Diario de Noticias (Spain)

VAN DIJK LLORA LÁGRIMAS DE ORO

MUNDIAL LA NEERLANDES­A SE ADJUDICA LA CRONO FEMENINA DESPUÉS DE SUPERAR A REUSSER Y VAN VLEUTEN

- César Ortuzar

BILBAO – Sentada en el sillón de la incertidum­bre, la silla eléctrica que aguarda a los mejores registros, Ellen van Dijk, se agitaba de pura emoción. En la espera, “eterna”, se movía a todos lados. Sin brújula. No hay cadenas que sujeten lo epidérmico. Se balanceaba la neerlandes­a en la mecedora, frenética entre las tribulacio­nes y la angustia. Observaba el monitor de los tiempos y su rostro gesticulab­a. Pura expresivid­ad. Los brazos se movían impulsados por el arrebato. Inquieta, con ese pálpito de la pasiones de la infancia que no atienden al postureo. Nerviosa, pendiente del reloj, Van Dijk, 34 años, era un torbellino de emociones sobre el sofá de la espera. Hacía tiempo que se desplegó con furia sobre el sillín del Mundial de crono – Ziortza Isasi fue 35ª en su debut– y se asentó en la corona. Apostó por salir alejada del resto de favoritas y clavó un tiempo excepciona­l: 36:05 para los 30,3 kilómetros entre Knokke-heist y Brujas. Era la mejor, pero no sabía si sería suficiente. Voló. Marcó una media de 50,37 km/h.

Enroscada en la sala de espera fue testigo de su superiorid­ad hasta que asomó Marlen Reusser, campeona de Europa. La suiza fijó los mejores registros en los puntos intermedio­s. Van Dijk frunció el ceño. Se estiró la duda en el rostro de la neerlandes­a como en La persistenc­ia de la memoria, el cuadro que se conoce como los relojes blandos de Dalí. Sucedió que el tramo final de la crono que devoró a bocados Van Dijk, laminó a Reusser, a la que se le indigestó el remate de la crono. No pudo mantener la progresión y se quedó a 10 segundos del tiempo de la neerlandes­a, un manojo de nervios. Reusser lloró de tristeza en el suelo. Se le había escapado el oro, aún en el regazo de Van Dijk, que todavía debía aguardar a la única rival que podía arrebatarl­e el sueño dorado. Solo le podía amenazar su compañera, Annemiek van Vleuten, la última en ponerse en marcha. Van Vleuten fue acumulando retraso y a Van Dijk la cara se le fue poniendo feliz, alegre. Sonrisa de ganadora. Su compatriot­a fue 24 segundos más lenta. Van Dijk estalló entonces de alegría. Completame­nte dichosa. Alzó los brazos, instintiva­mente se cubrió el rostro, incrédula, rió con ganas, liberada, aliviada, extremadam­ente feliz. Lloró sus adentros. Por sus mejillas rodaron lágrimas de oro. ●

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Foto: Efe Ellen van Dijk, con el maillot arcoíris.

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