Diario de Noticias (Spain)

OLDANI SE ALUMBRA EN GÉNOVA

GIRO DE ITALIA EL ITALIANO REMATA LA FUGA DE LA ETAPA MÁS LARGA, EN LA QUE KELDERMAN REGRESA A LA GENERAL

- César Ortuzar NTM

PAMPLONA – Emocionado hasta el tuétano, brotándole las lágrimas, Stefano Oldani se tiró al suelo. Posición fetal. Lloraba como un niño, feliz, abrumado por las pasiones. El deseo hecho carne. El sueño, una realidad. Vencedor en una etapa del Giro. Su bautismo en el profesiona­lismo. Nada mejor que el alumbramie­nto en la Corsarosa, la carrera de Italia, pero, sobre todo, de los italianos. Superado por los sentimient­os, Oldani se revolcó en la felicidad y el llanto. Alumbramie­nto. El rostro salado del llanto por una conquista sin parangón. “Me parece magia que lo haya hecho. Es algo increíble, emocionant­e”, argumentó el italiano. Oldani remató en Génova ante Rota y Leemreize la fuga grandilocu­ente que situó a Kelderman nuevamente en el mapa de la general. El neerlandés que se desorientó en el Blockhaus, donde concedió 11 minutos, recuperó ocho para su misión. Aún es una figura difusa y lejana para la pelea por el podio del Giro, pero recuperó la confianza. De nuevo en la ruleta del Giro, siempre en movimiento. Un número más que gira.

El Giro retiró el 108. Era el dorsal de Wouter Weylandt. El Passo del Bocco es una montaña maldita. En su descenso falleció el ciclista belga en 2011. Le recordó el Giro. Un monumento honra al ciclista en el puerto en el que se dejó la vida. Es un homenaje eterno. Aquel fatídico día, el 9 de mayo, el ciclista belga portaba el dorsal 108. Desde entonces se retiró el dorsal como señal de duelo y de respeto. La memoria nunca descansa. En la montaña que rememora la figura de Weylandt se adentró una fuga ventruda, una veintena de ciclistas después de completar encima de una bala de cañón, a modo de Lasaventur­asdel barónmunch­ausen, la primera hora de carrera, a 55 kilómetros por hora. Un disparate.

Así se disparo el día en Parma, la ciudad de aquella empresa, Parmalat, sostén del equipo de fútbol, que vendía un cartón de leche, facturaba dos y contabiliz­aba tres. El fraude fue colosal. Cosas de Italia. Lo contó primorosam­ente Enric González en el genial, fascinante y brillante Historias del calcio, una radiografí­a estupenda de Italia a través del fútbol. El Giro también describe la historia del país, cosido por el hilo rosa de la carrera. Entre Parma y Génova, el sedal era el más largo: 204 kilómetros. Tal vez por ese pensamient­o tan humano de ganarse el porvenir cuanto antes, de adelantars­e al futuro, aunque nunca se abandone la rueda del hámster del presente, se envalenton­ó el ritmo en el ritual de la búsqueda de la escapada, un deseo que compartían tantos que el inicio fue una manifestac­ión. En el remolino hicieron migas Van der Poel, Mollema, Kelderman, Hamilton, Buitrago, Barta, Oldani, Rota, Leemreize… en una etapa que mutó en clásica de inmediato. La Colleta, el segundo puerto, no despiezó la fuga, numerosa pero bien empastada a pesar del babel.

NUEVE DÍA EN EL LIDERATO Juanpe López, el líder, y el resto de favoritos dejaron que la renta subiera. Un suflé. Con nueve días como líder del Giro, el lebrijano ha alcanzado el registro de maglias rosas de Pérez Francés y apunta a la de Paco Galdos. “Nueve días con este maillot es mucho, pero no me importaría llevarlo muchos más días”, dijo Juanpe López. La presencia del Valico di Trensasco, un puerto bello, con lija suficiente, en la lejanía, serviría de aduana. Un paso fronterizo para la criba. Allí perdió finura Van der Poel. Crecieron Buitrago, Hamilton, Kelderman y Mollema, que perseguían a Oldani, Rota y Leemreize, que despertaro­n varios capítulos antes y disponían de una manojo de segundos. Hablaban el mismo idioma. Entre los nobles evitaron cualquier conato. El skyline de la última semana impone demasiado respeto, incluso temor. Kelderman, que se evaporó en el Blockhaus por culpa de los frenos de disco (su calentamie­nto provocó la rotura de radios) según el neerlandés, abrió la puerta de regreso a la general. Se quitó siete minutos de encima. Aún está lejos, pero gravita más cerca. Otra alternativ­a a Hindley. El Trek de Juanpe López hizo las cuentas y trató de poner un torniquete a la hemorragia.

Ajenos a las cuitas de las grandes operacione­s, el trío de Leemreize, Rota y Oldani percutían por el jornal. Premio al trabajo. Clase obrera. Aún a vista de telescopio la meta, el trío inicio el juego de la miradas. El quién es quién de la desconfian­za. El neerlandés que se sabía el más lento, diésel, optó por arrancar antes de la pancarta del último kilómetro, a modo de un pistard. Oldani, el más rápido, cicatrizó el hueco, con Rota a su cola. Regresó el bizqueo y el deje del recelo en cada pedalada y la sospecha en cada gesto. Leemreize se la jugó otra vez. Esa era su única alternativ­a. Al neerlandés le superó Oldani. Rota trató de hombrear con su compatriot­a. Le faltó poderío para ponerle en jaque. Oldani descubrió el triunfo. Alumbramie­nto en Génova.

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Foto: Afp Stefano Oldani remata la fuga y celebra la victoria por delante de Lorenzo Rota en Génova.
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