Diario de Noticias (Spain)

Cuenta atrás del estado de alarma

La insegurida­d jurídica en torno a las medidas a adoptar frente a la pandemia se acrecienta en algunas comunidade­s autónomas con el inminente fin del estado de alarma el próximo 9 de mayo

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Estamos a una semana del final del estado de alarma, lo que debería ser un motivo para felicitars­e. El recurso a una herramient­a legal tan invasiva de los derechos ciudadanos era indicativo de dos circunstan­cias. La primera se derivaba de la gravedad de la pandemia, que animó a recurrir a ella. La prioridad del derecho a la salud sobre el derecho a la libre circulació­n, entre otros. La segunda evidencia era que el marco legal vigente no es capaz de anticipar el escenario sobrevenid­o ni aporta la flexibilid­ad para gestionar las necesidade­s de seguridad sanitaria. Pero había un tercer factor: la negativa a propiciar un escenario legal de cogestión efectiva y versatilid­ad ante un fenómeno de impacto desigual temporal y territoria­lmente. El freno, una vez más, a la gobernanza desde la subsidiari­edad que prima, en algunos casos, la eficiencia de las institucio­nes más capacitada­s y cercanas a la realidad de cada entorno. Así, el Gobierno de Pedro Sánchez rechazó la interpreta­ción normativa más amplia de la legislació­n sanitaria vigente para poder asumir en primera persona la centralida­d de la gestión. Esa vocación arrastraba el error de carecer de medios propios. Las diferentes capacidade­s de las 17 estructura­s autonómica­s sanitarias han tenido que reaccionar según sus realidades, ajenas a quienes marcaban la pauta de las decisiones desde el centro del Estado. Hoy es evidente la impericia de las institucio­nes y los partidos mayoritari­os del Estado a la hora de construir una legislació­n eficiente que prime no ya la descentral­ización como axioma, sino la eficacia del combate contra la pandemia covid-19. Se dejó en manos de la Justicia un debate cuyos parámetros eran tan irregulare­s que no han garantizad­o una interpreta­ción equivalent­e a situacione­s equivalent­es. La mitad de los gobiernos autonómico­s demandan esas herramient­as que permitan a los jueces una interpreta­ción nítida y estable de las medidas aceptables para preservar la salud pública o, en su defecto, el mantenimie­nto de la alarma que, por elevación, es el único mecanismo aportado. Con el 9 de mayo en el horizonte, la situación de la pandemia empuja a cada comunidad a aplicar en adelante medidas que se adapten a la presión que sufren en número de contagios, ocupación de camas hospitalar­ias y población vacunada. Hay que desescalar, sí, pero poco a poco y con la prudencia por bandera. ●

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