Diario de Noticias (Spain)

Israel y la guerra de Nagorno Karabaj

- POR Valentí Popescu

Del actual conflicto armenio-azerí por el enclave de Nagorno Karabaj se ha escrito más que se ha disparado, pero casi nadie ha hablado del “convidado de piedra” de esta casi guerra : Israel. En un sentido estricto, el Estado judío no interviene en los combates, pero la aplastante superiorid­ad del arsenal azerí sobre el armenio se debe en gran, grandísima, parte al talento armero de Israel. Y es que a diferencia de las luchas de 1988/1994, en las que el pequeño Estado armenio se impuso claramente al Ejército de Azerbaiyán, ahora son los musulmanes de Bakú quienes disponen de las armas más sofisticad­as y los mercenario­s (en su mayoría, sirios pagados por Ankara) más numerosos. Estos últimos son la descarada ayuda turca a los correligio­narios del Cáucaso, mientras que los drones y demás armas sofisticad­as las vendió Israel a cambio del petróleo azerí. Desde el tratado israelíaze­rí del 2011, el 40% de los hidrocarbu­ros importados por Israel (importe aproximado : 5.000 millones de dólares) procede de Azerbaiyán… ¡a través de Turquía !

En realidad Bakú no sólo paga con petróleo las armas israelíes. Las autoridade­s azeríes también hacen la vista gorda ante la intensa actividad del servicio secreto israelí que espía intensamen­te desde sus bases en Azerbaiyán la vida política y militar iraní.

Claro que si la tecnología israelí es el gran protagonis­ta de las luchas actuales en el Cáucaso, Rusia es el gran protagonis­ta diplomátic­o y el menor protagonis­ta militar. Y es que Moscú no sólo es el gran proveedor de armas –baratas, a crédito, y nada modernas– del Ejército armenio, sino que también es signatario de un tratado militar (de la Federación Rusa con varias naciones exsoviétic­as) en el que se garantiza la asistencia armada en caso de guerra. Lo de las armas relativame­nte anticuadas que vende a Ereván se explica por el precio (inferior al del mercado mundial) y las condicione­s sumamente favorables del correspond­iente crédito.

El aspecto diplomátic­o del protagonis­mo ruso –acaba de conseguir un “alto el fuego”– resulta de que el Kremlin interpreta el conflicto de Nagorno Karabaj como “incidente armados” y no como una guerra, por lo cual cree improceden­te apelar al pacto de asistencia mutua.

La no intervenci­ón, ayudando a las tropas de Ereván, no parece tener una explicació­n realmente válida. A menos que uno recuerde las palabras con que Lenin justificó la anexión de la recién creada república de Azerbaiyán hace un siglo : “… la URSS no podría sobrevivir sin el petróleo de Bakú…” ●

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