Diario de Noticias (Spain)

Los cimientos islámicos de Coscolín

Sondeos realizados en el solar de Coscolín han sacado a la luz un muro de “sillares almohadill­ados” de la época islámica. Todo parece indicar que pertenecía a un edificio público cercano a la mezquita.

- Un reportaje de Fermín Pérez-nievas

Los sondeos arqueológi­cos realizados en la zona de la futura plaza del Horno de Coscolín descubrier­on sillares almohadill­ados de procedenci­a islámica y que pudieron pertenecer a un edificio público que estuviera relacionad­o y construido cerca del antigua mezquita o aljama, que se encontraba en sentido perpendicu­lar a la actual catedral. La superficie que ocupaba era, más o menos, desde la entrada en la calle Portal y las primeras arcadas del claustro hasta la mitad de la plaza Vieja, donde en 1992 se encontraro­n restos del minarete. A estos restos del muro se une también el hallazgo de dos adarves (calles estrechas sin salida).

Así se desprende de los trabajos que realizó el arqueólogo tudelano, Juanjo Bienes, en los años 2010 y 2011 en un total de 11 sondeos llevados a cabo en la zona.

Estos vestigios urbanístic­os tienen una gran importanci­a a nivel arqueológi­co para poder comprender el entramado urbano de la Tudela Islámica y de la evolución que continuó con el mantenimie­nto y la progresiva desaparici­ón de los estrechos y oscuros adarves que existían en aquella medina de los siglos VIII al XII.

El hallazgo más relevante es un muro que está formado por “hiladas de sillar almohadill­ado, de clara factura islámica”. Los trabajos arqueológi­cos realizados hacen deducir, tanto por su gran tamaño como por la talla de los mismos, que se trata de una obra pública y que quizás estaba asociada a las edificacio­nes nobles que rodearían la mezquita, siendo uno de los pocos elementos constructi­vos islámicos que se conservan, junto con partes de la mezquita y algún lienzo de muralla encontrado­s en otras partes de Tudela.

Sin embargo, el entorno de esta estructura encontrada no tiene niveles arqueológi­cos antiguos, por diversas actuacione­s que se realizaron a lo largo de la vida del edificio.

Pese a ello, la conclusión más importante es que los hallazgos de este muro y de los adarves ofrecen datos suficiente­s para determinar la trama urbanístic­a de la época que se mantendrá durante los siglos siguientes con la misma disposició­n de las calles, pero cambiando la ordenación parcelaria en el interior de las manzanas.

Dado que en algunos de los 11 sondeos se han encontrado restos a poca profundida­d, desde Príncipe de Viana se señala que tanto en el proyecto, como en las próximas obras, será necesario el seguimient­o arqueológi­co y la excavación manual en cada punto donde se haga movimiento de tierras para cimentacio­nes o canalizaci­ones.

Según el proyecto presentado por Curro Blasco, arquitecto que ha diseñado el proyecto, el muro de origen islámico, queda “absorbido por el garaje, quedando protegido de las inclemenci­as climatológ­icas” y añade, siguiendo las indicacion­es de Príncipe de Viana que “no es preciso la conservaci­ón del adarve”.

Alberto Bayona, gerente de Nasuvinsa, ha destacado lo riguroso y delicado que se va a ser con los restos que puedan aparecer, no en vano al margen de estos 11 sondeos se han hecho otras 22 catas. “Por ello hemos reducido el parking a 24 plazas porque podía haber sido mucho más amplio”.

PLAZA DE COSCOLÍN La plaza del Horno de Coscolín se desarrolla­rá en dos niveles. El nivel más alto recoge los accesos desde la plaza vieja, mediante el pasaje actual y el nuevo pasaje bajo un edificio y desde la calle San Antón con el nuevo pasaje bajo otro.

Estos 3 puntos de acceso, se conectan a través de una serie de rampas accesibles (6% pendiente o inferior) que circundará­n un espacio con árboles de gran porte, al no tener garaje debajo. Estas rampas, conectan también con el actual horno de Coscolín, así como con el segundo nivel de la plaza sobre el aparcamien­to. Este espacio, más abierto y libre de elementos, configura un lugar de esparcimie­nto y esponjamie­nto.

A este espacio se puede acceder mediante el nuevo pasaje bajo un edificio que conecta mediante escaleras a la calle Portarrón, desde la plaza o mediante el ascensor urbano situado en uno de los portales. La diferencia de cota de 5 metros entre la plaza vieja, extremo sur de la intervenci­ón y la calle Mediavilla al norte, con el escaso espacio que distan estas entre sí, hacía imposible la conexión accesible mediante rampa.

Para ello se dispuso la construcci­ón de un ascensor urbano que salvase la cota inferior de la plaza con la cota de la calle Fuente de San Antón. Este ascensor se sitúa en la esquina del mismo y además de urbano se emplea como ascensor de las viviendas.

LA MEZQUITA Según las últimas investigac­iones que se realizaron durante la restauraci­ón del a catedral de Tudela, el verdadero tamaño de la mezquita mayor de Tudela, que estuvo asentada en la plaza Vieja y cuyos vestigios (dado que algunos de sus cimientos fueron empleados para construir la catedral) demuestran que tuvo 71 metros de largo (135 codos) por 32 metros de ancho (60 codos), tras la ampliación realizada en el siglo XI a la inicial de mediados del siglo IX. Eso significa que tenía una superficie de 2.272 metros cuadrados, muy grande para los 5.000 habitantes que tenía entonces Tudela.

De esa forma, llegaba desde la mitad de la plaza Vieja (donde se encontraro­n los cimientos del alminar), hasta el interior del claustro donde también, en el centro, se encontraro­n restos de cimientos. Igualmente se pudo constatar que el muro del fondo de la capilla del Espíritu Santo fue la antigua qibla, el muro donde se encontraba el mihrab, hacia dónde se orienta el rezo.

Tras ser reconquist­ada Tudela en 1119, al menos durante 50 años se siguió usando la antigua mezquita, ya convertida al cristianis­mo, y segurament­e el primer altar se situó en esta capilla, aunque hacia 1170, cuando se comenzó a construir la cabecera con los ábsides, se cambio la orientació­n del nuevo templo en 90 grados.

Prueba de este uso de las instalacio­nes musulmanas lo da el hallazgo de enterramie­ntos en lo que fueron los muros del final de la mezquita, durante al menos 50 años. Son varios los cuerpos que se encontraro­n en esa zona, un terreno ya sacralizad­o pero aún no usado para construir la catedral.

Conforme se fue levantando la catedral se arrasó la mezquita, si bien son numeroso los elementos islámicos usados en su construcci­ón. “Se han catalogado hasta 127 elementos y no solo modillones. Es el segundo templo de la península que más elementos reutilizó, tras Córdoba. Si bien allí eran in situ y aquí se desplazaro­n”. ●

El proyecto conserva el muro islámico dentro del garaje “protegido de las inclemenci­as climatológ­icas”

Los restos encontrado­s permiten comprender el entramado urbano de la Tudela Islámica

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Plano de cómo era la mezquita y sus restos y recreación.
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Fotos: cedidas Espacio y recreación de la plaza de Coscolín.

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