Diario de Noticias (Spain)

Lo del sólo sí es sí

- POR Pablo Muñoz

Más vale que el Supremo fije un criterio pronto, antes de que se cuelen por la gatera unos cuantos indeseable­s con abogados hábiles

Ala ministra de Igualdad, Irene Montero, le tienen muchas ganas. Y no sólo desde la derecha. Ya sea por ser la pareja de Pablo Iglesias o por su propensión a protagoniz­ar trifulcas, la ministra está en el centro de todas las dianas contra el Gobierno, contra el partido en que milita y contra el feminismo institucio­nal. La Ley de Garantía Integral de Libertad Sexual, vulgarizad­a ya como “Sólo Sí es Sí”, es iniciativa de su Ministerio y según expertos juristas es una buena ley, además de necesaria. Pasó sin mayores obstáculos su tramitació­n por el Consejo de Ministros, el Congreso y el Senado. Nadie cayó en la cuenta de que en Derecho Penal es necesario hilar muy fino, tan fino que una mera interpreta­ción técnica de sus artículos puede desvirtuar la intención de la propia ley.

Es muy complicado, y más para un profano en la materia como el que esto firma, opinar sobre si es o no correcta la interpreta­ción que de esa ley se ha hecho por algunos jueces, así como evaluar las consecuenc­ias de que la citada ley haya fundido en el Código Penal los delitos de agresión y

abuso sexual dejando la horquilla de penas mínimas por debajo del umbral previo, por lo que un condenado en su día por agresión sexual puede ver reducida su pena. Teniendo en cuenta que tanto por la Constituci­ón como por el Código Penal la revisión de las condenas tiene efecto retroactiv­o siempre que favorezca al reo, algunos jueces esperaban agazapados para dar a conocer la rebaja de penas a varios condenados, con sonoro escándalo social. A pesar de que hasta el momento han sido muy escasos los casos de reducción de condena, su repercusió­n todavía mantiene la tensión política y mediática. La ministra Irene Montero, en su línea, saltó inmediatam­ente a la yugular de los que denominó “jueces machistas” y se lio, vaya si se lio. Desde la Brunete mediática hasta sus socios (mayoritari­os, claro) de Gobierno, pasando por las bancadas de derecha extrema y extrema derecha arremetier­on contra ella y acabó por crisparlo todo la defensa que de ella hizo su pareja. Un episodio más para nueva arremetida contra Sánchez, que pasaba por ahí.

La ley, insisto, parece bien acogida por la mayoría de los expertos, aunque debería haberse previsto que su interpreta­ción literal –e interesada­podía dar lugar a episodios no deseados como la rebaja de penas a condenados por agresiones sexuales. Los juristas dicen que el contenido de la ley protege de manera clara y firme a las mujeres contra cualquier ataque a su integridad sexual, pero advierten también que una disposició­n adicional sobre su interpreta­ción hubiera sido necesaria, ya en su elaboració­n o mediante su incorporac­ión actual. No parece que sea suficiente la instrucció­n de la Fiscalía rechazando la rebaja de las penas, aunque es el Tribunal Supremo quien en última instancia fijará el criterio y más vale que lo haga pronto, antes de que se cuelen por la gatera unos cuantos indeseable­s con abogados hábiles.

En cualquier caso, es demoledora la actitud de la mayoría de los políticos cuando huelen sangre. Y más cuando hay elecciones a la vista, que es casi siempre. Le importa un pimiento a la derecha española que salgan a la calle anticipada­mente unos cuantos delincuent­es, porque toda la culpa es de Pedro Sánchez, y se le da una higa a Pablo Iglesias el patinazo de su compañera porque la culpa es de Yolanda Díaz. En cualquier caso, la ley del sólo sí es sí ha dado un pretexto más a la emponzoñad­a política de la extrema derecha y a la pesca en río revuelto de un PP que jamás se resigna a perder el poder. ●

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