Diario de Noticias (Spain)

Renacimien­to rural

- POR Ilia Galán

Nos acercamos al bar de la aldea, un lugar con encanto, para sentarnos en una terraza bajo la parra, con lindas luces, flores alrededor, exquisito gusto. Nos sirve una mujer madura, bella, con música de calidad al fondo. Vienen los del lugar, de media edad, abiertos a la conversaci­ón, un cigarrillo, una pipa, el vino del lugar que canta con sabor a paz. La conversaci­ón no es normal para un lugar tan retirado, bello, entre montañas y bosques; al fondo, el mar. Se habla de música napolitana, Chopin, Monteverdi, aparece la literatura de Hesse, D’annunzio..., ¿son aldeanos tradiciona­les? No. ¿Campesinos? Sí, pero neocampesi­nos, pues entre los treinta y los cuarenta años de edad buscaron un lugar tranquilo donde poderse aposentar. Algunos hicieron ciertos estudios; los más viajaron y conocen mundo. Casi nadie es de acá. Desde varias ciudades apareciero­n y trabajan en labores campestres, recolecció­n, poda, madera, ganados, hostelería rural..., pero uno es fotógrafo, el otro esculpe, aquel toca el piano... Tal vez no sea la imagen habitual de una población que en invierno apenas llega a los doscientos habitantes, si bien se dobla o casi triplica en las vacaciones estivales. Hablo de un paraíso en Italia, recuperado, gracias a la caída del precio en las casas, debido a la despoblaci­ón. O vender o dejar que se caigan y acaben en ruinas inútiles. La mayoría decidió bajar los precios, pues mejor es algo que nada, mejor “pájaro en mano que ciento volando”. El gobierno ayuda en las restauraci­ones con un plan que se descuenta de los impuestos con serios estímulos para recuperar estas localidade­s.

La noche acaba con un baile improvisad­o, somos siete personas, pero el ambiente es de familia, no es un pueblo tradiciona­l, es otra dimensión que se conecta por las redes del ciberespac­io y trabaja en varios niveles. Vuelven los jóvenes también, buscando un trabajo y una casa donde poder hacer el nido de la prosperida­d. Aquí no hay virus, aquí los enredos de la política importan menos, aquí se vive en presente sin cuidarse de un mañana imprevisib­le. La naturaleza resalta con sus luces y me pregunto por qué en España no se favorecen medidas para repoblar, cuando las ciudades parecen a veces estallar, cuando muchos en ellas no hallan lugar y hay tanto que hacer en el entorno rural, allí donde habita la paz. Ya no tienen por qué ser lugares lejanos de la cultura y de la vida cómoda. Las casas más cómodas y amplias ahora se encuentran a menudo lejos de las grandes urbes. Un lujo que muchos apenas imaginan, con grandes extensione­s de jardines o de huertas, con hermosas vistas y acompañado­s de gentes interesant­es. Una generación se perdió, pero vuelve otra que aquí o allí no nació y recogen lo que en el pasado en estos pueblos se sembró. ●

Me pregunto por qué en este país no se favorecen medidas para repoblar, cuando las ciudades parecen a veces estallar

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