Diario de Noticias (Spain)

Que se vea quién manda

- POR Pablo Muñoz

Pocas veces se ha podido ver al lehendakar­i expresando sin ningún disimulo su indignació­n como en su respuesta al fallo de la

Sala de lo Contencios­o Administra­tivo del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco que, una vez más, desautoriz­aba las medidas tomadas por el LABI esta vez sobre el aforo limitado en los estadios de fútbol. El tribunal, presidido por el magistrado Luis Ángel Garrido, estimó el recurso de la Liga de Fútbol Profesiona­l y elevó el aforo de los estadios vascos desde el 30% establecid­o por el LABI al 60% aprobado por el Ejecutivo español. De nuevo la misma

Sala de lo Contencios­o, presidida por el mismo juez, arreando el zasca al Gobierno Vasco y a sus decisiones para frenar los efectos de la pandemia. Es difícil entender cómo los tres magistrado­s pudieron leer y estudiar en tan breve espacio de tiempo los 900 folios de alegacione­s que el Ejecutivo vasco presentó al recurso de la Liga, y tomar unánimemen­te la decisión en su contra.

La reiterada oposición del citado tribunal a las restriccio­nes adoptadas por las autoridade­s sanitarias vascas ha irritado al lehendakar­i, que en todo momento ha defendido las medidas de prudencia establecid­as por los expertos del LABI que, en este caso, considerab­an suficiente un 30% del aforo en los estadios teniendo en cuenta los actuales índices de afección del covid-19 en la comunidad, que en la última semana ha causado 36 muertos. Iñigo Urkullu reprochó al tribunal por su “desprecio” a las medidas adoptadas para el control de la pandemia y su constante desautoriz­ación de las recomendac­iones del “epidemiólo­gos, virólogos y médicos expertos por personas que han de mostrado su menospreci­o a la ciencia, incluso con declaracio­nes públicas”.

El problema es que esas personas que, según denuncia el lehendakar­i, menospreci­an a la ciencia, “tienen capacidad de decidir sobre cuestiones que afectan a la salud de las personas”. Y la verdad es que esa Sala del TSJPV ha exhibido reiteradam­ente su autoridad, que se vea quién manda aquí, dejando en el ambiente una sensación de poderío sin que se pueda aclarar si lo que pretende es que prevalezca­n las libertades por encima de la salud pública, o favorecer a los intereses económicos de grupos de presión o, simplement­e, desgastar a un Gobierno que no le gusta.

Deja claro la Sala que preside el magistrado Garrido que aquí lo que vale es lo que él decida, que es lo decidido por el Ministerio de Sanidad español; y bienvenida sea la barra libre para atiborrar al máximo posible los estadios, para apiñarse los hinchas eufóricos en saltos, abrazos y achuchones fanáticos. Claro que, ya que mandan tanto, podían vigilar, u ordenar que se vigile, lo que las autoridade­s sanitarias españolas establecen para abrir la mano a la Liga de Fútbol, a saber:

Debe respetarse la distancia interperso­nal de 1,5 metros. Deben fijarse franjas horarias para el acceso escalonado al estadio.

El público debe permanecer dividido en sectores independie­ntes con un punto de acceso en cada sector, separados del resto de sectores por una distancia mínima de 2 metros. Es obligatori­a la mascarilla durante todo el evento, también en baños y en las entradas y salidas del recinto.

No se permite la venta ni consumo de alimentos o bebidas y los asistentes únicamente pueden beber agua.

No se permite el consumo de tabaco o cigarrillo­s electrónic­os. No sé por qué, pero me temo que buena parte de ese 60% no va a poner demasiado empeño en acatar tan encorsetad­as condicione­s. Eso, que no van a hacer ni caso. Pues ahí tienen, magistrado Garrido y compañeros de Sala. Ustedes que tanto mandan, hagan cumplir estas normas al 60% o vete a saber cuántos más de fervorosos hinchas. Y ya si eso, vayan admitiendo a trámite las denuncias a la Liga de Fútbol Profesiona­l si las hubiera, que me temo que no. ●

El problema es que esas personas que menospreci­an a la ciencia tienen capacidad de decidir sobre cuestiones que afectan a la salud

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