Diario de Noticias (Spain)

La última bala de Javier Esparza

UPN ratifica a su presidente como candidato en 2023. Una apuesta continuist­a que tiene pendiente aclarar el futuro de Navarra Suma y que confía en un cambio de estrategia del PSOE en Madrid para volver al poder

- POR Ibai Fernandez

Esparza tendrá manos libres para hacer un equipo de confianza que le acompañe en su tercera y posiblemen­te última oportunida­d

UPN asume resignado que su futuro depende más de lo que haga el PSOE que de sus propias decisiones

UPN ha ratificado a Javier Esparza como candidato a la presidenci­a del Gobierno en las próximas elecciones. No ha habido sorpresas y el presidente del partido ha logrado el apoyo claro, casi unánime del consejo político. La rivalidad de Juan Manuel Rubio, presidente del comité local de Valdizarbe y del que incluso se habían desmarcado sus posibles apoyos dentro del partido, no ha eclipsado un nombramien­to que tenía garantizad­o desde que se impuso a Sergio Sayas con claridad, aunque por un margen más ajustado de lo previsto (58%-42%) en el último congreso del partido.

El regionalis­mo asume que no son tiempos de mudanza y cierra filas con su presidente, que tendrá manos libres para elaborar las listas electorale­s. Un proceso siempre tenso en cualquier partido, pero en el que no habrá mayor batalla dentro de UPN. Esparza cuenta con un grupo de confianza en el comité de listas, del que formarán parte María Jesús Valdemoros y Cristina Ibarrola, que ganan peso en la estructura regionalis­ta.

No se esperan por lo tanto cambios importante­s en cuanto a los equipos más allá de las renuncias voluntaria­s que se puedan anunciar en los próximos meses. A falta de que Enrique Maya confirme si continúa liderando la derecha en la capital, todo apunta a que Esparza mantendrá a su núcleo duro en el Parlamento, el mismo que ha confrontad­o amargament­e con el Gobierno de durante toda la legislatur­a. Tampoco habrá cambios importante­s en cuanto a la estrategia. No ha habido mayor margen para el acuerdo hasta ahora, y difícilmen­te lo habrá en un escenario cada vez más polarizado y condiciona­do por el clima de campaña que se respira ya en el conjunto del Estado. Las elecciones de Castilla y León del próximo 14 de febrero primero, y las andaluzas después, marcan el inicio de un nuevo ciclo electoral que apunta a los comicios autonómico­s y locales de 2023, en los que la derecha hace tiempo que tiene puesto su objetivo. Así que toca seguir pisando el acelerador, y a ver qué pasa.

Queda en el aire, y esa es la gran incógnita que deja la elección de Esparza, si UPN volverá a abrir su lista a PP y Ciudadanos, o si recuperará la sigla histórica para concurrir en solitario. Y ahí la posición no es unánime. La reflexión interna abierta antes de verano, y que en una parte del partido fue interpreta­da como una delegación de responsabi­lidades de su líder, ha quedado de momento aparcada sin una conclusión definitiva.

No tiene claro el regionalis­mo qué le renta más. La plataforma electoral Navarra Suma le ha permitido aglutinar a todo el voto de centro derecha y ha frenado la irrupción de Vox, algo que ha tenido réditos en los ayuntamien­tos, donde ser la lista más votada facilita mucho el acceso a la alcaldía. El precio sin embargo ha sido alto. UPN ya no tiene siglas propias en las institucio­nes y su imagen como formación regionalis­ta corre el riesgo de quedar ubicada de forma definitiva en el marco de una derecha española cada vez más radicaliza­da y centralist­a.

Sí parece evidente que, al menos, habrá que revisar el equilibrio interno de la alianza para corregir la sobre representa­ción que actualment­e tiene Ciudadanos en detrimento de un PP que cabalga en las encuestas en busca de la Moncloa. Así que lo más probable es que, a falta de concretar con qué siglas, UPN acabe volviendo al esquema de alianza histórico con el PP, confiando en que este nuevo ciclo electoral acabará pasando factura al PSOE de Pedro Sánchez y, por extensión, al PSN de María Chivite. Que vaya a ser suficiente para recuperara el poder, es cosa distinta.

UNA REFLEXIÓN PENDIENTE Existe la convicción dentro de UPN de que, en el fondo, da igual la estrategia y los candidatos que plantee en las próximas elecciones forales porque los socialista­s, si pueden, volverán a reeditar el Gobierno actual. De la misma forma que si las circunstan­chivite

cias le son contrarias, ya sea porque las elecciones dejan un PSN debilitado o porque provocan un vuelco en Madrid, de una u otra forma acabarán facilitand­o un Gobierno liderado por UPN.

Una certeza que explica la oposición frontal por la que ha optado la derecha en Navarra, arrastrada por la dinámica de polarizaci­ón que se vive en Madrid, en la que todo vale para atacar al Gobierno de Sánchez. Y que ha convertido la crítica a los acuerdos con EH Bildu en su único argumento político porque espera desmoviliz­ar así a una parte de la base electoral socialista.

Es la apuesta final de Esparza, la última bala de quien irá a su tercera campaña electoral consciente de que se le acaban las oportunida­des. No hay por ahora en UPN una alternativ­a a la actual dirección, al menos lo suficiente­mente sólida, solvente y organizada como para plantear un cambio de liderazgo. Y mucho menos de estrategia. Pero surgirá si tras las elecciones la derecha y su gran entramado de intereses siguen apartados del poder.

Porque eso es a fin de cuentas lo que se decide en el próximo ciclo electoral, la capacidad de condiciona­r la acción política, social y económica de la Administra­ción pública. Un objetivo al que UPN renunció hace tiempo por la urgencia de volver cuanto antes al sillón noble del Palacio de Navarra, pero que amenaza con dejarle 12 años alejado de cualquier influencia en el Gobierno foral. Un precio demasiado alto incluso para los más incondicio­nales.

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Foto: Patxi Cascante Javier Esparza, tras ser nombrado candidato de UPN por su consejo político.

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