Testimonios de supervivientes que empoderan
Una guía del INAI ayuda a la visibilidad de los EAIV y sirve para reconocer su labor a través de las propias usuarias
“La experiencia de otra mujer me hizo superar el miedo y la vergüenza. No soy la primera”
“Antes pensaba que el mundo se acababa. Ahora, vivo más tranquila y positiva. Me habéis dado fuerza y apoyo para mi autoestima”
PAMPLONA – El Instituto Navarro de la Igualdad (INAI) aglutina los recursos habilitados para las mujeres víctimas y supervivientes de violenca machista y, a su vez, se encarga de la prevención de este tipo de delitos y de divulgar guías de buenas prácticas y buen trato. Precisamente, dedica uno de sus documentos a los Equipos de Atención Integral a la víctimas, para que las mujeres sepan a lo que se enfrentan, dispongan de las herramientas precisas para hacer frente a la violencia y conozcan las diferentes formas de violencia para que no les resten valor a sus viviencias diarias. El INAI destaca en su guía que “la violencia que ejercen hombres contra mujeres por el mero hecho de serlo es una violación grave de los Derechos Humanos. Tiene sus raíces en la discriminación, la desigualdad y los estereotipos de género. En general, proviene de la pareja o expareja. Pero también puede proceder de otros hombres del entorno familiar, laboral, amistades o desconocidos. La violencia es la máxima expresión de la desigualdad entre mujeres y hombres. Tiene como fin generar miedo para controlar y dominar. Las hijas y los hijos también son víctimas directas de la violencia ejercida contra su madre”.
TIPOS DE VIOLENCIA
Con este preámbulo, desglosa que los distintos tipos de violencia se pueden enmarcar en las más agresivas y explícitas, como la violencia física (“si te pega, empuja o tira objetos o maltrata a tus mascotas). Pero también hay otra violencia más sutil e igual de dañina, como la violencia psicológica. Las especialistas del INAI destacan que puede sufrir esta violencia “si te insulta, grita, ridiculiza, humilla, o chantajea. Si te desprecia, también delante de otras personas. Si te recrimina (“es por tu culpa”), te amenaza (incluso con suicidarse) o te retiene documentos. Si te aísla de tu familia, amistades y redes de apoyo. Si limita tus actividades o espacios propios. Para ello, boicotea tus encuentros, te hace rendir cuentas de cada movimiento; te controla a través del móvil y entra a tus redes sociales; o te dice cómo vestir”. En épocas de crisis, como la actual, predomina también la violencia económica (“si impide que dispongas de dinero o no abona la pensión compensatoria o de manutención). Y una violencia al alza, y más en un perfil cada vez más joven es la violencia sexual, que se correspondería con cualquier delito sexual, o de acoso sexual y exhibicionismo, así como aquella relación sin consentimiento o no deseado. Al margen, y no por ello puede caer en el olvido, sigue existiendo cualquier otro tipo de violencia que “puede estar relacionada con el ámbito cibernético, con la violencia vicaria, la explotación sexual, el delito de trata, el matrimonio forzado y la mutilación genital femenina. Del mismo modo, se incluyen aquellas otras que limitan la libertad y la dignidad de las mujeres”.
En la guía que facilita el INAI para presentar lo que son sus Equipos de Atención Integral también tiene un apartado en el que facilita testimonios
de víctimas que han sido atendidas precisamente por los servicios especializados de la red navarra. Hay frases que se quedan en la retina por lo duras que suenan y otras que demuestran la oportunidad que les brinda a estas mujeres poder acudir a un servicio que les entiende y ayuda.
Los testimonios de las mujeres supervivientes tras ser atendidas por los equipos son los siguientes:
- “He entendido qué me estaba pasando y he salido del círculo que me ataba y me estaba matando como mujer, madre y persona”.
- “Ahora tengo mil ganas de continuar, sabiendo la persona que quiero ser”.
- “Antes pensaba que el mundo se acababa. Ahora, vivo más tranquila y positiva. Me habéis dado fuerza y apoyo y he recuperado mi autoestima”.
- “La experiencia de otra mujer me hizo superar el miedo y la vergüenza. No soy la primera. Saber que se puede salir de esta situación con aprendizaje, nuevas herramientas y coraje ha sido un catalizador de esperanza”.
- “No tenía moratones ni huesos rotos. Lo hubiese preferido, para reaccionar antes. Llegué con moratones en el alma. Me consideraba una mujer fuerte, pero he podido entender que he sido una mujer maltratada. Pedir ayuda cuando no podía más fue mi gran triunfo”.
Las mujeres supervivientes como las que hablan son el mejor ejemplo para que otras, que están pasando por lo mismo que ellas, se sientan identificadas y puedan dar el paso adelante, bien de denunciar o bien de romper con el bucle en el que se encuentran inmersas. No hay mejor manera que mirarse al espejo de alguien con quien compartes la mirada.