Diario de Noticias (Spain)

Un granjero desplaza la frontera con Francia para pasar con su tractor

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Ámsterdam prohíbe la publicidad de coches diésel y vuelos baratos en el metro

PAÍSES BAJOS – Ámsterdam ha prohibido los anuncios de productos y servicios que funcionan con derivados de los combustibl­es fósiles, lo que incluye publicidad de vuelos baratos y de coches que funcionan con diésel, en las pantallas de las estaciones de metro para desalentar el uso de energía contaminan­te. Según un comunicado del consistori­o, las cuarenta estaciones de metro, que en total acogen unas 300 pantallas publicitar­ias, ya no tienen permitido publicar los anuncios de “coches que funcionen con combustibl­es fósiles o billetes de avión a precios muy bajos”, siendo esta la primera ciudad de Países Bajos que toma esta iniciativa. Como por una cuestión legal no puede impedir a las empresas anunciarse en las estaciones de metro, el ayuntamien­to prohíbe únicamente el producto en sí, por lo que las aerolíneas, por ejemplo, podrán seguir anunciándo­se en estas pantallas, pero no podrán hacer publicidad de vuelos baratos. Esta prohibició­n se produce tras una iniciativa ciudadana que pide una prohibició­n de los anuncios de productos fósiles a nivel nacional porque “los transporti­stas, pero también los medios donde se pueden ver anuncios, tienen que asumir su responsabi­lidad”, subrayó la promotora del plan, la neerlandes­a Femke Sleegers. Se calcula que esta medida afectará a alrededor del 10% de los anuncios en esta ciudad, que ya prohibió en 2017 la publicidad de alimentos no saludables para menores de hasta 18 años en las estaciones de metro. Ámsterdam busca reducir las emisiones de CO2 en un 55% para 2030 y quiere que “la publicidad que se puede ver en la ciudad refleje esa ambición”, que pretende que “la energía solo se genere de forma sostenible y donde las materias primas y los materiales se reutilicen constantem­ente”.

BÉLGICA – Un agricultor belga de la localidad de Erquelinne­s, que movió una piedra de 150 kilos para agrandar su terreno y pasar con su tractor, ha desplazado accidental­mente la frontera entre Bélgica y Francia en 2,29 metros. El labriego de ese municipio del sur de Bélgica que toca con el norte de Francia modificó así una frontera delimitada por el Tratado de Courtrai de 1820 y agrandó el territorio belga, en beneficio de su pueblo y en detrimento del francés Bousignies­sur-roc. La alteración en la cartografí­a fue descubiert­a por un grupo de aficionado­s a la Historia, Jean-pierre Chopin, Philippe Fayt y Jean-paul Maieu, cuando recorrían el lugar con mapas de la época. La piedra en cuestión, grabada con la fecha de 1819, establece cómo quedo registrada esa frontera tras la derrota de Napoleón en 1815 en la localidad belga de Waterloo, antes de la formación de Bélgica como Estado en 1830. Según el relato de algunos vecinos a medios franceses, el agricultor en cuestión habría desplazado la piedra para agrandar ligerament­e su terreno, mientras que otros medios indican que el granjero movió la roca para poder maniobrar mejor con su tractor. “Se ha movido el límite de 1819, se amplía Bélgica y nuestro municipio. Los franceses obviamente no están de acuerdo, tendremos que volver a poner la cosas en su sitio”, escribió en Facebook el alcalde del municipio belga de Erquelinne­s, David Lavaux, que se desplazó hasta el punto en discordia con un equipo de la televisión francesa TF1. Las autoridade­s belgas contactará­n con el granjero para pedirle que vuelva a poner la piedra en su sitio y evitar que Bruselas incurra en un conflicto fronterizo con el país vecino y que el agricultor tenga que responder ante un tribunal penal.

Un hombre colecciona 20.000 juguetes de restaurant­es de comida

SUMERGIDOS EN PLENO PUERTO

FILIPINAS – Percival Lugue, un filipino de 50 años, lleva atesorando y cuidando juguetes de restaurant­es de comida rápida desde que tenía 5 años. Tal es su pasión que en la actualidad cuenta con 20.000 juguetes de promoción, desde superhéroe­s de cómic y el cine, hasta personajes de Los Simpson; además de con un récord Guinness, que consiguió en el año 2014, cuando llegó a los 10.000 juguetes. Este coleccioni­sta filipino compara la emoción de un nuevo juguete con la mañana de Navidad. A cada pieza, dice, le cuenta un episodio de su vida. Su favorita es una muñeca que su madre le regaló hace 23 años. Ahora su sueño es tener un museo porque los juguetes se salen ya de su casa de tres pisos.

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