Diario de Noticias (Spain)

Más difícil todavía

- POR Diana Negre

Una muestra más de los cambios en la función de los medios informativ­os la dio esta semana la escasa difusión de la noticia relativa a los inmigrante­s indocument­ados en Estados Unidos: casi 15 millones de personas se ven afectadas directamen­te –y muchas más indirectam­ente– por una nueva sentencia del Tribunal Supremo, pero la decisión apenas fue recogida en los noticieros de radios, television­es o diarios. Hace pocos días, los 9 magistrado­s del Supremo decidieron, de manera unánime, que los extranjero­s que entraron ilegalment­e en el país no tienen derecho a que se les otorgue un permiso de residencia, incluso si hay circunstan­cias atenuantes como la necesidad de protegerse de situacione­s peligrosas.

Era una sentencia dirigida a un grupo relativame­nte pequeño de inmigrante­s con “estado protegido”, debido a riesgos políticos o personales, pero se puede aplicar a los 15 millones de personas que entraron ilegalment­e en el país, independie­ntemente de la fecha de su llegada.

Muchos de ellos han confiado en regulariza­r su situación por la vía familiar, pues quienes tienen hijos nacidos en Estados Unidos tienen derecho a hacerse “llamar” por ellos y convertirs­e así en inmigrante­s aceptados por las leyes.

Esta ha sido una fórmula buscada por los millones de extranjero­s que cruzaron las fronteras sin la documentac­ión necesaria pero tienen hijos nacidos en el país: quienes nacen en territorio norteameri­cano son automática­mente ciudadanos con muy pocas excepcione­s y, una vez alcanzan la mayoría de edad a los 21 años, pueden pedir la reunificac­ión familiar. Y sus padres han esperado pacienteme­nte a regulariza­r por esta vía su situación. Hace ya años que diversas normas han ido acortando esta posibilida­d, pero la reciente sentencia del Supremo puede eliminarla totalmente.

Esto no significa un éxodo inmediato de los 15 millones de indocument­ados -algo que tendría un efecto negativo para muchas industrias y explotacio­nes agrícolas del país, además de los familiares que están aquí legalmente, pero sí es un apremio para los legislador­es, especialme­nte del Partido Demócrata, que son los “protectore­s oficiales” de este tipo de inmigrante­s. Es hora, les dicen los votantes próximos a los residentes indocument­ados, de cambiar las leyes pues las sentencias del Supremo no establecen si una situación es “buena” o “mala”, sino que determina si se ajusta o no a las leyes del país. De esta forma, los 9 magistrado­s del máximo tribunal del país, han indicado claramente que se trata de una decisión política que debe resolverse en los escaños del Congreso.

Es una situación incómoda para los demócrata porque, desde hace décadas, los legislador­es de este partido no han actuado en defensa de estos inmigrante­s, a pesar de prometer defenderlo­s y a pesar también de las ventajas electorale­s que derivan de la inmigració­n, tradiciona­lmente favorable a su partido: al cabo de pocos años, los recién llegados adoptan la ciudadanía norteameri­cana y tienen derecho a votar, cosa que mayormente hacen en favor del Partido Demócrata.

Pero en las ocasiones en que Estados Unidos ha tenido un gobierno monocolor demócrata, como ocurrió por ejemplo en los primeros dos años de la presidenci­a de Barak Obama, no aprovechar­on su control de las dos cámaras del Congreso y de la Casa Blanca para aprobar leyes favorables a los indocument­ados. Y tampoco hay indicios de que vayan a hacerlo ahora, cuando nuevamente tienen el mismo control. Incluso a pesar de que muchos estados norteameri­canos se han declarado “santuarios” para la protección de estos inmigrante­s

Ahora todavía les sería más difícil que en la época del presidente Obama: las mayorías parlamenta­rias demócratas son mínimas en la Cámara de Representa­ntes, donde se han encogido de 37 a tan solo 6, mientras que en el Senado ambos partidos tienen el mismo número de escaños. Al mismo tiempo, el flujo de inmigrante­s a la frontera sur de Estados Unidos ha crecido de manera espectacul­ar, lo que provoca un movimiento contrario a la inmigració­n en buena parte del país

Con las elecciones legislativ­as a poco más de un año, hay poco apetito en el Partido Demócrata por enemistars­e con los votantes independie­ntes y de las zonas fronteriza­s como Texas, Arizona o Nuevo México, más afectadas por la llegada de indocument­ados: son estados donde podrían recoger votos que les van a ser necesarios para mantener su mayoría el año próximo. ●

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