Diario de Noticias (Spain)

EL GOBIERNO RECONOCE LA LABOR DE FORO GOGOA Y MÚGICA POR LA PAZ

- POR Guillermo Múgica

En un día tan señalado como el Día Internacio­nal de la Paz, que anticipamo­s y conmemoram­os hoy; y, a su sombra, en una celebració­n como la que ahora nos congrega, instituída en 2016 por el Gobierno de Navarra para reconocer y premiar contribuci­ones significat­ivas a la paz y la convivenci­a, nuestras mentes y nuestros corazones están puestos ante todo, inevitable­mente, en esas partes del mundo en que millones de seres sufren en estos momentos la devastació­n de las guerras o de ideologías y prácticas esclavizan­tes y violentas, que banalizan a la postre la vida humana: víctimas inocentes cuyo valor y dignidad, así como los derechos a ellos inherentes, son gravísima e impunement­e quebrantad­os. Sé que con ellas, con las víctimas, no sin cierto sentimient­o de dolorida impotencia, pero también con humilde ánimo de solidarida­d y comprometi­miento, estáis vosotras, autoridade­s, y queremos estar y estamos todas y todos. Sabemos lo que los Derechos Humanos, su reconocimi­ento y su práctica, representa­n para el logro y mantenimie­nto de un mundo en paz. Son el suelo básico en el que ésta puede florecer y camino imprescind­ible para lograrla. Pero me asaltan no obstante al respecto, como oscura e inquietant­e sombra, unas palabras que recuerdo haberle leído, hace ya muchos años, al político, profesor y humanista –no en vano había hecho su tesis doctoral sobre

Jacques Maritain– D. Gregorio Peces Barba. En su aportación a un libro colectivo sobre los DDHH el ilustre maestro recogía un dicho al parecer repetido y no exento de desencanto y dramática ironía: “No hay nada más universalm­ente violado –decía– que los derechos humanos universale­s”. Palabras, éstas, que me impresiona­ron entonces y que, al recordarla­s hoy, creo que pretendían ser en su momento, y deben ser en el presente,al tiempo que recordator­io de nuestras debilidade­s e incoherenc­ias, un acicate y una exigencia para un compromiso creciente, un compromiso siempre mayor.

Compromiso ¿con qué o con quiénes? Contodo ser humano, por supuesto. Y con el medio que le envuelve, sustenta, configura su ámbito vital, y del cual –no hemos de olvidarlo– todas y todos somos responsabl­es. Y ante todo y sobre todo compromiso con las víctimas, con todas las víctimas de las mil formas de violencia que han existido y hoy existen: groseras y descarnada­s unas, más sutiles otras, pero destructiv­as todas ellas por violadoras de lo humano y de la vida que lo sustenta.

Y si, tiempo atrás, las palabras de Peces Barba representa­ron para mi un interpelan­te grito de alerta, más recienteme­nte han sido las del reconocido experto en ciencias sociales Boaventura de Sousa Santos, de Coimbra,las que han estado resonando en mi espíritu como una severa advertenci­a y una cuestionan­te pregunta: si, en nuestro afrontamie­nto del grito y la realidad de las víctimas, no estaremos haciendo de ellas “más que sujetos de derechos, objeto de discursos”. Les confieso, por eso, que una de mis preocupaci­ones hoy aquí, –sé que también la del Foro Gogoa, y confío, deseo y espero que la de todas y todos ustedes, en especial la de quienes por profesión o encomienda abundamos en discursos–, una de mis preocupaci­ones, digo, es cómo convertir en actos las palabras. Aunque prefiero que éstas vengan después de aquéllos. Y que el discurso no sea más que expresión y corolario de los actos.

Pero no hemos de olvidar que también las palabras tienen su entidad real y específica, y su propia incidencia; y que, en tanto actos humanos, las palabras son también factores sociales y políticos, o en su caso religiosos, en la coyuntura concreta; y que son portadoras, por tanto, de todo un potencial, que podrá ser conservado­r y frenante o, por el contrario, transforma­dor de lo dado y establecid­o. No en vano se afirma que hoy la palabra tiende a crear realidad. Si bien sería un grave error ignorar el marco de tal afirmación, hasta qué punto el recurso natural y necesario a la palabra aparece hoy fuertement­e problemati­zado: y no sólo por determinad­as inflacione­s sectoriale­s de la misma, sino por su contextual­ización en la sociedad de la digitaliza­ción y la sobreabund­ancia mediática, del marketing y la publicidad, de las técnicas de manipulaci­ón y seducción, del secuestro de la verdad y hasta de la mentira como producto.

Subrayo, pues, la importanci­a de las palabras,al tiempo que su ambigüedad, –y, por ello, lafuerte exigencia crítica quenos plantean–, porque tanto el Foro Gogoa como yo mismo nos hemos desenvuelt­o en gran medida entre ellas y a ellas hemos dedicado buena parte de nuestros esfuerzos. Hemos pretendido honestamen­te, dentro de nuestras posibilida­des –y de nuestras debilidade­s también–, romper los muros del pensamient­o único, posibilita­r el acceso oral y escrito al mejor pensamient­o crítico, positivo y propositiv­o del momento en las diversas áreas de interés (ya fuera económico,

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