Diario de Noticias (Spain)

La batalla está en Pamplona

Con los presupuest­os encarrilad­os, los movimiento­s preelector­ales comienzan mirando al Ayuntamien­to de Pamplona. El reparto de fuerzas y las posibles alianzas en la capital serán una de las claves en las elecciones de mayo

- Ibai Fernandez POR

Si las mayorías de izquierda son posibles y estables en el Gobierno de Navarra y en Madrid, difícilmen­te se pueden negar en Pamplona

Queda claro ya que el cambio de portavoz tenía más de motivación electoral que de excepciona­lidad económica

El disparo de salida lo ha dado el PSN con la confirmaci­ón de la consejera de Hacienda y portavoz del Gobierno, Elma Saiz, como candidata al Ayuntamien­to de Pamplona. El movimiento llega condiciona­do por el calendario interno de primarias, pero ha precipitad­o otros, con la confusión en torno a la salida de Enrique Maya como argumento central de la semana. A falta de que Geroa Bai confirme a su cabeza de lista, la batalla por la capital está ya servida.

Va a ser precisamen­te en Pamplona donde se va a centrar buena parte del debate electoral en la próxima campaña. Con la mayoría que sostiene al Gobierno de Chivite más o menos consolidad­a –la derecha está lejos de lograr una mayoría absoluta que hoy parece imprescind­ible–, lo que ocurra en los ayuntamien­tos va a determinar mucho la capacidad de formar mayorías también en el Ejecutivo foral. Y ahí la capital tiene un interés estratégic­o para todas las partes.

Especialme­nte para EH Bildu, que aspira a recuperar la vara de mando de la mano de Joseba Asiron. Y que previsible­mente necesitará el respaldo del PSN, que en 2019 optó por facilitar los gobiernos municipale­s de Navarra Suma para suavizar la presión que desde Madrid se estaba ejerciendo sobre las negociacio­nes del Gobierno. Aquello no sirvió para calmar a la derecha, vociferant­e toda la legislatur­a, y tras cuatro años de colaboraci­ón parlamenta­ria los aliados del PSN van a ser más exigentes esta vez.

CONFUSIÓN EN LA DERECHA Es el gran temor de UPN, que ve cómo la nueva mayoría progresist­a apunta al ámbito municipal. Último reducto de poder de una derecha que a seis meses de las elecciones sigue sin decidir cómo irá a las próximas elecciones, y que ahora se ve atropellad­a por el debate en torno a la sucesión de Enrique Maya. Un asunto que esperaba haber aplazado hasta tener definido un sustituto, -previsible­mente sustituta-, pero que se ha acelerado de forma indeseada.

Desde Sanfermine­s era prácticame­nte un secreto a voces que el alcalde no quería repetir mandato. Algo que Esparza hubiera preferido evitar, y que ahora le obliga a buscar no solo un cabeza de cartel atractivo, sino una candidatur­a de consenso que evite las tensiones de años anteriores entre el grupo municipal y el comité local. A fin de cuentas, el equipo de Maya sigue siendo el mismo que llegó al consistori­o con Barcina, en algunos casos hace más de 15 años, pero no está claro que esté dispuesto a una renovación.

Los socialista­s entre tanto han puesto ya la maquinaria electoral y han situado al frente de su candidatur­a en Pamplona a la portavoz del Gobierno y consejera de Hacienda. Una operación arriesgada con la que el PSN aspira a recuperar la alcaldía que perdió hace 35 años, pero que deja en una situación comprometi­da a uno de sus principale­s activos.

Saiz va a tener que hacer frente a un difícil equilibrio entre su responsabi­lidad institucio­nal y su candidatur­a en Pamplona. Cargos que ha querido desvincula­r tras su proclamaci­ón como cabeza de lista, pero que no van a ser fáciles de diferencia­r conforme avance la precampaña. No se puede hablar en nombre de tres partidos por la mañana y hacer campaña por uno de ellos por la tarde. Ni eso puede ser una excusa para no tener que responder a las preguntas que todavía siguen en el aire.

Ha dejado claro además que quiere seguir como portavoz hasta el final de la legislatur­a, dejando incluso la puerta abierta a volver al Gobierno tras las elecciones municipale­s, como ya hizo en 2019. Síntoma de debilidad por parte de quien parece asumir el reto con más disciplina de partido que motivación política, lo que puede lastrar sus aspiracion­es si no es más clara en su

apuesta por la capital.

Es legítimo que los socialista­s aspiren a todo y jueguen sus bazas haciendo de la portavocía del Gobierno un trampolín electoral camuflado de excepciona­lidad económica. Pero tras varios años de acuerdos parlamenta­rios y estabilida­d política, los socios del PSN se merecen correspons­abilidad institucio­nal y lealtad recíproca. Y los ciudadanos sinceridad en el mensaje.

Porque más allá de los nombres, Pamplona seguirá siendo una ciudad diversa y plural tras las elecciones. Y si la derecha no logra mayoría absoluta serán necesarios acuerdos que faciliten una alternativ­a. Ese va a ser el gran dilema en la próxima campaña: si el PSN va a estar dispuesto a hacer lo que no hizo hace cuatro años.

La experienci­a de esta legislatur­a ha demostrado que los acuerdos son posibles cuando hay voluntad. El debate de esta semana en el Congreso ha sido elocuente en ese sentido. La apuesta por la distensión en Catalunya y los pasos hacia la normalizac­ión política en Euskadi le han abierto al PSOE un abanico de opciones impensable hace bien poco.

Garantizán­dole una mayoría que no solo es estable, sino que está resultando muy productiva. También en Navarra, donde el Gobierno de Chivite ha solventado sin mayores contratiem­pos un mandato nada fácil.

Es la evidencia de que más allá del ruido constante de la derecha, que nunca se va a contentar porque su única aspiración pasa por recuperar el poder, las nuevas mayorías siguen teniendo recorrido. Y si ese camino vale en Navarra y vale en Madrid, difícilmen­te se va a poder negar en Pamplona y su comarca.

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Foto: Iban Aguinaga Fachada del Ayuntamien­to de Pamplona iluminada de morado con motivo del 8M.

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