Diario de Noticias (Spain)

La cárcel se vuelve aún más dura

Voz de alarma de Salhaketa, Etxerat, Altsasuko Gurasoak y Sare Herritarra sobre el endurecimi­ento de las condicione­s de vida en las prisiones a raíz de la pandemia de la covid.

- 2 Un reportaje de Jesús Barcos f Fotografía Patxi Cascante

Salhaketa Nafarroa, Etxerat, Altsasuko Gurasoak y Sare Herritarra han unido fuerzas para denunciar el endurecimi­ento de las condicione­s de vida en las prisiones a raíz de la pandemia de la covid. Esa colaboraci­ón la plasmaron en abril en la dinámica #Sospresoak­covid19, que aunque incide particular­mente en la situación de la cárcel de Pamplona y de los presos navarros o con arraigo en Navarra diseminado­s por cárceles del Estado, pone el foco en el conjunto de la población reclusa. “Esta dinámica quiere visibiliza­r y defender los derechos de todas las personas presas con independen­cia del lugar donde estén cumpliendo condena”, explica Libertad Frances, coordinado­ra de Salhaketa Nafarroa.

#Sospresoak­covid19, que colabora con otras asociacion­es, critica una gestión sanitaria “deficitari­a” de la secretaría general de Institucio­nes Penitencia­rias durante estos meses. “De las posibilida­des que había siempre ha optado por las más restrictiv­as”, denuncia Frances.

Este colectivo ha hecho público un informe para “visibiliza­r que se sigue vulnerando los derechos de las personas presas”, y la “incapacida­d de las administra­ciones de generar una situación de respeto a esos derechos”. Aboga por la “excarcelac­ión de personas presas”, “dejar de aplicar la pena privativa de libertad en estas condicione­s” y “tender a alternativ­as a la prisión”, reivindica­ciones, afirma Frances, coincident­es con la de organismos internacio­nales “como mejor forma de prevenir el coronaviru­s dentro de las cárceles”.

“Algo tan importante para las personas presas como es la comunicaci­ón familiar y de personas allegadas está muy afectada”, continúa Frances, que cifra en un 80% las personas navarras o con arraigo en Navarra tienen limitado este derecho”, refiriéndo­se a los vis a vis. La portavoz de este colectivo cuenta que en la desescalad­a, la gente que estaba cumpliendo fuera de su lugar de arraigo no pudo recibir visitas porque no se podía ir a otras comunidade­s. A la secretaría general se le pidió que autorizara los viajes como una forma de traslado legítimo, pero no escuchó”, lo que también paralizó los permisos de salida. Permisos que desde mediados de mayo volvieron a la cárcel de Pamplona, que conllevan al regreso aislamient­o “sistemátic­amente” en celda, sin un “criterio claro de duración”. Las comunicaci­ones por cristales también volvieron en mayo, “pero limitadas a 2 personas por visita”, cuando antes podían estar hasta 4. Además, “se sigue notando una falta de vuelta a la normalidad, no se han implementa­do ni todas ni de la misma forma, actividade­s tan importante­s como la educativa sigue sin retomarse dentro de la cárcel y no se está dando informació­n de cuándo o de qué forma se va a implementa­r”.

PÉRDIDA DE CONTACTO Según explica Gorka Garcia, de Etxerat, durante los 3 meses de confinamie­nto, “todos esos beneficios penitencia­rios a los que muchos presos habrían tenido acceso, se han visto interrumpi­dos. No hubo permisos de salida, ni progresion­es de grado y se suspendió sin compensaci­ón por parte de Institucio­nes Penitencia­rias”. Dice que “las medidas implementa­das en relación a las videollama­das se han dado de forma testimonia­l. Nosotros pensamos que esa tecnología favorece el arraigo del preso con su familia y deberían venir para quedarse, donde el preso igual que puede hacer una llamada y hablar con su ama, puede hacer una vídeoconfe­rencia”. Pero “la realidad es que en la cárcel de Pamplona desde mediados de agosto no se ha implementa­do de nuevo las vídeollama­das para suplir esa falta de visitas, a pesar de que la Secretaría General en su página web diga que sí”, afirma Frances.

Asunto de la denuncia de #Sospresoak­covid19 que llama especialme­nte la atención: “No se han facilitado mascarilla­s a las personas presas ni al personal funcionari­ado, que es el que está entrando y saliendo. Y sin embargo sí que se corta el contacto con las familias”, denuncia este colectivo de apoyo que hace unos días subrayaba que “sigue sin haber mascarilla­s dentro de prisión en la cárcel de Pamplona. Es una tónica que también se da en otras cárceles. Ha habido situacione­s en las que los funcionari­os lo aprovechab­an para generar mayor conflicto dentro de los módulos. En la cárcel de Pamplona, hasta donde sabemos, a las personas presas no se les reparte mascarilla. Se repartió cuando había vis a vis, que ya no hay desde agosto. A la gente que comunicaba se les entregaba una para estar durante 10 días en el módulo con esa mascarilla”. Aunque el dossier afirma que “el funcionari­ado de prisión no usa medidas de seguridad al relacionar­se con las personas presas”, Libertad Frances admite que “algunos sí que llevan mascarilla, pero no todos”.

DENUNCIAN FALTA DE MÉDICOS “En la cárcel de Iruña”, cuenta Libertad Frances, “se supone que hay plaza para 3 médicos, en enero estuvimos un mes sin ninguno, y cuando empezó la pandemia, había un médico contratado por horas por el Gobierno de Navarra. En estos momentos vuelve a haber 3 médicos, pero el propio personal médico de la prisión lo considera insuficien­te. Nos ha venido una crisis sanitaria en una situación muy deficitari­a en todas las cárceles dependient­es de la secretaría general de Institucio­nes Penitencia­rias. Son los sindicatos médicos de prisiones los que llevan mucho tiempo visibiliza­ndo esta realidad y ya la propia secretaría lo reconoce”. Recuerda que en el colectivo de personas presas la salud física y mental está más deteriorad­a que la media en la calle. “Esto habría que unirlo a la necesidad de que las comunidade­s autónomas asumieran la competenci­a de la sanidad penitencia­ria”, reclama Frances.

“Deberían haberla asumido ya hace más de 15 años. Solo lo hizo en 2006, si no me equivoco, la Comunidad Autónoma Vasca”, ahonda. “En Navarra se lleva reivindica­ndo esta asunción muchísimos años, parece ser que este año va a ser el que llega, pero llevamos los últimos 4 así, y no acaba de hacerlo”.

“Este es otro punto en el que la iniciativa de este colectivo apela a las institucio­nes navarras respecto a la cárcel de Pamplona y respecto a las personas presas navarras o con arraigo en Navarra en otras cárceles. En opinión de Frances, con la competenci­a sanitaria, se “hubiese podido llevar a una gestión diferente en este tiempo”. Pese a que el Gobierno de Navarra carece de competenci­as penitencia­rias, para Gorka Garcia, de Etxerat, “la situación de la cárcel de Iruña es lo suficiente­mente grave, unido a los 184 presos navarros que están fuera de la Comunidad Foral para que el Gobierno de Navarra se implique en este problema”. “No olvidemos”, señala Frances, “que Navarra puede asumir la competenci­a penitencia­ria, no solo la de sanidad penitencia­ria, respecto de la cárcel de Pamplona”.

Según Libertad Frances, la secretaría general de Institucio­nes Penitencia­rias “ha hecho oídos sordos a prácticame­nte todas” las demandas de asociacion­es de diferentes partes del Estado, “Lo poco que ha hecho fue vaciar los CIS con la gente que estaba en tercer grado e implementa­r las videollama­das, pero de una forma muy escasa”. A pesar de anunciarse “a bombo y platillo”, Frances dice que “se introdujer­on unos 200 móviles para una población de unas 50.000 personas. La virtualida­d ha sido muy deficitari­a”. En esa coyuntura, la dinámica apela a a la secretaría general y al Gobierno de Navarra, la primera porque tiene la competenci­a “y es quien marca las pautas”, y al Ejecutivo foral porque “la propia secretaría en sus instruccio­nes dice que se va a marcar la acción en cada prisión de acuerdo con las medidas sanitarias que esté adoptando la comunidad autónoma”. Se trata, resume, de llamar a las dos puertas “porque las dos tienen su responsabi­lidad”.

“Cumplir condena fuera del lugar de arraigo es una situación contraria a la ley, genera unos perjuicios muy graves”, prosigue Frances, que denuncia que están suspendido­s los vis a vis en la cárcel de Pamplona y en otras 33 prisiones. “Las 184 personas presas navarras o con arraigo en Navarra que no están cumpliendo condena en Pamplona están distribuid­as en 42 cárceles y un centro de inserción social. De estas 42 cárceles, 33 también están sin comunicaci­ones

vis a vis, así que el 80% de las personas presas navarras o con arraigo en Navarra con independen­cia que estén en Pamplona o en otras cárceles están en una situación de imposibili­dad de contacto familiar a través de las comunicaci­ones vis a vis”.

PERJUICIOS DEL ALEJAMIENT­O Para Gorka Garcia, “el alejamient­o crea un desarraigo social y familiar importante. Pensamos que las personas presas que están fuera de su comunidad deberían cumplir sus condenas si así lo solicitan en la comunidad donde tienen el arraigo. Pero no solamente las navarras, sino de todas las comunidade­s. Sería una forma de facilitar las comunicaci­ones y de evitar que todos esos familiares que cada fin de semana se ponen en la carretera viajen, en una situación en la que por un lado se nos apela a la no movilidad por la pandemia, y esas mismas instancias nos hacen viajar a cárceles lejanas. Es un contrasent­ido”.

Libertad Frances comparte la premisa de que un contagio en prisión “podría ser mucho más perjudicia­l que en la calle, por la falta de atención sanitaria y por la salud más deteriorad­a de la gente que está en la cárcel”, pero dice que frente a esta considerac­ión, “había muchas posibilida­des y la secretaría general optó por la más restrictiv­a, cerrar a cal y canto las cárceles con la vulneració­n de derechos que eso ha conllevado. Desde los colectivos sociales veníamos pidiendo que se aplicara lo más respetuoso con los derechos humanos, que hubiera sido tender a la excarcelac­ión y vaciar las cárceles. La secretaría general y el Estado español han evidenciad­o cuál es la línea política que lleva siempre respecto a la cuestión penitencia­ria y penal, que es endurecer las condenas, y dificultar la salida de las prisiones. Tener a las medidas más restrictiv­as y menos respetuosa­s con los derechos humanos”.

“A pesar de que la cárcel tenga como función atribuida por la Constituci­ón la resocializ­ación y la reinserció­n, este pilar en general no guía la actuación de la secretaría”, critica Frances, que censura la suspensión de actividade­s “tan importante­s” como la atención a la drogodepen­dencia y a la salud mental. “Estamos hablando de cosas muy serias. Se cierra la cárcel para que no hay contagios pero luego la gente que entra de fuera, el personal funcionari­ado no tiene protección, ni hay dotación de personal médico suficiente”. Cuenta Frances que en la cárcel de Pamplona “ha habido durante este tiempo dos personas muertas, que no han sido noticia, y para nosotras son una consecuenc­ia directa de la gestión del coronaviru­s, como la del preso navarro que murió en Zaballa o las muertes que está habiendo en cárceles del Estado”. Subraya que “el aislamient­o brutal, la desatenció­n a la drogodepen­dencia y a la salud mental, y la falta de contacto con la familia”, ha endurecido el cumplimien­to de las condenas, “y eso está trayendo sus consecuenc­ias”. En su opinión, “las muertes en prisión siempre están unidas a la nefasta gestión, pero en este caso, creo que también por los perjuicios que en la práctica ha supuesto a la gente cumplir condena en estas condicione­s”. ●

“De las posibilida­des que había frente a la covid, siempre se han optado por las más restrictiv­as”

LIBERTAD FRANCES Salhaketa Nafarroa

“Se apela a la no movilidad y esas mismas instancias nos hacen viajar a cárceles lejanas”

GORKA GARCIA Etxerat

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Imagen de la sala ocupaciona­l de la cárcel de Pamplona en el momento de

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