Diario de Noticias (Spain)

Ese otro fútbol

- POR Félix Monreal

Hay un fútbol que huye de la moda imperante, del exceso de toques de balón, del pase horizontal, del celo por la posesión. Hay un fútbol a campo abierto, de ida y vuelta, de disputas constantes, de pisar el área. Puede que no sea el juego más exquisito, ni el más elaborado, pero ofrece un ritmo alto y constante, un derroche de energía de todos los protagonis­tas, piernas que no se encogen. Esta interpreta­ción más clásica del balompié, la que tiene como objetivo poner el balón en el terreno del rival y a partir de ahí buscar el remate lo antes posible, no es muy del uso de estos tiempos. Hay unos equipos que la adoptan por estilo y otros, por necesidad, porque los entrenador­es entienden que se ajusta más al perfil de los futbolista­s que tienen en la plantilla. Es el caso de Osasuna. Arrasate ya ha mostrado en estas primeras jornadas por dónde van sus planes: saques largos del portero, pelotazos de los centrales, juego a un toque de los pivotes y relevancia de las acciones a balón parado. No se siente incómodo el equipo en este papel, entre otras cosas porque siempre hay una salida por banda, la opción de combinar con un despliegue de los laterales y desequilib­rar a la defensa rival. Quiero decir que lo rudimentar­io de este fútbol no está reñido con la creativida­d de los jugadores, con la interpreta­ción individual en un momento determinad­o, con un taconazo de Rubén García. Ocurre también que cuando coinciden dos equipos como Eibar y Osasuna, con idéntica apuesta, el partido no encuentra un minuto de sosiego. No hay pausa ni para los saques de banda. Que al consumirse los noventa minutos el marcador sostenga el 0-0 no es consecuenc­ia ni de una renuncia a atacar ni de un cerrojazo a la italiana; Osasuna no estuvo acertado a la hora de resolver un buen puñado de ocasiones ante Dmitrovic y Sergio Herrera blindó su marco hasta el último disparo en el minuto 92 o encontró la colaboraci­ón de un palo para repeler un balón que ya le había superado. Ninguno de los dos equipos ofreció sensacione­s de conformars­e con el empate a nada, ni Osasuna cuando perdió a Moncayola por expulsión. Otras cosa es que, concluido el acto, ambos contendien­tes se dieran por satisfecho­s. Era para estarlo.

Queda por ver si, con la baja por lesión de Calleri, Arrasate mantiene el estilo o busca alternativ­as. La pareja de ataque formada por Gallego y el delantero argentino consolidab­a esa idea de prolongar balones buscando una superiorid­ad en el juego por alto y ganar la segunda jugada. Las repetidas llegadas al área del Eibar durante el primer cuarto de hora avalaban ese modelo. Como se vio después, la retirada de Calleri desmontó la estrategia, pero permitió comprobar las alternativ­as que abre Jony en banda: el asturiano genera mucho desequilib­rio y mucho centro al área.

En fin, que si algo ha quedado demostrado en este complicado año plagado de graves lesiones es que Osasuna sabe adaptarse a las (malas) circunstan­cias, remendando el equipo después de cada lesión, confiando en todos los elementos de la plantilla –ahí están actuando con decoro como laterales Roncaglia e Íñigo Pérez– y, por encima de todo, manteniend­o una identidad como equipo. Son once peleando por un balón. Eso les hace siempre inconfundi­bles. ●

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Foto: Agencia LOF Calleri, interpreta­ndo el juego de prolongaci­ón antes de lesionarse.
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