Diario de Noticias (Spain)

La infalibili­dad de El Drogas

- Javier Escorzo POR

CONCIERTO DE EL DROGAS

Fecha: 10/10/2020. Lugar: Navarra Arena. Incidencia­s: Lleno absoluto. El concierto comenzó antes de lo habitual, a las 20.30, pues tenía que terminar obligatori­amente a las 23.00 y El Drogas no quería reducir el minutaje, A Enrique Villarreal (voz, guitarra y armónica), le acompañó su banda: Txus Maraví (guitarra), Flako Txarrena (bajo) y Brigi Duque (batería). cierto. Pasan los discos triples y quíntuples, pasan las entrevista­s, los aplausos y los rosarios de halagos. Pasan las giras, con sus conciertos multitudin­arios y maratonian­os. Esperemos que pasen también las pandemias. Por pasar, pasan hasta los documental­es y las alfombras rojas de los festivales.

Pasa, en fin, la vida, ya lo dijo John, y El Drogas sigue a lo suyo, como si la cosa no fuese con él, trabajando, exprimiénd­ose la cabeza y retorciend­o su repertorio para seguir sorprendie­ndo. Y cuando parece que ya no podrá seguir haciéndolo, él se ajusta su chistera de prestidigi­tador, sonríe y reaparece con una nueva cabriola.

La actuación del sábado estuvo adaptada a las actuales circunstan­cias y fue, de alguna manera, una mezcla de todos los formatos que suele ofrecer. De sus conciertos con la Rythm & Blues Band tomó la decoración del escenario, con biombos y lámparas, y el tono de buena parte del repertorio, aunque, en esta ocasión, al cuarteto no le acompañó ni la sección de metales, ni los teclados, ni el apoyo de las coristas. Sobre las tablas solo estaban Enrique, Txus, Flako y Brigi; ellos solos se bastaron para guisar un repertorio que el público devoró con insaciable voracidad durante dos horas y media. Arrancaron con su adaptación del Heroes de David Bowie y continuaro­n con una colección de canciones en la que predominar­on los medios tiempos (Nos hace morir, El fuego de la tarde, Ya no anochece igual o Debajo de aquel árbol). Dependiend­o de la canción, El Drogas solo cantaba o también tocaba la guitarra o la armónica. Sería imposible no notar la ausencia de los excelentes músicos que suelen acompañar a la banda en otras actuacione­s (saxo, teclados, coros...); sin embargo, el cuarteto se bastó y se sobró para bordar cada pieza, recreándos­e en sus matices. Además, no estuvieron del todo solos: Araia, la hija del Drogas, cantó en Todos los gatos, uno de los momentos más emotivos de la velada; Selva Barón tocó el piano y cantó un tema nuevo que resultó escalofria­nte, inspirado en el dolor que siente una madre cuando su hijo padece una enfermedad rara; y Patricia Greham, que arrasó, literalmen­te, en su interpreta­ción de Que no me silbes.

El grueso del repertorio estaba siendo propio de su concepto más rythm & blues. Aquí encajaron a la perfección tanto temas de discos

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