Ayuso, o el inesperado ‘sorpasso’
LA IZQUIERDA FÍA HOY SU SUERTE A LA MOVILIZACIÓN EN UNAS ELECCIONES QUE TRASCIENDEN A MADRID Y MIRAN A LA MONCLOA LA RELEVANCIA DE VOX Y LA DESAPARICIÓN DE CS, EN JUEGO
PAMPLONA – 4,6 kilómetros es la distancia que separa la Puerta del Sol del Palacio de la Moncloa. Más de cinco millones de ciudadanos están llamados hoy a las urnas en unas elecciones a la Comunidad de Madrid en clave estatal donde la actual presidenta, Isabel Díaz Ayuso, parte como gran favorita para doblar sus resultados de 2019 y acariciar una mayoría absoluta (69 escaños) donde el respaldo de Vox aparecería como única palanca tras deshacerse de la mochila de Ciudadanos, virtualmente extinguido. El bloque de la izquierda fía su suerte a la masiva movilización de los barrios y las zonas más desfavorecidas socioeconómicamente para derrotar a las encuestas, y es que ni una sola al margen del polémico CIS de Tezanos ha otorgado opciones a un espectro devorado por el personaje y discurso frívolo que se ha creado la lideresa del PP, sin que los problemas reales de los madrileños y la gestión de la pandemia hayan sido el foco de una campaña puramente emocional, embarrada y deliberadamente polarizada.
La cita ha acuñado el término Ayusada: dícese de la ocurrencia de turno de la candidata del PP que ha convertido la apelación a la “libertad” en el leitmotiv de su argumentario, dedicado a centrar la batalla en una especie de primer asalto de las generales para desbancar a Pedro Sánchez y al Gobierno de coalición. Éxito con implicaciones en Génova, y es que de la magnitud de su victoria puede salir magullado Pablo Casado, que debería elegir entre el guion de Ayuso o el de Feijóo en su estrategia de llevar al poder a “la casa común del centroderecha”. Por de pronto, todo apunta a que engullirá a Cs, que debería pasar de la barrera del 5% de votos para mantener al menos 7 de sus 26 asientos, o desaparecerá de la Asamblea y prácticamente del mapa al estilo UPYD. De nada les ha servido arrinconar al exvicepresidente Ignacio Aguado en favor del equidistante Edmundo Bal.
Está por ver si la mimesis en cuanto a los postulados pasará factura a Vox, que se presenta como muleta del PP con la duda de si formaría o no parte del Ejecutivo, algo que quizás no interesaría a ninguna de la partes en tanto que esta legislatura será solo de dos años. En todo caso, ser la llave de la gobernabilidad volvería a inyectarle dosis de protagonismo, también mediático, con sus mensajes claramente de ultraderecha y nuevamente amparados por el mismo Casado que les despreció en la moción de censura en el Congreso. La izquierda ha condicionado buena parte de su ataque en alentar el temor al “fascismo”, comunicación que a la población más joven quizás no llegue, mientras que, por ejemplo, Ayuso hace semanas que aparcó su hostigamiento al “socialcomunismo” con que abrió la veda electoral porque ya no le reportaba más. Su demagógica apuesta por la defensa de los hosteleros le era suficiente.