Diario de Noticias (Spain)

¿Cómo se protesta contra el Mundial?

- Jajviaervv­ieizrcaíno POR

BRAVO, PILI Y TXEMA

– Simpatizo con las tabernas que informan a la clientela con un cartel en la puerta de que no van a sintonizar en la tele del local ningún partido del Mundial de Catar. Leo por ahí y me confirman de primera mano que en Alemania el boicot de la hostelería está muy extendido. Entre nosotros –hablo de Euskal Herria–, me temo que bastante menos. Tampoco creo que sea exigible, ojo. Como cantaba Serrat, cada quien es cada cual y baja las escaleras como quiere, pero me ha parecido digno de aplauso, por ejemplo, que la cafetería Pili y Txema, de la localidad vizcaina de Zalla, explique a sus parroquian­os que no va ofrecer ningún encuentro literalmen­te “por razones obvias”. ¿Es que alguien necesita alguna aclaración suplementa­ria? Pues ya está. Quien quiera echarse a los ojos apasionant­es entorchado­s como Suiza-camebochor­no rún o Túnez-australia tiene mil y un garitos para hacerlo. Allá cada cual con sus principios y sus pulsiones.

COBARDES BIEN PAGADOS

– Los propietari­os del bar del municipio encartado ya han demostrado mucha más dignidad que, por ejemplo, los bienpagadí­simos protagonis­tas del espectácul­o a mayor gloria de los jeques que pisotean los Derechos Humanos como quien come pipas. Si no conociéram­os suficiente­mente el paño, provocaría un

supino comprobar que ni siquiera han sido capaces de llevar a cabo la aguachirla­da forma de denuncia que consistía en portar el brazalete chachipiru­lísticamen­te bautizado como One Love. En cuanto la FIFA amenazó con tarjetas amarillas a quien lo llevara, cundió la pirrilera y los trocitos de tela se quedaron en las casetas. Fue una demostraci­ón de debilidad de quienes, si quisieran, podrían poner contra las cuerdas a los poderosos organizado­res. ¿Imaginan qué pasaría si todas las seleccione­s teóricamen­te más potentes se conjurasen y salieran al campo con el brazalete? El tinglado caería en medio santiamén.

MI HEROÍNA

– Pero ya hemos visto que no ha sido así. La única que ha tenido un par de narices a lucirlo con desparpajo ha sido la ministra del Interior de Alemania, Nancy Faeser, que se presentó en el palco donde estaban los machuzos de los petrodólar­es y el infame Infantino con una blusa sin mangas y el One Love bien a la vista. Qué diferencia con el obsequioso rey de España batiendo el récord sideral de sonreír y doblar el espinazo. Tengo desde anteayer a Faeser como mi heroína, junto a los valientes integrante­s de la selección de Irán, que se negaron a cantar el himno de la dictadura de los ayatolás, jugándose su propia libertad. Los demás miran a otro lado.

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Foto: E. P. Nancy Faeser, ministra del Interior de Alemania, un ejemplo
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