Una deuda con los exiliados
En Elizondo se saldó ayer una parte de esa cuenta pendiente con exiliados y exiliadas tras el golpe de 1936 y se selló la promesa para seguir profundizando en la vía de la reparación y en la cercanía con las familias
En una reciente visita a Pamplona, Leo Cayuela recordaba la peripecia de su abuelo Enrique Cayuela – secretario del Ayuntamiento de Pamplona y miembro de Izquierda Republicana-, que permaneció más de medio año escondido en el interior del reloj de la vieja estación de autobuses de Pamplona antes de huir a Chile tras el alzamiento militar de 1936. Leo es también nieto de Natalio y Santiago Cayuela, ambos asesinados a los pocos días del golpe del 18 de julio. Tanto la presidenta del Gobierno foral, María Chivite, como el presidente del Parlamento, Unai Hualde, conocieron por boca de Leo la historia de la familia. Ayer, en el acto de homenaje a los exiliados y exiliadas celebrado en Elizondo, ambos políticos asumieron la deuda que Navarra tiene con estas personas y sus familias, la tarea pendiente para su reconocimiento, el compromiso de divulgar su historia y terminar con décadas de mutismo. Es cierto que en una tierra que sigue haciendo recuento de víctimas, que no deja de excavar fosas buscando los restos de fusilados, que tiene un férreo compromiso con la Memoria Histórica, del exilio se ha hablado poco en público –pese a las publicaciones realizadas y trabajos de investigadores– y no se había realizado un reconocimiento a nivel institucional. Ayer, en Elizondo quedó saldada parte de esa cuenta pendiente y sellada la promesa para seguir profundizando en la vía de la reparación y en la cercanía con las familias. Ya en el pasado mes de marzo el departamento de Relaciones Ciudadanas presentó dos nuevas iniciativas dentro del Proyecto Exilio, puesto en marcha en 2020 por el Instituto Navarro de la Memoria, que aportan información, datos y rigor histórico al conocimiento del exilio en Navarra y a sus consecuencias personales y familiares. En una primera versión del censo de los navarros y navarras exiliados se recopilaron más de 1.200 nombres. En este contexto de quienes eran empujados a abandonar su tierra hay que poner también en valor el esfuerzo de quienes arriesgaron la vida para salvar a los perseguidos y conducirles para cruzar la frontera. Una infraestructura clandestina de la que participaban personas que quedaron en el anonimato. “No podemos olvidar lo que aquí hemos vivido”, subrayó Unai Hualde. Porque no hay nada más ingrato con quienes lucharon por la libertad y contra el fascismo que el olvido. ●