A la espera de reconocimiento
ste mes se cumple el centenario del nacimiento de María Josefa Molera Mayo, química, pionera, mujer desconocida en la historia de la ciencia y en su propio pueblo, Isaba, que la vio nacer un 23 de enero del año 1921 . El hecho de que dejara la villa en su más tierna infancia, por un lado, y de que fuera mujer científica de su tiempo, aún siendo una de las investigadoras más importantes, han contribuido prácticamente a su olvido y a que carezca de un reconocimiento oficial que haga visible su trayectoria.
Poner en valor su talento y entrega es la intención del Ayuntamiento de Isaba que lo ha pospuesto por la covid 19, pero sigue dándole forma en contacto con su familia para hacerlo realidad cuanto antes.
“La pandemia lo ha retrasado y nos falta concretar el formato. Sabemos que si hubiera sido hombre, ya se habría hecho. Sentimos que tenemos el deber de darle visibilidad y que no pase desapercibida para la misma gente de su pueblo”, expresaba el concejal de Cultura, Aitor Pérez.
El Consistorio lo organizará con la colaboración de la Asociación Cultural Kurruskla/ Kultur Elkartea, afanada en poner en su lugar a la investigadora y sacarla del anonimato. “Para nosotras y nosotros es importante tener estas referencias culturales, tanto más, cuando una vecina nuestra más allá de lo local alcanza un prestigio internacional. Sobra decir que no vemos con buenos ojos el anonimato derivado de su condición de mujer, y por ello, codo a codo con el Ayuntamiento, queremos que el año del centenario de su nacimiento sea el adecuado para darle visibilidad a una de nuestras paisanas más ilustres, una pieza clave de nuestro patrimonio humano y cultural” , manifestaba Ana Rosa Ezquer Aznárez (presidenta de
Ela asociación cultural).
CAMBIAR EL DESTINO María Josefa Molera abandonó con tan solo cuatro años de edad su Isaba natal y se instaló con sus progenitores, Julio Molera y Onofra Mayo, en San Sebastián, para cumplir la voluntad de su padre de que pudiera adquirir conocimientos muy superiores de los que la escuela rural ofrecía a las niñas de su edad , y alejarla así del destino de “sus labores” que la sociedad deparaba para ellas.
Durante la II República la vida llevó a la familia a Santander donde acabó el bachillerato. Para entonces, María Josefa ya brillaba con luz propia. La Guerra Civil se llevó a su padre en 1937 y después, madre e hija se instalaron en Madrid. Allí se licenció en Químicas y tomó la plaza de profesora auxiliar en la Cátedra de Química Técnica. Fue también profesora particular de química e idiomas, (además de español, hablaba francés, inglés, alemán y ruso).
Gracias a su tenacidad superó todas las trabas e inconvenientes por ser mujer para ejercer el doctorado que logró en 1948, con calificación de sobresaliente cum laude.
A partir de entonces, nada detuvo su carrera ascendente. De Madrid se trasladó a Oxford al laboratorio de Cyril Norman Hinshelwood (Premio Nobel de Química en 1956). Al regresar de Gran Bretaña, puso en práctica los conocimientos adquiridos, contribuyendo a la construcción del primer cromatógrafo de gases del país, casi sin recursos con técnicas simples. Además, creó una línea de investigación en el Instituto de Química Física sobre las reacciones de pirolisis y oxidación de los compuestos orgánicos en fase gaseosa a bajas temperaturas. También creó el departamento de cinetoquímica y lo dirigió hasta 1986, e investigó para la armada estadounidense (1958 y 1961 ). Viajó a la Universidad de Sheffield a profundizar en las técnicas de reacciones leves junto al Premio Nobel de Química G. Porter en 1967, y puso en marcha sus aportaciones al regresar, con el desarrollo de métodos de reacciones químicas producidas por cromatografía de gases líquidos. Una vida brillante que se apagó en 2011, a la que pronto se le dará luz. ●
“Isaba hará el reconocimiento en cuanto lo permita la pandemia”
AITOR PÉREZ Concejal de Cultura
“Es una pieza clave de nuestro patrimonio humano y cultural”
ANA ROSA EZQUER Presidenta de Kurruskla