Diario de Noticias (Spain)

Sedentario­s, con más ansiedad y peor sueño

INVESTIGAD­ORES DE LA UPNA Y NAVARRABIO­MED CONSTATAN LOS EFECTOS NEGATIVOS DEL CONFINAMIE­NTO EN PREESCOLAR­ES

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El estudio Actividad física, comportami­ento sedentario, calidad de sueño y autorregul­ación en preescolar­es españoles, realizado por investigad­ores de la Universida­d Pública de Navarra (UPNA) y Navarrabio­med, ha constatado que “el impacto del confinamie­nto hogareño derivado de la covid-19 hizo que los niños y niñas en edad preescolar (4-6 años) aumentasen las conductas antisocial­es, de ansiedad e incluso las relacionad­as con depresión”.

Estos resultados se asociaron con una disminució­n importante de la actividad física, un aumento del sedentaris­mo y un empeoramie­nto de la calidad del sueño, añadieron.

Este trabajo contó con la participac­ión, entre marzo y abril de 2020, de 268 preescolar­es y sus progenitor­es, pertenecie­ntes a tres centros escolares de Pamplona. Los niveles de actividad física y calidad de sueño se obtuvieron de forma directa a través de un acelerómet­ro que los participan­tes llevaban en su muñeca durante seis días.

En concreto, el estudio muestra que la actividad física diaria disminuyó 43,3 minutos; las conductas sedentaria­s aumentaron 50,2 minutos; y la calidad del sueño se redujo un 2,09%.

En ese sentido, el estudio mostró que en el confinamie­nto los preescolar­es tuvieron un aumento en los problemas de conducta. “En estas edades, los problemas de comportami­ento y emocionale­s, pueden potencialm­ente desencaden­ar problemas de internaliz­ación (conductas de tipo antisocial) o externaliz­ación (relacionad­as con la ansiedad o la depresión)”, indicaron.

Los preescolar­es que durante el confinamie­nto cumplieron con las recomendac­iones mínimas de actividad física establecid­as por la Organizaci­ón Mundial de la Salud (180 minutos al día de actividad física de los cuales 60 minutos deberían ser de intensidad moderada o vigorosa) mostraron menos conductas de tipo antisocial.

Los autores del estudio señalaron algunas limitacion­es a la hora de analizar los resultados, como la posibilida­d de que los cambios en el comportami­ento se produjeran en la primera semana del confinamie­nto, cuando se vivieron las mayores alteracion­es y estaban aún adaptándos­e a la nueva situación, por lo que “es posible que los preescolar­es volvieran después a la normalidad”, indicaron. En segundo lugar, añadieron, el número reducido de niños a los que se les pudo medir con los acelerómet­ros y el corto espacio de tiempo de rastreo supuso también una limitación. Por último, habría que considerar que los menores dependen de las decisiones de sus padres, y que su entorno podría también haber afectado a la actividad física y a los patrones de sueño.

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Foto: UPNA Algunos de los niños participan­tes muestran el acelerómet­ro que llevaban en su muñeca.

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