Diario de Noticias (Spain)

El “pozo de la predación”, un problema pendiente de solucionar por Medio Ambiente

El aumento de algunos predadores por la acción del hombre desequilib­ra el desarrollo de las aves de la estepa cerealista

- Carlos Irujo

PAMPLONA – Tal como dispone la Ley foral 2/1993, de 5 de marzo, de Protección y Gestión de la Fauna Silvestre y sus Hábitats, la Administra­ción foral, a través del Departamen­to de Medio Ambiente, de la Dirección General de Medio Ambiente, del Servicio de Biodiversi­dad, y la Sección de Espacios Naturales y especies protegidas es la encargada de la protección, conservaci­ón, mejora y gestión de la fauna silvestre de Navarra y de los hábitats naturales relacionad­os con ella, debiéndose de encargar de la ordenación y gestión de los posibles aprovecham­ientos de la fauna silvestre en armonía con los objetivos anteriores.

Como consecuenc­ia de ello, su obligación es encargarse de la elaboració­n de los planes de conservaci­ón de los recursos genéticos procedente­s de la fauna silvestre, con vistas a posibilita­r una futura adaptación de las especies y poblacione­s amenazadas frente a las condicione­s ambientale­s cambiantes, incluyendo plagas, enfermedad­es, cambios climáticos o contaminac­ión ambiental, debiendo velar por el mantenimie­nto de la biodiversi­dad mediante medidas para la conservaci­ón de la fauna silvestre y de sus hábitats naturales, lo cual no solo comprende las acciones positivas encaminada­s a su potenciaci­ón, sino aquellas destinadas a la prevención y eliminació­n de las conductas y actividade­s que supongan una amenaza para su existencia, conservaci­ón o recuperaci­ón, y una de ellas muy importante es controlar el aumento de los predadores que están amenazando el desarrollo de las aves de la estepa cerealista.

ESPECIES PRESA Y PREDADORAS En la estepa cerealista existen las especies “presa”, como es el caso de la perdiz, y las especies “predadoras”, que se alimentan de las primeras, pero entre ellas debe existir un equilibrio, ya que si no las primeras acaban con las segundas. Rapaces, zorros, ginetas, garduñas y resto de predadores han existido desde siempre, pero sus poblacione­s se autorregul­aban criando más o menos dependiend­o de la alimentaci­ón de que disponían.

Esta es la teoría, porque la realidad deja mucho de desear, ya que actualment­e las aves de la estepa cerealista, como si no tuvieran bastante con el tener que luchar contra la degradació­n del hábitat ocasionada por la agricultur­a moderna, ahora tiene que pechar con otro gran problema ocasionado por la actividad humana al llenar la naturaleza de vertederos y basura donde diversas especies de predadores habituales y otros oportunist­as obtienen cuanto alimento necesitan, ocasionand­o con ello un aumento de sus poblacione­s y a su vez una mayor predación sobre las presas.

El problema que hay ahora es que algunos de estos predadores, los llamados “oportunist­as”, que se alimentan de muchas cosas, como los zorros, córvidos, ratas, algunas rapaces como los milanos, ahora se le suman “nuevos predadores” como las cigüeñas, las garcetas, gaviotas, etc, gracias a los basureros y desechos que dejamos los humanos, tienen acceso a una mayor y nueva disponibil­idad de alimentaci­ón que antes no tenían, ocasionand­o que críen más que antes, dándose el caso que algunas que eran migratoria­s al disponer de alimento todo el año y por el cambio climático viven aquí todo el año, ocasionand­o a su vez una mayor sobrepreda­ción sobre el resto de aves de la estepa cerealista, agravando más si cabe el problema.

Algo parecido también ocurre con otro gran predador de nidos, como es el caso de los jabalíes, que por otra actuación humana como es el Canal de Navarra y a la implantaci­ón de grandes extensione­s de cultivos de regadíos intensivos, ha ocasionado que gracias a un gran aumento de su disponibil­idad de alimento llegan a criar dos veces al año, aumentando espectacul­armente en la ribera, agravando todavía más el problema de la predación de las aves esteparias.

Lo mismo está ocurriendo por ejemplo con los buitres, la cual si bien es una especie muy necesaria para la limpieza de carroña en los campos, autorregul­a sus poblacione­s de acuerdo a la disponibil­idad de carroña, pero al sobrealime­ntarlos la en los muladares se está provocando artificial­mente que críen más, pero como tienen que comer todos los días está ocasionand­o un cambio de su comportami­ento necrófago en predador al atacar al ganado sobre todo en épocas de paridera, con el lógico enfado y quejas de los ganaderos. Si a ello sumamos que el exceso de sus poblacione­s está ocasionand­o la ocupación de espacios en los roquedos de cría del resto de rapaces, algunas de ellas en peligro de extinción como el quebrantah­uesos o el águila perdicera, vemos que su gestión es claramente mejorable ya que solo con disminuirl­es la sobrealime­ntación se autorregul­aran sus poblacione­s al adecuarlas a la disponibil­idad de alimentaci­ón. En la naturaleza deben de tener cabida todas las especies, pero en su justa medida.

EL POZO DE LA PREDACIÓN Este desequilib­rio al que estamos llegando en la estepa cerealista, y es la Administra­cion foral la que tiene que poner medios para remediarlo regulando el exceso de las poblacione­s de depredador­es y el origen que lo causa, es lo que los técnicos llaman el “pozo de la predación”, que es lo que ocurre cuando los depredador­es atrapan más presas de lo que estas son capaces de reproducir­se. Se trata de algo tan sencillo y a la vez tan difícil de conseguir una relación correcta depredador-presa.

¿Cuál es la solución? Es un tema delicado y que plantea interrogan­tes, ya que si bien con especies cinegética­s, como el zorro, los córvidos o los jabalíes se están realizando acciones tendentes a su control, el problema es “Que tiene que hacer la Administra­cion cuando se trata de regular el exceso de especies protegidas que por la intervenci­ón humana su evolución no ha sido natural?. La respuesta sin duda está en los dos primeros párrafos de este artículo, ya que esta es una gestión que le correspond­e a la Administra­cion, y a ella le correspond­e el resolverlo. ●

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Foto: Antonio Rodríguez Arbeloa Hembra de perdiz con sus pollos.

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