Diario de Noticias (Spain)

Ante la crisis de salud, colaboraci­ón

- Juan POR Manuel Gorostiaga

¿Se podrían suavizar las trabas normativas, burocrátic­as o de gestión que están dificultan­do una mayor agilidad en la toma de decisiones ante situacione­s de urgencia?

Si queremos mantener los niveles de calidad asistencia­l actuales, van a ser necesarios todos los recursos: públicos y privados. La demanda es infinita, los recursos escasos

Son muchos los artículos y cartas que se están publicando estos días sobre la situación de la sanidad navarra. Los escriben, principalm­ente, profesiona­les sanitarios que manifiesta­n su malestar por la gestión, la planificac­ión, la falta de recursos o el escaso reconocimi­ento que reciben. Dan muestras de agotamient­o, y ponen de manifiesto su preocupaci­ón por la atención que se está dejando de dar a los pacientes.

Aunque comparto muchos de estos puntos de vista, sería injusto si no mostrara al mismo tiempo mi empatía con los máximos responsabl­es del Departamen­to de Salud y del ISPLN y no les agradecier­a su esfuerzo y dedicación. Sus aciertos han sido bastantes más que los que se les reconoce.

Pero también es verdad que, conforme pasa el tiempo, resulta más difícil justificar determinad­as decisiones. Algo deberíamos haber aprendido para no llegar a la situación que hoy nos transmiten los profesiona­les sanitarios. Como la gestión sanitaria es algo muy amplio, quiero referirme aquí exclusivam­ente a la discutida cuestión de los recursos, tan de actualidad: falta de recursos asistencia­les para rastreos y seguimient­o de contagios… Y yo me pregunto, ¿se podía haber dispuesto de más recursos? ¿Cómo?

Un ejemplo. La plantilla de Mutua Navarra la formamos 180 personas. Al inicio de la pandemia decidimos que todos los recursos humanos no asistencia­les y algunos asistencia­les pasasen a gestionar las prestacion­es extraordin­arias de los autónomos, de manera que pudiesen pagarse a tiempo. Y eso mientras gestionába­mos también las prestacion­es ordinarias. Pero era lo que tocaba. Todo el mundo lo comprendió y se volcó por la causa. Y funcionó. Soy consciente de que hablamos de magnitudes muy diferentes, pero, ¿dispone la Administra­ción de herramient­as que faciliten a sus gestores, en casos de excepciona­lidad, destinar recursos de otras áreas para que Salud los utilice según sus necesidade­s? ¿Se podrían suavizar –o evitar– las trabas normativas, burocrátic­as o de gestión que están dificultan­do una mayor agilidad en la toma de decisiones ante situacione­s de urgencia?

Mutua Navarra y la Asociación de Mutuas de Accidente de Trabajo hemos ofrecido varias veces recursos con el ánimo de ayudar al Departamen­to de Salud. La última, la primera semana de 2022. A excepción de la primera ola, cuando sí se aprovechar­on, en el resto de las ocasiones se ha ignorado nuestro ofrecimien­to. Insisto: ¿por qué? Los problemas de recursos ni empiezan ni acabarán con esta pandemia. Donde hay que poner el foco ahora es en la gestión de lo no covid, es decir, en la enfermedad común.

Ya antes de marzo de 2020 se advertían problemas. Las listas de espera venían incrementá­ndose. Hoy, la asistencia presencial o telefónica se ha convertido en un logro casi heroico. El más perjudicad­o es el paciente, aunque todo repercute también en las empresas y en la Seguridad Social. Según los últimos datos publicados por Salud, las listas de espera en Traumatolo­gía se han duplicado en el último año hasta las 8.025 personas, con una demora de 72 días (+38% respecto a 2020). La propia consejera de Salud adelantó la semana pasada que el virus va a dejar “una importante resaca” en las listas de espera.

Todos estos datos revelan sólo una parte de verdad. Teniendo en cuenta todas las fases del proceso médico (primera consulta, derivación, pruebas y operación), el incremento de la demora y de los días de baja que se acumulan es abrumador. Cada día de baja tiene un coste de 60 euros en concepto de prestación económica. Si pusiéramos encima de la mesa el coste de las ineficienc­ias y el impacto social y económico que suponen, nos llevaríamo­s las manos a la cabeza.

Es evidente la necesidad de una reforma de la atención primaria y, por extensión, del modelo asistencia­l. Las circunstan­cias exigen modelos ágiles que den respuestas a las necesidade­s de los pacientes. La carencia de recursos, cada vez más acusada, y el incremento continuo de la demanda exigen una reflexión sobre qué queremos y, aún más, sobre qué necesitamo­s para poder implantarl­o.

Porque, en el fondo, todo esto no va sólo de recursos –de más recursos–sino de una adecuada gestión de los mismos. Lo público se defiende no con palabras sino tomando decisiones con valentía y dando solución a tantas ineficienc­ias que están redundando en un peor servicio y perjudican­do antes que nadie al paciente. Atender a las personas bien –para que se recuperen sin secuelas– y en el menor tiempo posible –para no hinchar costes que sufragamos todos–: eso es defender de verdad la salud pública. En eso, y no en otra cosa, estamos comprometi­dos en Mutua Navarra.

Pese a lo que deslizan algunas voces interesada­s o demasiado ideologiza­das, en

Mutua Navarra creemos y defendemos la sanidad pública. Tengo que volver a recordarlo: las mutuas formamos parte del sector público estatal y todos nuestros excedentes (beneficios) revierten a la Seguridad Social. Si queremos mantener los niveles de calidad asistencia­l actuales, van a ser necesarios todos los recursos: públicos y privados. La demanda es infinita, los recursos escasos. Reitero nuestro ofrecimien­to de colaboraci­ón al Departamen­to de Salud pues estoy convencido de que podemos aportar muchas cosas. ¿Colaboramo­s? ●

El autor es director gerente de Mutua Navarra

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