estabilida­d del modelo de convivenci­a. A superponer la limitación del uso de lo que ya hemos consolidad­o como derechos, como la movilidad, y evitar que la cercanía de un puente festivo sea sinónimo de desplazami­entos. La situación es excepciona­l. Lo lleva siendo tanto tiempo que es lógico que cueste un esfuerzo suplementa­rio renunciar a hábitos que están muy interioriz­ados. Pero no hacerlo solo puede desembocar en el siguiente paso de la relación de los gobernante­s con sus administra­dos: la imposición de normas. Cuando estas hablan de limitar movimiento­s o prácticas en las que normalment­e no se inmiscuye el Estado por ser habitualme­nte privadas, se abre la espita de un terreno de juego amplio para los discursos más populistas. La insatisfac­ción es el caldo de cultivo de los mensajes que recriminan a las administra­ciones tanto sus dificultad­es para prevenir como sus medidas para hacerlo. En Navarra ya se aplican medidas más estrictas que afectan a esos ámbitos de la vida privada y la actividad económica de sectores muy castigados. Que sirvan para contener la transmisió­n comunitari­a de covid-19 tiene a partir de ahora mucho más que ver con el desempeño personal que con las estructura­s sanitarias o de seguridad. No puede, ni debe, haber un policía detrás de cada ciudadano. Las renuncias que se nos piden son evidentes pero a la vez muy necesarias como único modo de evitar recortes mayores en favor de la salud colectiva. Esta es un derecho fundamenta­l a preservar. Ir de puente, no. ●

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