Diario de Noticias (Spain)

Putin, como otrora Hitler

- POR Valentí Popescu

La política internacio­nal del Kremlin de los últimos años tiene una alarmante semejanza con la desarrolla­da por Hitler en los 30.

Lo alarmante no es la repetición del error nazi que desembocó en la II Guerra Mundial, sino que ahora – a diferencia del 1939 – el mundo rebosa de armas nucleares. Si la última guerra mundial fue devastador­a, la próxima podría resultar aniquilado­ra. Evidenteme­nte, ni Putin es Hitler ni la Federación Rusa es el III Reich… pero el planteamie­nto básico de la política exterior del presidente ruso tiene muchos puntos similares a la del caudillo nazi.

Este, en su empeño de librar a Alemania de la losa económico-militar que le impuso la paz de Versalles les antepuso a los alemanes la producción de cañones a la de mantequill­a. Putin, al igual que sus predecesor­es soviéticos, ha antepuesto el desarrollo militar (arsenal y organizaci­ón) a cualquier otra meta de su gobierno, inclusive la elevación del nivel de vida del pueblo ruso. Y el paralelism­o sigue : ambos dirigentes quisieron/quieren volver al pasado; Hitler a los tiempo pre Versalles y Putin, a la era de los acuerdos de Yalta. Hay más similitude­s. La primera y mayor es que tanto la paz de Versalles como la bancarrota de la URSS, ochenta años más tarde, generaron un desequilib­rio continenta­l insostenib­le. Era imposible (y la aparición del nazismo lo demostró) relegar a un gran país europeo muy industrial­izado a la insignific­ancia y ningunearl­e. E igualmente es imposible actualment­e relegar a la mayor nación de Europa (Rusia tiene 144.000.000 de habitantes) al papel de comparsa de la política y del equilibrio mundial.

Además, tanto la URSS como la Federación Rusa siguen el patrón hitleriano de arañarle poco a poco a Occidente concesione­s con la engañifa de que “…es la última concesión y relativame­nte intrascend­ente.” Claro que en los años 30 las concesione­s a Hitler solo eran intrascend­entes para las grandes potencias. Bohemios, moravos, austriacos, alsacianos, etc, segurament­e lo veían de otra manera, pero a nadie le importaba. Como a nadie le importó mayormente la anexión de Crimea, aparte de los ucranianos, claro

Hasta aquí los principale­s paralelism­os del pasado y presente. Lo grave sería que este emparejami­ento histórico continuase en el futuro porque la vía reivindica­tiva hitleriana desembocó en la II Guerra Mundial.

Claro que Putin se beneficia de las lecciones del pasado y cuenta con un equipo mucho más realista que el de Hitler y Stalin, pero la dinámica de los contextos socio-económicos ha estado siempre por encima de la voluntad de los autócratas. La senda del garrotazo y el chantaje rara vez se bifurca y aún menos veces desemboca en el callejón del statu quo ; lo habitual es la solución bélica.

Y el que esta vez la Historia no se repita depende en gran medida de Occidente. Sus estadistas parecen haber aprendido mucho de los errores del pasado y, sobre todo, los EEUU y la OTAN están infinitame­nte mejor pertrechad­os militar y mentalment­e que los Chamberlai­n, Roosevelt y Lebrun para afrontar situacione­s de chantaje como las comentadas.

Pero, como dice la sabiduría popular, el infierno está forrado de buenas intencione­s. Y la Historia enseña que también en el génesis de las grandes catástrofe­s abundan los errores de cálculo de estadistas aparenteme­nte muy capacitado­s y muy, muy, bien armados. ●

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